lunes, 29 de mayo de 2017

Las detectives (Gabriel Zas)








                                   Caso 8: ¿Dónde está?

_ Condenaron a Zarasola a la máxima de 25 años de prisión perpetua por los homicidios de Dunken, Scoti y el del abogado último éste que mató_ comentaba Fontán haciendo un esfuerzo por recordar el nombre de la última víctima.

_ Qué generosa que es la Justicia con los criminales_ replicó resentida, Ailen Ezcurra.

_ Vos sabés cómo es esto. Y lamentablemente, nosotros no disponemos del poder necesario para cambiar las reglas de juego del sistema.

_ ¿Se sabe algo del nuevo forense?_ interpuso Ivonne Fraga con cordialidad.

Ailen le dirigió una mirada que escudriñaba las verdaderas intenciones que se camuflaban detrás de ésa solemne frase.

_ Ni lo conocés y ya te le querés tirar un lance, ¿no, guacha?_ le dijo con una sonrisa de oreja a oreja y sacudiéndole el brazo.

_ Soñás, querida.

Hipólito Laberna irrumpió con violencia.

_ Déjense de hinchar con el nuevo forense_ dijo gruñendo._ Tenemos trabajo y requieren nuestro asesoramiento. Secuestraron a un bebé de su propia casa. Vamos, muevan el culo. ¡Vamos!

Media hora después, todo el equipo estaba en la casa donde se había producido el hecho. Era un pequeño inmueble emplazado dentro de un country cerrado en Villa Rosa. Cuando las detectives junto al resto del equipo arribaron a la escena, Criminalística ya estaba procesando las evidencias y haciendo las pericias pertinentes sobre ellas. Ivonne Fraga se acercó hasta un oficial que estaba custodiando la puerta de ingreso a la casa.

_ Detective Fraga, Policía Federal_ se presentó ante el oficial, exhibiendo su insignia._ ¿Qué es lo que averiguaron hasta el momento?

_ Cabo Primero, Pablo Di Vargas, Policía Local_ respondió aquél al saludo formal de la detective._ No mucho. La criatura desaparecida se llama Iván Monsalvo, un bebé de seis meses de edad, hijo de Alina Bianco y Rodrigo Monsalvo. El padre trabaja en las oficinas de un correo zonal, es el director ejecutivo de la empresa. Según su testimonio, habitualmente llega de trabajar a las nueve de la noche. Pero ayer se quedó hasta más tarde a adelantar trabajo atrasado de meses atrás.

_ ¿Decidió quedarse hasta más tarde ahí en el momento o lo había programado con anticipación?

_ Nos dijo que fue una decisión de momento.

_ ¿Fue el último en retirarse de la oficina, entonces?

_ Así parece, señora.

_ ¿Algún otro empleado se quedó por fuera de su horario laboral o todos se fueron cuando les correspondía?

_ Todos se retiraron a horario.

_ ¿No notó nada por fuera de lo habitual estos últimos días? ¿No vio movimientos extraños en el barrio, algún vehículo en actitud sospechosa, alguien que le haya hecho algún comentario que haya despertado en el señor Monsalvo alguna inquietud sobre un posible daño a futuro?

_ Le recalcamos eso durante toda la entrevista, pero su negación al respecto fue contundente e insoslayable.

_ Lo que significa que no sospecha de nadie.

_ Evidentemente, no.

_ Prosiga con los hechos, oficial. ¿Qué pasó después?

_ El señor Monsalvo llegó de trabajar alrededor de las 23:45 de anoche y encontró la puerta de entrada abierta de par en par.

_ ¿La cerradura estaba forzada?

_ No, señora. La puerta está todo el día sin llave. Todos en este country se conocen y no hay razón alguna para que los vecinos desconfíen entre ellos. Traban la puerta solamente de noche cuando se van a dormir. Pero durante el día, es como le comenté recién.

_ Todas las puertas están sin llave, menos a la noche... Interesante.

_ Confianza ciega en el personal de seguridad.

_ Por el momento, pudo ser algún vecino. Además, todos conocían a la criatura.

_ No descartamos nada. Por eso, hay gente requisando cada una de las locaciones para ver si encuentran algo.

_ Perfecto. ¿Qué hizo Monsalvo cuando encontró la puerta abierta de su casa?

