_ Pasaron 9 años de la muerte de Lourdes_ decía Federico con un cargo de culpa que pesaba sobre su mente._ 9 años en los que estuve preso por una decisión irracional, estúpida, injustificada.
Amagó con llorar pero contuvo el sentimiento.
_ Reconozco que tenés razón en ese punto_ repuso con frialdad su mejor amigo, Guillermo._ ¿Un pacto suicida? ¿Enserio? ¿Pero, qué carajo tenían en la cabeza vos y Lourdes cuando lo planificaron?
_ ¡No podíamos más, Guillermo, no aguantábamos más! ¡Yo no aguantaba más ver sufrir a Lourdes así! ¡Vos sabías muy bien por todo lo que estábamos pasando por esos momentos! Estábamos asfixiados de deudas. El Banco casi nos remata la casa por deber casi un año de hipoteca. Para colmo, el viejo de Lourdes no aceptaba la relación de ella conmigo. Me odiaba terriblemente el viejo. Era un loco desquiciado. Estoy completamente seguro de que él tuvo que ver con mi condena.
_ No te mientas a vos mismo, Federico. Las mismas circunstancias de la muerte de Lourdes te mandaron 9 años en cana. Un pacto suicida en el que muere una sola persona. Un pacto suicida en el que la otra persona se arrepiente en el último segundo de la decisión tomada, intenta por todos los medios evitar que ella se mate, no lo consigue y se trauma. Se horroriza por lo ocurrido. Perdoname, Fede. Yo te banco, te quiero. Sos mi mejor amigo. Pero no suena para nada creíble. Es lógico que en esta situación y con un abogado encima inútil, te fueran a condenar irremediablemente. ¿Qué esperabas? ¿Un milagro? Dejate de joder, Federico.
_ Lourdes me odiaba… Sí, es eso. Me odiaba tanto o más que el sorete del viejo. Y me convenció de la idea de llevar adelante un pacto suicida para hacerme ver a mí como un asesino. Porque sabía que yo sentía una tremenda devoción por ella y que jamás iba a permitir que hiciera algo así. Se aprovechó de la debilidad y del amor que sentía por ella.
_ Perdoname, Federico. Pero, si realmente es todo como vos lo planteás, ¿por qué aceptaste cuando te propuso esa locura?
_ Por estúpido. Lisa y llanamente, por ciego y estúpido. Porque creí que no hablaba enserio y porque supuse que la podría llegar a disuadir y hacerla cambiar de parecer. ¿Te das cuenta, Guillermo? Tu mejor amigo es un pelotudo. Un ingenuo y un verdadero pelotudo.
_ No digas estupideces, ¿querés? ¿Qué motivos podría llegar a tener Lourdes para querer hacerte daño de semejante forma?
_ Ella, no. El padre, sí.
_ ¿Estás diciendo que el padre manipuló a Lourdes para hacer todo eso? ¿Tan desgraciado es para asesinar a la propia hija? Es una pelotudez lo que estás insinuando, Federico. Por favor.
_ En el juicio me acusaron de asesinar a Lourdes. ¿Entendés la gravedad del asunto, Guillermo? Ellos creen que yo tomé la pistola, la apoyé en la cabeza de Lourdes y disparé.
_ Pero si Lourdes se disparó por sí misma. ¿Acaso la pistola no tenía sus huellas?
_ ¿Y eso a la Justicia, qué carajo le importa? Interpretan los hechos como les convienen para hacer caer a un boludo que pague por algo que no hizo y dar la falsa imagen de que la Justicia funciona. ¡Avivate, Guillermo! ¡Estamos En Argentina!
_ No te pudieron nunca acusar de dispararle vos a Lourdes.
_ Pero lo hicieron.
_ ¿Pero, las huellas de la pistola?
Guillermo se frotó la cara con las dos caras en señal de nerviosismo.
_ Federico. ¿Qué mierda pasó hace 9 años atrás la noche en que murió Lourdes?_ repuso ávidamente agitado.
_ Ella no fue la primera en tomar la pistola. Te mentí… Fui yo_ aclaró Federico, sin titubeos ni nudos en la garganta.
Guillermo palideció y se quedó mirando a Federico durante unos segundos como si fuera un verdadero desconocido.
_ ¿Qué?
