_ ¿Me dice la hora, por favor?_ le preguntó ella al joven apuesto que estaba sentado del lado de la ventanilla del bus.
Él miró su reloj y la complació caballerosamente.
_ Son las 15:17_ respondió gentilmente.
La contempló con una sonrisa cautivadora.
_ Gracias. ¿Sabés si falta mucho para Eva Perón y General Paz?
_ Unos quince minutos, más o menos. No es muy lejos de acá. Le pega derecho por San Pedrito hasta Quirno, dobla y sigue hasta Eva Perón todo derecho. Hace rápido.
_ Parece que sos de la zona.
_ Viajo mucho, que es distinto.
_ Yo soy un cero a la izquierda con las calles de Capital.
_ ¿Ah, sí? Mirá vos. ¿Por algo en especial?
_ Porque no soy de Buenos Aires. Soy de Misiones. Llegué hace una semana.
_ ¿Viaje de descanso?
_ De huida, mejor dicho.
Él la miró con simpatía.
_ ¿Huís de tu marido para estar con tu amante?
Y los dos estallaron en sutiles carcajadas.
_ Huyo de la Policía.
El rostro de él se tornó serio repentinamente.
_ ¿Es un chiste, no?_ inquirió en tono jocoso.
_ No. Es enserio.
Desvió su atención hacia un hermoso collar de alhajas que decoraba su hermoso y delicado cuello. Él se quedó unos cuantos segundos contemplándolo con admiración y estupor.
_ Es robado_ acotó ella después de un rato.
_ Mirá, no estoy para bromas_ repuso él entre indignado y desconcertado.
_ No es una broma. Te estoy hablando absolutamente enserio. Lo robó mi novio para mí. Resulta que él es inspector de Robos y Hurtos de la Policía de Posadas. Una vieja cheta y cagada en guita denunció que alguien le robó este collar y asignaron a mi novio como inspector a cargo de la investigación. Ella dijo que antes de irse a acostar lo guardó y que cuando se levantó al otro día, encontró el estuche donde guardaba esta preciosidad abierto y la funda vacía. Alguien se metió cautelosamente mientras dormía y se lo afanó. La cuestión es que cuando mi novio requisó la pieza de la mina esta encontró el collar enrollado por accidente en un enorme pañuelo de seda, que a simple vista no se veía. Se ve que la vieja lo apoyó para guardarlo, abrió el estuche, sacó la funda, la interrumpieron y cuando volvió al cuarto, se acostó y dejó todo como estaba. Ni se acordó. Y creyendo que lo había realmente guardado, se creó en su mente la falsa idea del robo. Las mujeres somos así. Creemos que las cosas están en el lugar donde las dejamos y no admitimos la idea de que quizá las hayamos dejado en otro sitio diferente. Nos aferramos a esa idea. Somos tercas. Y valiéndose de tal cualidad femenina y natural, agarró el collar, se lo guardó en el bolsillo y alimentó la idea del robo. Cuando llegó a casa, me lo dio. Y esto me dio una brillante e ingeniosa idea. Yo me presento en la casa de la víctima con cualquier pretexto, entro, me gano la confianza de los que ahí vivan, me meto en un descuido en la habitación de la incauta, busco algo de valor que me atraiga y me seduzca, lo cambio de lugar para crear la falsa idea del robo, lo meten a investigar a mi novio, ya que son dos nada más los inspectores de Robos y Hurtos que hay en Posadas; le digo dónde lo escondí, él lo recupera y me lo da. Decime, ¿no es genial? Cuando se lo proponga, le va a encantar.
_ No sé si me estás hablando enserio o me estás boludeando. Pero no tengo ganas de que me cuentes más nada de este tipo de fantasías que me estás contando.
_ A un hombre apuesto como vos jamás le faltaría el respeto boludeándolo de semejante manera.
_ No entiendo por qué me contás todas estas fantochadas, tampoco. Ni me interesa saber. Dejame tranquilo, por favor.
_ Te las cuento porque sos un extraño y necesito contárselas a alguien. Y vos sos ese alguien. Imaginate que no puedo irle con este cuento a cualquiera.
_ Estás loca, flaca. Dejame de romper.