_ No le pareció raro puesto que consideró que pudo ser acción del viento que la abrió involuntariamente. Fue a su cuarto y su esposa, Alina Bianco, estaba profundamente dormida. Después se dirigió al cuarto del bebé y descubrió su desaparición. La despertó a la mujer y dieron aviso a la Policía.

_ No entiendo porqué supuso que la puerta se abrió sola si a la noche le ponen trabas.

_ Dijo que su esposa es bastante distraída y que a veces se olvida de cerrarla.

_ Gracias, oficial._ Pero Ivonne Fraga se mostraba poco convencida con este último dato.

Por otra parte, Ailen Ezcurra estaba a solas en la sala principal de la casa con la mamá del bebé, Alina Bianco. La mujer estaba terriblemente angustiada y la detective no paraba de contenerla en todo momento.

_ Sé lo que siente_ le dijo Ezcurra a la señora Bianco, conmovida._ Haremos esto lo más ameno posible.

_ ¿Usted tiene hijos?_ la increpó Alina Bianco, resueltamente._ ¿Alguna vez le pasó algo así con alguno de ellos?

_ No, no tengo hijos. Pero perdí a un ser querido en circunstancias similares_ respondió la detective de la forma más amable y cordial que pudo.

_ Pero no fue un hijo. Y un hijo no se compara con ninguna otra cosa en el mundo.

_ ¿Sabe por qué estudié para policía y por qué hice todos los cursos pertinentes para ser detective?

Alina sólo la miró con desconsuelo sin decir ni una sola palabra.

_ Porque hace tres años mi madre desapareció_ continuó Ezcurra._ Hablé por teléfono con ella unas horas antes y todo estaba bien. Y cuando ésa noche llegué a mi casa, no estaba. Se fue sin decir adónde. Pero mi madre no se comportaba así jamás. Alguien se la llevó sin que nadie viera nada. Todas sus cosas estaban en su lugar y la casa en general estaba en orden. No se llevó ni teléfono celular ni llaves ni documento ni nada de nada. Nadie llamó reclamando rescate por su liberación. Sólo desapareció y aunque busqué en hospitales, morgues, aeropuertos, puertos, etcétera, no me doy por vencida. Eso es exactamente lo que tiene que hacer usted, señora Bianco. Una madre y un hijo son una bendición. Así que sé perfectamente por lo que está atravesando y entiendo más que nada en el mundo su dolor. Sólo cuénteme qué pasó anoche y le prometo que encontraremos a Iván sano y salvo.

Alina Bianco tomó aire, se secó las lágrimas con un pañuelo y se aclaró la garganta bebiendo un vaso con agua.

_ Hace unos meses atrás_ comenzó, _ fui al médico porque tenía serios problemas para dormir. Me recetó un somnífero que lo tomo rigurosamente todas las noches antes de irme a acostar. Anoche Rodrigo me avisó por teléfono que iba a llegar más tarde.

_ ¿A qué hora se comunicó Rodrigo con usted, más o menos?

_ Cerca de las siete y media de la tarde.

_ ¿Y usted ingirió las pastillas a la hora de siempre?

_ Sí. A las diez. Antes lo acuesto a Iván en su cuna.

_ Acostó al bebé, tomó las pastillas para dormir y se acostó. La misma rutina que todos los días.

_ Esto es mi culpa, toda mía. Yo no tendría que haber tomado nada, me tendría que haber quedado despierta a esperar a Rodrigo y después irme a dormir. Si lo hubiese hecho así, no hubiesen raptado a Iván frente a mis narices_ y expulsó un prolongado sollozo sin consuelo.

_ No sabemos qué hubiese pasado_ intentó calmarla Ailen Ezcurra._ No se culpe. La culpa es solamente de quien se lo llevó. ¿Dónde está su esposo ahora?

_ La Policía local lo tiene demorado en la Comisaría. Dicen que es por rutina. Pero él no tiene nada que ver con todo esto.

_ ¿Cómo es la relación con su marido, señora Bianco?

_ Conflictiva porque tenemos varias diferencias. No coincidimos en casi nada. Pero nos amamos. Tenemos problemas como cualquier pareja. Eso es todo.

_ ¿Concibieron a Iván mutuamente?

_ Sí, por supuesto, ni que lo dude.

Ivonne Fraga hizo gala de su presencia en esos momentos y ambas detectives se fueron a un lugar aislado a conversar tranquilas.

_ Parece que sospechan del marido porque lo tienen aprehendido en la Comisaría local_ aclaró Ailen Ezcurra.

_ Lo dudo. Para mí el tipo es inocente_ opinó Fraga._ Se tendrían que haber llevado a ambos a la Seccional. A ella con más razón.

_.No creo que tenga que ver con el secuestro de su propio hijo. Está dolida y muy angustiada. Es sincera. Yo la descartaría.

_ ¿Te dijo lo de los somníferos?

_ Sí, y no la podemos juzgar por eso nada más. Igual, que Toxicología perite todas las pastillas que ella consume y que el juez ordene hacerle análisis de todo tipo.

_ Eso ya está en marcha. ¿Por qué pensás que tenía dificultades para dormir bien?

_ No sé. Pero vamos a averiguarlo en cuanto podamos.

_ ¿Y vos, qué averiguaste, querida mía?

_ Requisaron la casa de todos y cada uno de los que viven acá. Se los vapuleó a preguntas de todo tipo.

_ ¿Alguna novedad?

_ No, nada. Están todos limpios. Nadie ni siquiera vio ni escuchó nada. Ahora van a interrogar a los de seguridad que están en la entrada, que son los mismos que estuvieron de turno anoche cerca de la hora del secuestro.

_ Las cámaras de seguridad quizás nos digan algo.

_ Hay dos nada más y ninguna funciona. Ya lo verifiqué.

_ Me tiene pensando el motivo y quién pudo hacerlo. Que es algo familiar, olvidate. Eso está cantado.

_ Pensamos igual. ¿Pensás lo mismo que yo?

_ Nadie se contactó para pedir rescate por el bebé.

_ Exacto. Y por regla general, las primeras veinticuatro horas son cruciales.

_ Por ahí quieren poner a la familia nerviosa. Sobre todo a los padres.

_ ¿Y el resto de los familiares?

_ Están en Viedma. Son oriundos de allá. No pueden venir porque no tienen plata para los pasajes pero están tan consternados como los padres. Un oficial está en permanente contacto con ellos para mantenerlos informados sobre los avances de la investigación.

_ ¿Y por qué el juez no dispone un avión o un helicóptero para transportarlos hasta Buenos Aires? ¿Quiénes son exactamente?

_ Los abuelos maternos del nene y un tío paterno, hermano de Monsalvo. El juez es un ortiva. Espero que autorice cuanto antes a allanar la casa. Hasta ahora no podemos tocar nada, salvo Criminalística para procesar, sólo para procesar la escena. Pero la escena es de la       Policía Local y de la Bonaerense, sin se dignan a aparecer.

_ ¿Ordenó requisar las casas del vecindario antes que la propia en donde se produjo el secuestro?

_ Eso lo hicieron de oficio. El juez no tiene porqué enterarse.

_ Una joyita el juez.

_ Es un tarado. Y hasta que Fontán no venga con la orden de allanamiento en mano, no podemos hacer nada.

_ Podemos revisar la pieza de donde se lo llevaron sin necesidad de tocar nada. Dale, vamos al cuarto del bebé. Esto de esperar la orden del juez en una escena en proceso está fuera del protocolo. Pasa que es una excusa barata porque la Policía de acá quiere el caso para ellos. Nosotras y todo nuestro equipo no somos bienvenidos. Nos llamaron para pedirnos asesoramiento y no podemos hacer nada. De no creer.

_ Tenés razón. Dale, vamos.

El oficial que custodiaba la puerta de ingreso a la habitación de la criatura les impidió el ingreso a las detectives.

_ Tengo estrictas órdenes de no dejar ingresar a nadie_ explicó el guardia._ Todavía es la escena en proceso de un secuestro.

_ Somos de la Policía Federal_ le cuestionó Ivonne Fraga.

_ Es jurisdicción de la Policía Local. Necesitan una orden del juez para poder acceder a la escena y tengo entendido que no llegó nada.

_ La Federal tiene mayor jerarquía que cualquier otra fuerza local o bonaerense. Y usted lo sabe bien_ lo confrontó Ailen Ezcurra._ La orden es un recurso inconstitucional en casos así.

_ Lo lamento. Órdenes son órdenes.

_ Déjelas pasar_ exigió Fontán, que emergió de la nada y sacudía entre sus dedos un papel.

_ ¿Quién es usted?_ preguntó prepotente el oficial de guardia.

_ Oficial ayudante Martín Fontán y lo que traigo entre mis manos es la orden del juez Farralán. Así que le sugiero que nos deje entrar o se va a ver envuelto en muchos problemas por desacatar las órdenes de una autoridad judicial superior.

