Un mes de intensa búsqueda y nada. Los resultados no eran en absoluto favorables, pero pese a todo, los padres de Elías Jercko no perdían las esperanzas de recuperar a su pequeño hijo de 8 años de un momento a otro.
Las circunstancias de su desaparición eran confusas. Salió de la escuela y nadie más volvió a saber de él. Las versiones de los testigos se entrecruzaban y añadían un plus de incertidumbre al caso. Algunos atestiguaban que lo vieron desorientado, razón por la cual los investigadores y la Fiscalía no descartaron que haya sufrido algún tipo de trastorno mental. Los padres negaron rotundamente tal hipótesis, aunque la fiscal a cargo de la búsqueda, Ana Cavazos, no la anuló en un principio. Había que considerar y analizar todas las opciones pertinentes.
Otros, en cambio, adujeron convencidamente que se había ido en un auto azul que lo estaba esperando a la salida de clases, al que aparentemente se subió por su propia voluntad. La fiscal indagó a los padres de Elías sobre este punto, pero negaron tener conocimiento de alguien cercano con un vehículo de tales características. No había a su vez conflictos intrafamiliares relevantes que pudieran motivar el rapto del menor para generar algún tipo de daño por despecho o venganza, tal vez, dentro del círculo íntimo. La doctora Cavazos, por supuesto, no daba nada por sentado. El coche lógicamente podía ser alquilado.
Los padres del menor desaparecido fueron los primeros en ser investigados por orden de la fiscal Ana Cavazos. No se halló nada sospechoso. Estaban limpios en todos los aspectos. Inclusive, las finanzas estaban en orden y debidamente administradas.
Se amplió la búsqueda a todo el círculo familiar del menor, pero los resultados de las pericias tampoco rindieron sus frutos. Era una familia de bien y muy respetada que no se metía en problemas con nadie. De todos modos, todas las hipótesis seguían abiertas y propensas a toda consideración posible.
Se investigaron a las autoridades del colegio al que asistía Elías, a los padres de sus otros compañeros, pero tampoco se encontró un hueco por ese lado.
La búsqueda continuaba sin ninguna información de interés sobre la que basarse. Se hicieron allanamientos, se rastrillaron miles de kilómetros, se peinó todo tipo de terreno, pero los resultados fueron nulos. Incluso, los padres del menor le facilitaron a la Justicia una prenda suya para que pudiera ser rastreada por los perros, pero todas las pistas obtenidas en consecuencia devinieron en un callejón sin salida. Quien hizo esto, era un profesional en el arte de raptar menores.
La fiscal entonces decidió dar una recompensa a quien aportara datos de interés para la causa que diese con el paradero de Elías Jercko. Como era sabido, la gente llamaba dando una catarata de datos falsos y erróneos, muchos de los cuales eran malintencionados. Pero uno en particular motivó el beneficio de la doctora Cavazos en darle especial seguimiento. Sus colegas se mostraron escépticos, pero le obedecieron. Y se llevaron una gran sorpresa cuando encontraron a Elías Jercko sano y salvo en un lugar de concurrencia masiva. El instinto de la fiscal no falló. El menor guardó silencio por largas horas. Estaba con la mirada vahída y el rostro compungido, pero sano al fin. Intentaron sonsacarle alguna información sobre lo sucedido, pero fue inútil. Igualmente, se dejó revisar por los médicos del Cuerpo Médico Forense que corroboraron el buen estado de salud del niño.
La fiscal Ana Cavazos llevó al menor a la Comisaría más cercana a la Fiscalía para que sus padres pasaran por ahí a reencontrarse con él. Estaban emocionados, felices, conmovidos. Arribaron a la Delegación con la velocidad de un relámpago. Pero cuando se reencontraron cara a cara con Elías, el chico los ignoró, se asustó levemente y se acogió en los brazos de la fiscal. Esto llamó poderosamente la atención de la doctora Cavazos, que no salía de su asombro por esta situación. Los padres estaban mayormente confundidos y angustiados.