_ Consentimos en que yo no quería verla sufrir y que me mataría primero. Tomé la pistola bastante nervioso, la llevé hasta mi cabeza con el pulso temblándome como si tuviera Parkinson y con el mismo miedo, la apoyé. Cerré los ojos por unos instantes y… No pude. No tuve el valor de hacerlo. Fui un cobarde que no tuvo el valor de matarse y que faltó a la promesa de su mujer. Lourdes enloqueció y me arrebató el arma de la mano con una rapidez inusitada. Lo que viene ya lo conocés. Intenté frenarla y no pude… No pude. Y eso es algo que jamás voy a perdonarme. Por eso, Guillermo, el arma tenía mis huellas también.
Guillermo no tuvo reacción.
_ Es una locura lo que me estás contando, Federico. Te juro que no puedo creerlo.
_ Esa es la verdad.
_ Me mentiste una vez. ¿Por qué no hacerlo otra vez? ¿Por qué no mentirme descaradamente de nuevo?
_ Porque lo que yo padecí estos 9 años en la cárcel, no se lo deseo a nadie. Porque en esos 9 años en los que estuve injustamente encerrado pensé en un montón de cosas. Y me di cuenta de mucho. De mucho más de lo que vos te debés estar imaginando, Guillermo.
_ Estás equivocado. No me imagino nada. En este punto, no creo ni me imagino nada.
_ Quiero hacerte una pregunta y quiero que me la respondas con total franqueza. ¿Puede ser?
_ A ver, preguntá. Dale.
_ Si yo hubiese disparado y hubiese muerto primero, ¿pensás que ella lo hubiera hecho? ¿Pensás que realmente se hubiera matado?
_ ¿Pero, qué carajo tenés en la cabeza, Federico, para preguntarme semejante barbaridad? A vos los 9 años en cana te quemaron el cerebro, hermano. ¡Escuchate lo que decís!
_ No es nada descabellado lo que estoy planteando. Al contrario, es sumamente lógico.
_ ¡Lógico las pelotas! Primero, el padre y ahora, la acusás a la propia Lourdes de asesina. ¡Dejate de joder!
_Hubiese sido el crimen perfecto. Ella me convence de hacer un pacto suicida para librarnos de las deudas y del rechazo del padre a nuestro compromiso. Se aprovecha de mi debilidad para manipularme y meterme en la cabeza la idea de que yo me tenía que suicidar primero para no verla sufrir a ella cuando supuestamente se disparase. Yo me mato, ella llama a la Policía, alega que yo me suicidé inventando una historia cualquiera, la Justicia investiga las circunstancias de mi muerte y todo coincide. Se cierra el caso y ella queda libre. Es brillante por donde lo mires. No me vas a decir que no, Guillermo.
_ Vuelvo a lo mismo. ¿Por qué Lourdes querría matarte?
_ Está muerta para preguntárselo a ella. ¿No te parece?
_ Nada de esto me parece. Ni siquiera de me parece de dónde salió la pistola. Y a esta altura, y por cómo estás vos, Federico, ya no me interesa saber más nada de esto. Está libre. Disfrutalo. Yo me voy.
_ El arma me la dio el viejo. Toda la idea del pacto suicida fue urdida por su brillante cabecita. Fingió odiar a Lourdes, simuló traicionar a su propia hija y me explicó la idea con todo con lujo de detalle. Dijo que él mismo se encargaría de manipular a Lourdes para dejármela lista para el toque de gracia. Qué viejo hipócrita. En realidad, me estaba manipulando a mí fingiendo ayudarme. Pero el viejo resultó ser más iluso que su propia hija. Le seguí el juego hasta el momento decisivo del disparo. Me llevé el arma a la cabeza y cuando iba a disparar, le apunté sorpresivamente a Lourdes y la maté. Pobre infeliz. No lo vio venir. Ninguno de los dos sospechó nada. Realmente creyeron que este pobre Ingenuo había activado su vulgar y estúpida trampa. ¡Ja, ja,ja! Fue el viejo el que me entregó a la cárcel después. Yo me comí 9 años en cana y el quedó libre por los sobornos y las coimas que pagó. ¿Y todo este deseo de querer verme muerto, por qué? Porque el padre me culpó enteramente a mí de los graves problemas económicos que teníamos, cuando la verdadera responsable de todo eso fue Lourdes. Pero la hijita manipuló a su papi para que creyera que su marido era en realidad el culpable.
Guillermo se asustó y quiso huir con cautela, pero Federico se lo impidió.
_ Vos no te podés ir. Ya sabés todo.
Sacó un arma y le apuntó a Guillermo a la cabeza.