Las dos mujeres miraron al oficial con soberbia y vanidad. Después de unos segundos, aquél les permitió el ingreso.

_ Esos acuerdos que tiene la Federal con la Bonaerense me rompen soberanamente las pelotas. Encima, son ellos los que nos convocan. Al pedo, si no nos dejan hacer nada_ comentó Fontán en voz baja, una vez dentro de la habitación.

_ ¿Qué es ése papel, Fontán?_ le preguntó la detective Fraga, escéptica.

_ Son los resultados del análisis que le hicieron a la madre del bebé. Tienen cinco minutos antes de que alguien se avive y nos pegue un voleo en el traste.

_ Buena estrategia, Fontán_ lo elogió Ailen Ezcurra._ ¿Qué dicen los resultados?

_ Parece que tomó una dosis de más de ése somnífero. Una dosis inusual y rara en comparación a lo recetado y a lo que consume normalmente.

_ Justo el día del secuestro. Qué casualidad.

_ La madre está involucrada de algún modo, querida. Cada vez me convenzo más que esto es algo dentro del círculo familiar.

_ Los guardias de seguridad dijeron que nadie entró ni salió después de las nueve y media de la noche.

_ ¿Y antes de ése horario?_ inquirió Ailen Ezcurra.

_ Nada extraño. Nos mostraron todos los registros de egresos e ingresos y no hay nada sospechoso en eso.

_ ¿Cómo sacaron al bebé, entonces?_ cuestionó confundida, la detective Fraga.

_ Por ahí los de seguridad de country son cómplices y están con los secuestradores_ reflexionó Fontán._ No sería la primera vez.

_ O por ahí el bebé nunca salió del country_ vaciló Ezcurra sagazmente._ Ni siquiera salió de ésta casa.

_ La dieron vuelta de arriba a abajo. No hay nada.

Ezcurra inspeccionó la escena minuciosamente. No encontró huellas ni fibras ni cosas fuera de lugar. Pero al examinar la cuna de Iván Monsalvo notó que faltaba uno de sus peluches. Sólo había dos y entre ellos, un hueco. Se lo hizo notar a su compañera.

_ Me juego la vida que falta el muñeco preferido del nene_ expresó Ailen Ezcurra visiblemente eufórica._ Es una estrategia muy habitual que los secuestradores usan para mantener a la criatura dócil y no despertar sospechas. El bebé no grita...

_ Porque se siente seguro en los brazos de quien lo alza_ completó la frase, Ivonne Fraga.

_ ¡La madre!_ exhalaron las dos mujeres al mismo tiempo.

Fontán miró a ambas muchachas con estupor.

_ Fontán_ le dijo Ezcurra, _ andá con alguno de los Criminalística de nosotros y revisen las pisadas de la puerta de entrada.

_ Ya lo hicieron los peritos que asignó el juez y...

_ Y nada_ lo interrumpió agresivamente Fraga._ Que hagan un examen gente nuestra. Y si a los de acá no les gusta, me importa un comino. Ellos nos llamaron. Vamos a hacer nuestro trabajo con o sin su permiso.

Unos minutos más tarde, las detectives estaban a solas en un cuarto cerrado con Alina Bianco, madre del bebé desaparecido. Ambas mujeres la miraban con resentimiento y con incredulidad. La sospechosa estaba asustada ante la presencia imponente y la mirada imperturbable de las investigadoras.

_ ¿Qué pasa? No entiendo_ dijo con voz temblorosa y algo nerviosa, Alina Bianco.

_ Lo sabemos todo_ le replicó Ailen Ezcurra con sosiego.  

_ ¿Qué saben, qué cosa? No sé a qué se refieren.

_ ¡No juegue con nosotras! Sabemos que usted mandó a secuestrar a su propio hijo.

_ La llegada intempestiva de su marido le arruinó los planes, ¿no es así, señora Bianco?_ intercedió con determinación, Ivonne Fraga._ Su cómplice se lo iba a llevar pero justo vio que su esposo llegaba y tuvo que esconderse. Usted dormía por acción de la dosis de más que intencionalmente ingirió para crearse una coartada y quedar como la pobre madre vulnerable que no vio ni escuchó nada. El señor Monsalvo entró, vio que su hijo no estaba y dio aviso a la Policía. Y mientras procesaban la escena y una decena de agentes buscaba afuera, en las calles y barrios aledaños, su hijo estaba dentro de su propia casa. Lo estuvo todo el tiempo. Aún lo está. Y todos, cada uno de nosotros, creímos el dolor y la desesperación de una madre que no tenía consuelo porque alguien desalmado le arrebató a su bebé frente a su propia cara.