_ Vine a Buenos Aires para que no sospechen de mi novio, por las dudas. Somos humildes los dos, de bajos recursos, clase media. Mi novio, con el sueldo miserable que tiene, no puede comprarme este tipo de cosas. Y yo soy muy pretensiosa. Tanta corrupción que hay en la Policía, ¿qué le hace una mancha más al tigre?
_ ¿Y porque la mayoría de la cúpula de la Policía está corrompida, tu novio tiene que entrar al baile también? ¿Te parece bien eso?
_ Por mil collares como este, me parece una genialidad.
_ Y cuando tenés todo lo que querés, lo denunciás y lo agarran. Conozco muy bien a las minas como vos.
_ Yo también me expongo. No te olvides de eso.
_ Eso es cierto. Pero al que seguramente agarren es a él.
Sonrió con malicia.
_ Ya lo agarraron. El plan que te conté lo urdí hace tiempo y lo pusimos en marcha hace tiempo también. Tengo en mi poder infinidad de hermosuras como esta alhaja. pulseras, collares, alianzas… Todo lo que una dama de mi altura sueña con tener.
_ Una dama de tu altura se gana las cosas dignamente. No robándolas a cuestas de su novio, un inspector de la Policía, encima.
_ Hay algo que vos no entendés.
_ ¿Qué es lo que yo no entiendo?
_ Que cuando yo caigo en la casa de la víctima y escondo lo que me gusta, siempre lo dejo acompañado de una pequeña pista que incrimina al pobrecito de mi novio. Por eso lo agarraron al muy infelizmente ingenuo. ¡Ja, ja, ja!
_ ¿Y no tenés miedo que te delate?
_ ¿Quién le va a creer?
_ Yo, por ejemplo. Te explico para que entiendas. El inspector Nicandro Calens, es decir, tu novio, se dio cuenta de tu treta. Y cambió la pista que lo inculpaba a él por otra que te inculpaba directamente a vos. Vos trabajaste como mucama, niñera o como lo que fuere en casa de la víctima, siempre bajo identidades y apariencias falsas; las pistas que te incriminan a vos, todos los robos tienen tu firma. Encima huís para Buenos Aires. ¿Enserio creés que el inspector Calens te dijo que te vinieras para Buenos Aires para, digamos, protegerlo a él, salvarte a vos? ¡Ja, ja, ja! ¡Qué ilusa! El que huye siempre es culpable. Y vos huiste con toda la evidencia en contra tuya.
_ Tenés mucha imaginación. No sé de dónde sacaste tanta sarta de pavadas.
_ Los modelos de todo lo que Calens “robó” para vos, no eran exclusivos. Te olvidaste que él está en Robos y Hurtos, y que por eso, conoce al dedillo sobre estas cuestiones. Tenés que saber que una persona adinerada, más una mujer, nunca deja sus más preciosas posesiones a la vista de todo el mundo por temor a que se las roben o se le extravíen. Lo que deja es billuterí barata, que no vale nada, pero que por su aspecto y preciosidad, nadie lo pensaría. Lo que te quiero decir con esto es que lo que tenés ahora colgando en tu cuello es basura que no vale nada. Ni diez centavos. ¿Y sabés a qué responde todo esto que te conté? A que tu novio les avisó con antelación a las mujeres a las que les ibas a robar el plan. Ya sabían lo que iba a pasar. Y por eso dejaron a la vista joyas de poca monta y guardaron las realmente valiosas lejos de tu alcance.
Por primera vez, ella se puso pálida y temerosa.
_ No me causa gracia el chiste_ agregó con renuencia a aceptar los hechos descritos por su acompañante de viaje.
_ No es ningún chiste. Créame, señorita. Y no va a llegar a Eva Perón y General Paz. En la próxima parada hay un patrullero esperando para llevarla detenida.
_ Esto es una broma. ¿Quién es usted?
_ Soy el fiscal Ramiro Cerradas, de la Fiscalía número 7 de Posadas. La vengo siguiendo desde que salió de Posadas por orden del juez de Instrucción Edelmiro Fraga. Este encuentro que tuvimos en el bus no fue casual. Y toda la charla que mantuvimos la registré en mi grabadora personal, que tengo oculta en el bolsillo del saco. Así que, le aconsejo que no diga nada más porque lo podemos usar en su contra. A partir de este instante, queda usted detenida e incomunicada, y a disposición de la Justicia.
El rostro de ella se puso blanco y lívido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario