viernes, 23 de agosto de 2019

Difícil Decisión (Gabriel Zas)





Tenía que atender a su primer paciente. Era odontólogo y había terminado la Facultad hacía menos de dos meses.  Y había conseguido un empleo de medio tiempo en un consultorio particular cerca del Microcentro  porteño.
Miraba al paciente con incertidumbre. La mano le temblaba terriblemente y no podía controlar sus movimientos ni con toda la voluntad del mundo. Medía la distancia, examinaba el terreno, calculaba la fuerza del instrumento que iba a utilizar, pero no se animaba a arrancar todavía. Los nervios podían más.
El jefe lo miró severamente y le advirtió que si no atendía al paciente de inmediato, lo iba a echar. Él tenía que tomar una difícil decisión. Pero no, no podía. Por más que quisiera, no podía empezar. Su pulso estaba desestabilizado.
Era comprensible. Nunca antes en la vida había tomado una pistola y le había apuntado directo a la frente a alguien.

lunes, 19 de agosto de 2019

No culpable (Gabriel Zas)






Él ingresó a la sucursal del Banco fuertemente armado, tomó rehenes y permaneció adentro por más de tres horas mientras negociaba su entrega con el oficial al mando del operativo. Aceptó un acuerdo casi de modo forzoso, quizás acorralado por los agravantes de las circunstancias, y se rindió apaciguadamente. Salió quedamente con las manos en la nuca a reglamento de protocolo. Pero cuando un oficial le retiró el pasamontañas que le cubría el rostro se decepcionó al reconocer que se trataba de un rehén. Posiblemente, él se haya vestido de policía y haya huido sin que nadie lo notara delante de sus mismas narices.
Las autoridades tenían desconocimiento absoluto del momento del escape, por lo que estimaban que les llevaba un tiempo importante de ventaja.
Requisaron las cajas de seguridad y la bóveda de la entidad financiera, lo que determinó que el ladrón sustrajo más de cincuenta millones de pesos.
Después de unos meses de búsqueda intensa, lo atraparon y lo encarcelaron con prisión preventiva sin derecho alguno a caución. Su abogado defensor apeló la medida en todas las instancias legales habilitadas, pero con resultado nulo, y su cliente esperó el juicio entre rejas.
El tribunal lo condenó a diecisiete años de prisión efectiva a cumplirse desde el minuto uno de dictado el veredicto.
Su abogado defensor apeló en instancias superiores. La Cámara de Apelaciones le dictó la absolución definitiva, la Fiscalía apeló el fallo en Casación y Casación confirmó el dictamen, para indignación y malestar tanto de los responsables del Banco como de las víctimas del asalto.
Él fue estafado por el Estado, hizo un juicio y lo perdió. No pudo solventar las costas y lo embargaron. Para colmo, no tenía trabajo y su hija necesitaba ser operada de urgencia, y tenía un aviso de remate de su propiedad por adeudar la hipoteca desde hacía cinco meses. Empleó el dinero que robó con estos fines. Y lo que le sobró, lo donó a entidades de caridad y bien público.
La Justicia entendió que hizo un mal por un bien mayor que lo ameritaba y justificaba, y de la que en parte él había resultado perjudicado.
Entonces, frente a este ejemplo, ¿cómo funciona realmente la Justicia en nuestro país y en detrimento de los intereses de quién responde verdaderamente? Es algo que nunca podremos entender.




Aniversario (Gabriel Zas)




Fue ella la que lo invitó a salir a él, y no al revés, como habitualmente se estila.
Él se sentía agraciado, complacido, emocionado. Lo que en su imaginación le resultaba una utopía propia de un anhelo romántico, se había materializado en la realidad.
Incluso, fue ella la que eligió el restaurante, el día y la hora de la cita.
Hablaron de todo un poco hasta que el mozo les sirvió la cena.
_ Es un lugar muy lindo y muy elegante. Me sorprendiste gratamente_ elogió él con una sonrisa de felicidad._ Si seré curioso, ¿por qué lo elegiste?.
Probó un bocado de su plato y empezó a marearse hasta que prácticamente quedó inconsciente.
_ Porque hace exactamente un año atrás_ respondió ella con malicia _ asesiné a mi primera víctima de la misma forma que a vos y en esta misma mesa.
Él convulsionó frenéticamente y sus ojos se cerraron para siempre.
Ella se levantó de su asiento, dirigió sus pasos hacia él, se paró a su lado, lo contempló unos segundos y se acercó al cuerpo.
_ Feliz aniversario, mi amor_ le susurró con insolencia y ultraje.
Así recordó el engaño del que ella fue víctima y su consecuente venganza. No había otra forma que pudiera aliviar todo el dolor que aún sentía por dentro.