_ Pienso que hacía tiempo que lo quería hacer pero nunca encontraba el momento oportuno para llevarlo a cabo. Pero de golpe, su suerte cambió cuando el señor Monsalvo, Rodrigo Monsalvo, su marido; la llamó por teléfono para decirle que iba a volver más tarde de trabajar porque se iba a quedar a adelantar trabajo atrasado. Llamó a su cómplice y le confió todo el plan. Usted le dejaría la puerta sin traba para que pudiera entrar y salir de la casa sin problemas. Él llegó, usted le dio a Iván en sus brazos con su peluche predilecto para evitar que llorase cuando lo pasaba a manos de un extraño, y se volvió a acostar. En cuestión de segundos, se durmió profundamente, o lo fingió al menos en un principio hasta que la sobredosis del remedio surtiese efecto y usted quedaría como una víctima más y nadie sospecharía nada. Pero justo en el preciso instante de la huida, su marido llegó y tuvieron que improvisar. Ahí es donde están ambos escondidos ahora.

_ Quiero entender cómo entró vulnerando la seguridad del country y sin despertar sospechas de ninguna clase. Y creo que la respuesta más acertada es que su cómplice es un vecino propio de este country. Ya estaba adentro. No había necesidad de idear una estrategia más por ése lado. Al día siguiente, saldría con el bebé escondido en el auto y el plan resultaría todo un éxito. Y estimo, señora Bianco, que sintió un gran alivio cuando la Policía se llevó aprehendido al señor Monsalvo, porque significaba entonces que usted estaba fuera del radar de sospechas de ellos.

_ Si bien la entrada es un pequeño camino de piedra, en ambos costados del mismo hay tierra. Temía que encontraran pisadas que se dirigían hacia la casa, pisadas que provenían de afuera y que nunca salían de su interior. Pero la Policía Local llegó, contaminó la escena y las pisadas que podían vincularla con el secuestro quedaron cubiertas por otras tantas pisadas por negligencia de la Policía. Otro punto a su favor. Igualmente, nuestros técnicos están en estos precisos instantes realizando un segundo análisis en ésa zona y verificarán la historia que acabo de exponerle. Son infalibles en lo que hacen.

_ ¿Por qué? ¿¡Por qué!?

Alina Bianco, no obstante, no dijo ni una sola palabra. Y Ailen Ezcurra, que era una mujer de poca paciencia, dio un fuerte puñetazo contra una mesa de vidrio que había frente a ella.

_ ¡Porque Rodrigo no es el padre biológico de Iván, porque es estéril!_ se quebró la señora Bianco entre llantos.

_ ¿Cómo dijo? ¿Qué Rodrigo Monsalvo es estéril?_ preguntó espantada y azorada, Ivonne Fraga.

_ Él no lo sabía y aún no lo sabe. Varias veces intentamos tener un hijo con él, pero cada vez que teníamos relaciones y posteriormente me hacía el test de embarazo, siempre daba negativo. Después de varios meses de repetirse lo mismo, hicimos la consulta con un médico especialista y nos mandó a hacer estudios diversos sobre fertilidad a ambos para saber de cuál de los dos era el problema. Cumplimos y el día de la nueva consulta en que nos iban a dar los resultados, Rodrigo no pudo asistir por el trabajo. Así que fui yo sola. Fue cuando me enteré que era estéril. ¿Qué iba a hacer? ¿Decírselo y romperle la ilusión de ser padre y formar una familia juntos? No, no iba a hacer eso. Así que le mentí y le dije que todo estaba bien, que sólo era cuestión de seguir intentándolo. Pero sentí tanta culpa por ocultarle a Rodrigo algo tan importante y delicado, que empecé a tener trastornos de sueño. Ahí fue cuando me recetaron estos somníferos.

