Él ingresó a la sucursal del Banco
fuertemente armado, tomó rehenes y permaneció adentro por más de tres horas
mientras negociaba su entrega con el oficial al mando del operativo. Aceptó un
acuerdo casi de modo forzoso, quizás acorralado por los agravantes de las
circunstancias, y se rindió apaciguadamente. Salió quedamente con las manos en
la nuca a reglamento de protocolo. Pero cuando un oficial le retiró el
pasamontañas que le cubría el rostro se decepcionó al reconocer que se trataba
de un rehén. Posiblemente, él se haya vestido de policía y haya huido sin que
nadie lo notara delante de sus mismas narices.
Las autoridades tenían desconocimiento
absoluto del momento del escape, por lo que estimaban que les llevaba un tiempo
importante de ventaja.
Requisaron las cajas de seguridad y la
bóveda de la entidad financiera, lo que determinó que el ladrón sustrajo más de
cincuenta millones de pesos.
Después de unos meses de búsqueda
intensa, lo atraparon y lo encarcelaron con prisión preventiva sin derecho
alguno a caución. Su abogado defensor apeló la medida en todas las instancias
legales habilitadas, pero con resultado nulo, y su cliente esperó el juicio
entre rejas.
El tribunal lo condenó a diecisiete
años de prisión efectiva a cumplirse desde el minuto uno de dictado el veredicto.
Su abogado defensor apeló en
instancias superiores. La Cámara de Apelaciones le dictó la absolución
definitiva, la Fiscalía apeló el fallo en Casación y Casación confirmó el
dictamen, para indignación y malestar tanto de los responsables del Banco como
de las víctimas del asalto.
Él fue estafado por el Estado, hizo un
juicio y lo perdió. No pudo solventar las costas y lo embargaron. Para colmo,
no tenía trabajo y su hija necesitaba ser operada de urgencia, y tenía un aviso
de remate de su propiedad por adeudar la hipoteca desde hacía cinco meses.
Empleó el dinero que robó con estos fines. Y lo que le sobró, lo donó a
entidades de caridad y bien público.
La Justicia entendió que hizo un mal
por un bien mayor que lo ameritaba y justificaba, y de la que en parte él había
resultado perjudicado.
Entonces, frente a este ejemplo, ¿cómo
funciona realmente la Justicia en nuestro país y en detrimento de los intereses
de quién responde verdaderamente? Es algo que nunca podremos entender.