La fiscal dejó el chico al cuidado de una oficial mientras ella hablaba con los padres en privado para tratar de entender qué había sucedido. No surgió ningún dato inusual en ésa charla íntima. Una psicóloga se entrevistó a solas con el menor, pero tampoco pudo sacarle información alguna. Resueltamente, sufrió un trauma que lo perturbó emocionalmente.
Los padres estaban desencajados, más aún que no podía acercarse a su hijo por imposición de la fiscal hasta que el asunto quedara conformemente esclarecido.
Pasaron tres horas hasta que un matrimonio joven llegó a la Comisaría reclamando ser los legítimos padres de Elías Jercko. La conmoción tomó fuerte protagonismo en segundos. Elías los vio y se abalanzó sobre ellos repleto de felicidad y entusiasmo.
Para sorpresa de todos, la fiscal comprendió la situación de inmediato. Todo resultó ser al revés de cómo los hechos se presentaron desde un comienzo.
_ El matrimonio Buelna tiene un hijo, al que cuidan y protegen con todo el cariño y afecto del mundo_ le explicaba la fiscal Cavazos al juez del caso, el doctor Gregorio Funes._ Todo era felicidad para ellos hasta que sus vidas cambiaron para siempre de forma trágica y estrepitosa. En un descuido, su hijo sale a la calle y es atropellado por un coche que venía a una velocidad promedio, pero que por la distancia y el tamaño de la criatura, no pudo anticipar su presencia y por consiguiente, no pudo evitar el desenlace. El menor fue trasladado aún con vida al hospital más cercano, pero los médicos no pudieron hacer nada por salvarlo y falleció. El conductor prestó declaración, se puso a disposición de la Justicia, estuvo preso unos meses hasta que fue sobreseído por considerar que la muerte de la criatura fue un triste y desafortunado accidente. Los padres fueron procesados por negligencia y condenados a 3 años de prisión en suspenso. Tal fue el trauma que sufrieron y el no haberse perdonado nunca lo ocurrido con su hijo, que desarrollaron una patología neurológica compatible con cierta clase de tragedia emocional y que conlleva a adquirir una personalidad nueva y más distorsionada con rasgos de psicopatía. Así vieron a Elías Jercko y decidieron que era su hijo, que no había muerto en realidad, y se lo llevaron y lo cuidaron como propio. Los verdaderos padres hicieron la denuncia en su momento en otra Fiscalía, pero desestimaron la causa. Mucho no se movieron por una cuestión de recortes y baja de presupuesto. Los padres perdieron las esperanzas de volver a verlo hasta que vieron su foto por los medios y el pedido de recompensa. El resto de la historia ya la conoce. Elías debió escaparse en un momento de descuido de sus captores, y como no conoce demasiado la ciudad, debió perderse. Los Buelna ya se descuidaron antes y perdieron a su hijo. No iban a permitírselo de nuevo. Y por eso hicieron la denuncia. Como nosotros nos guiamos por el apellido del menor al momento de la investigación, accedimos a los datos genuinos de los padres genuinos. Sólo que nos equivocamos de personas, muy hábiles por cierto, porque supieron el nombre real del chico, pero en la intimidad seguramente lo llamaban como a su retoño fallecido.
_ Y si no hubiese sido por esto último y por su instinto, doctora_ aclamó satisfecho el juez Funes, _ jamás hubiésemos tenido conocimiento del caso. Como ve, la verdad, tarde o temprano, sale a la luz de una manera o de otra. Tener fiscales como usted en mi jurisdicción es un privilegio.
Ana Cavazos se sonrojó intimidada por los elogios de un juez de instrucción. Pero el doctor Funes tenía toda la razón del mundo en ese sentido y no ahorraba en alabanzas si era preciso reconocer un trabajo bien hecho.