Le conté todo esto a Javier Noriega, un vecino de acá, con el que mantenemos una buena relación tanto como de vecinos como de amistad. Yo estaba frágil por todo esto y me sentía tan mal y tan angustiada, que en un momento de debilidad mío, Javier aprovechó y lo hicimos. ¿Y qué creen ustedes? Quedé embarazada. Le fui infiel por primera y única vez en la vida a Rodrigo y quedé embarazada. Me sentía peor que antes por lo que hice pero estaba al mismo tiempo feliz porque iba por fin a ser mamá. Convenimos con Javier que le diría a Rodrigo que el hijo que esperaba era suyo, que tanto tiempo de esperar e intentar hasta el cansancio, había finalmente rendido sus frutos. Rodrigo se puso feliz, estaba emocionado. E Iván llegó a nuestras vidas hace seis meses atrás.

Pensé que los problemas se habían acabado, pero Javier Noriega empezó a extorsionarme. Quería plata a cambio de su silencio. Yo me convencí realmente que él estaba dispuesto a matar por conservar el secreto. Le dije que no podía pagarle lo que me exigía: dos millones de pesos al contado. Me dijo entonces que Rodrigo se iba a enterar de la verdad y que iba a arruinar mi vida. Le pedí si no había otra manera de solucionar el asunto, que él no me podía estar haciendo eso. Y me contestó que si no podía reunir toda ésa suma exorbitante de dinero, entonces que le devolviera lo que le pertenecía: a Iván, porque era su hijo. Que se lo entregase fingiendo un secuestro y que todo iba a estar bien. Rodrigo pagaba el rescate, él obtenía lo que quería y el secreto quedaba a salvo. Pero si Rodrigo no pagaba dentro de las primeras cuarenta y ocho horas, se iba a ir con el bebé para siempre, yo no lo iba a volver a ver nunca más y Rodrigo se iba a enterar de toda la verdad. Me angustié, ¿qué iba a hacer? Así que accedí a su demanda sin mayores alternativas. Pero Rodrigo llegó en el momento equivocado y todo se fue de control. Y tenía miedo por lo que pudiera pasarle a Iván_ y se largó a llorar compulsivamente.

_ Hubiese llamado a la Policía y la hubiésemos ayudado sin necesidad de llegar a todo esto_ le dijo con voz parsimoniosa, Ailen Ezcurra.

_ ¿Dónde están escondidos?_ le preguntó con autoridad, Ivonne Fraga.

_ En el altillo. Tiene una entrada camuflada justo encima de la chimenea. Tiene que golpear el techo suavemente y se desprenderá una escalera_ repuso Alina Bianco con la voz quebrada y débil.

_ Levántese_ le ordenó Ailen Ezcurra. La señora Bianco obedeció sin oponer resistencia.

_ Queda arrestada por conspiración para cometer secuestro, con el agravante del vínculo de consanguinidad que mantiene con el menor. Vamos.

La esposó y se la llevó detenida.

_ ¿Qué va a pasar con Iván?_ preguntó Alina Bianco, consternada.

_ Lo más probable es que el juez le ceda la custodia al señor Monsalvo. Personalmente, me voy a asegurar que así sea y que no tenga contacto con él por muchos años. Camine.

Ivonne Fraga subió con un equipo de oficiales al lugar señalado por la señora Bianco y encontraron a Javier Noriega arropando entre sus brazos al pequeño Iván Monsalvo.

_ Entregue al bebé y arrodíllese con las manos entrelazadas en la nuca_ le ordenó Fraga.

Sin otra elección, Noriega dejó al bebé en brazos de la propia Ivonne Fraga y un grupo de oficiales procedieron a su detención.

_ Queda detenido por intento de secuestro de un menor y por extorsión_ le indicó uno de los oficiales que lo apresó.

Ivonne Fraga salió de la casa airosa con el bebé a upa, al que no paraba de mirar y sonreírle, a la vez que Ailen Ezcurra abandonaba la morada con Alina Bianco detenida y otros oficiales con Javier Noriega esposado.

Fraga se acercó hasta Rodrigo Monsalvo, que acababa de llegar a la casa escoltado por dos sargentos y que se chocó con la realidad de lo sucedido que aún empezaba a digerir, y le entregó a su hijo en brazos. Él lloró, lo abrazó y le dio las gracias tanto a Ezcurra como a Fraga.

_ La Cana de acá nos quiere fajar_ comentó Fontán al pasar._ Con lo de las pericias de rastro que puso al descubierto lo mal que laburaron y todo lo anterior, que no nos dejaban entrar y toda ésa batahola de estupideces, los hicimos quedar tremendamente mal parados.

_ Recuperamos a la criatura_ repuso Ailen Ezcurra con satisfacción._ El resto no me importa en lo más mínimo.

lunes, 22 de mayo de 2017

Maldad en la cancha de hockey (Gabriel Zas)







Sean Dortmund estaba sentado frente al pequeño escritorio que tenía en su habitación, preparando las actividades del día, como lo hacía habitualmente, para organizar mejor su jornada. Aunque ése día en particular no lo atraía demasiado para hacer algo ya que estaba frío y muy lluvioso, y él prefería los días soleados y cálidos.  Su tranquilidad era digna de envidia. Pero fue interrumpida por unos golpecitos suaves y certeros que alguien propinó en su puerta de entrada. Se levantó de mala gana y fue a atender. Y no fue ninguna sorpresa para él ver que quien se tomó la imprudencia de molestarlo era el mismísimo capitán Riestra. Lo recibió de buena gana aunque un poco molesto. Si había algo que Dortmund no sabía esconder del todo eran sus estados de ánimo.

_ ¿A qué debo el honor, capitán Riestra?_ le preguntó Dortmund amargamente cuando se instalaron en la sala de estar.

El aludido respondió sin rodeos.

_ Hubo un homicidio ayer a la noche en una de las canchas de hockey del club Obras. Sabemos por una muy buena testigo presencial que la víctima, a la que identificamos como Carla Ducano, escapaba de un acosador que la acechaba incansablemente.

_ ¿Cómo es eso?_ lo interrumpió el inspector con diplomacia e interés.

_ Le contaré todo brevemente desde el principio_ le propuso el capitán Riestra.

Dortmund asintió con la cabeza.

_ Hace aproximadamente cinco meses atrás, la señorita Ducano realizó una denuncia formal en la Comisaría 51°, que tiene jurisdicción en la zona en la que ella residía, porque empezó a ser acosada por un desconocido que nunca fue identificado. La llamaba a su teléfono de línea y le decía obscenidades, la insultaba, le hacía sonidos desagradables... En fin. Se inició una investigación formal pero jamás se pudo comprobar nada.

_ ¿Intervinieron el teléfono de línea de la señorita Ducano para establecer desde qué terminal recibía ésas llamadas?

_ Fue lo primero que se hizo, Dortmund. Pero los técnicos determinaron que provenían de un teléfono público ubicado en avenida Libertador a metros de Manzanares. Era como una aguja específica en un pajar lleno de agujas. Eso nos pudo haber dado la idea de que el acosador era alguien de la zona, pero no era algo concluyente y definitivo. Un teléfono público es utilizado a diario por gente de paso. Pero lo cierto es que el acoso continuó y cada vez se hizo más complicado rastrearlo. Solía llamar desde diferentes puntos estratégicos dentro de la misma zona y de regiones linderas. Y todas las intervenciones y búsquedas culminaban en un callejón sin salida.

<Carla Ducano realizó dos denuncias más alegando que el desconocido la seguía por la calle. Pero, al igual que todo de lo que se disponía hasta ése momento, no condujo a nada. Fue por esto que Carla Ducano le pidió a su mejor amiga, Soledad Bednet, que no la dejase sola y que la fuese a buscar a cualquier sitio que ella frecuentara. Es así que ayer a la noche, alrededor de las 20:45, Bednet pasó por ella por el club Obras, donde entrenaba hockey dos veces a la semana y era titular del equipo.>

<Según el testimonio de Soledad Bednet, Carla Ducano terminó la práctica puntual a la hora de siempre. Estaban cruzando la cancha para salir directo por la entrada principal de Libertador, cuando Carla le pidió que la esperase porque se había olvidado algo en el vestuario. La señorita Bednet le preguntó si quería que la acompañara, pero Ducano le respondió que no era necesario. Dijo que estuvo menos de dos minutos esperándola en la zona de gradas cuando escuchó de repente un grito seco y ahogado que indudablemente se lo atribuyó a Carla Ducano. Según lo que Bednet nos contó, dijo que se desesperó y que intentó hacer algo para ayudar a su amiga. Y que cuando miró hacia el interior del pasillo que conecta la cancha con la zona de los vestuarios, notó que Ducano venía corriendo a toda velocidad al grito de "ayuda" escapando de alguien. Cuando pasó por al lado de ella, vio que la perseguía alguien, un hombre, declaró ella; que quiso detenerlo pero que no pudo. Lo siguiente que recuerda es que el extraño se abalanzó de lleno sobre Carla Ducano y que hubo un forcejeo intenso y reñido, que tuvo como resultado que el sospechoso le arrebatara a la víctima su palo de hockey de la mano y le propinara varios golpes en la cabeza hasta dejarla inconsciente. Él arrojó el palo al lado del cuerpo y se escapó a toda velocidad por donde vino. Soledad Bednet se escondió por miedo y cuando el asesino desapareció, ella llamó inmediatamente a la Policía.>

_ ¿Por qué la señorita Bednet no intentó evitar que el desconocido asesinara a su mejor amiga?_ inquirió Dortmund, reflexivo.

_ A eso quería llegar_ ratificó con euforia el capitán Riestra, _ y por eso me tomé el atrevimiento de venir a consultarle. Hay algo en su versión de los hechos que no cuadra con la escena. Y no puedo descubrir qué es.

_ ¿Alguien más, aparte de la señorita Bednet, sabía del acoso?

_ No, nadie más. La familia dijo desconocer por completo el asunto.

_ ¿Investigaron a fanáticos del equipo, amigos de la señorita Ducano, familiares, conocidos?

_ Sí. La Policía siguió el protocolo al pie de la letra. Nada de nada. La identidad del acosador sigue siendo un profundo misterio.

_ ¿Y los peritos hallaron alguna huella en el mango del arma homicida?

_ No. De todos modos, lo van a procesar para ver qué pistas pueden obtener a partir de su análisis.

_ ¿Y el forense, qué dijo, capitán Riestra?

_ Su primera impresión fue que Carla Ducano falleció como consecuencia de los golpes recibidos en la cabeza. Pero va a hacer la autopsia porque quiere tener un panorama más minucioso sobre la causa de muerte y los últimos minutos con vida de Carla Ducano. Dijo que espera concluirla lo antes posible para disponer de los resultados mañana a primera hora del día.

_ ¿No encontraron nada más en la escena?

_ No. Nada que nos pudiera decir quién lo hizo. El único faltante que hubo fue un amuleto que se desprendió del collar que la víctima traía puesto. Debió caérsele mientras jugaba y no se dio cuenta. Los peritos no lo tomaron como nada relevante.

_ Se lo pudo haber arrancado el asesino.

_ Sin embargo, el análisis dejó en claro que se desprendió por accidente.

_ ¿La señorita Bednet no vio el rostro del misterioso asesino?

_ No. Dijo que entre la oscuridad y los nervios, le fue imposible verle la cara. Y menos aún, algún rasgo distintivo que permitiera identificarlo.

_ ¿Interrogaron al resto de las personas? ¿Qué declararon?

_ Que no notaron nada inusual. Tanto el entrenador del equipo, Diego Mornelli, como el resto de las jugadoras declararon que Carla Ducano estaba como siempre y que su actitud no les hizo pensar nunca que corría alguna clase de peligro.

_ ¿Me dice, capitán Riestra, que nadie notó ninguna presencia extraña durante el entrenamiento?

_ Exacto. Este personaje parece un fantasma.

_ ¿Nadie más, aparte de Soledad Bednet, presenció lo sucedido? ¿Ningún portero, nadie más?

_ El portero atestiguó que estaba en el cuarto de limpieza cuando pasó todo. Es una sala diminuta que está en el subsuelo.

_.Pero, alguien debió haber visto a este hombre. Entró en algún momento y alguien seguro que lo vio.

_ No es lo que declaró la gente.

_ Suponiendo que realmente se trate del acosador misterioso, porque creen que es él en base a circunstancias muy claras. Pero no hay ninguna evidencia clara al respecto_ y un destello resplandeciente invadió el rostro de Dortmund intempestivamente. Sonrió triunfante y miró al capitán Riestra con brillo en sus ojos.

_ Le haré una pregunta trascendental. ¿La señorita Ducano tropezó y el asesino aprovechó su caída para atacarla?

_ Bueno..._ y Riestra se quedó en silencio, con la vista atónita clavada en el inspector._ ¿Qué ocurre?

La voz de Riestra resonó con un halo de impaciencia.

_ Si la señorita Ducano tropezó accidentalmente, imaginemos eso por un momento, y el asesino aprovechó ése incidente para atacarla, ¿no cree sensato suponer que Soledad Bednet se hubiese abalanzado sin pensarlo ni por un segundo sobre el atacante para disuadirlo y ayudar a su mejor amiga?

_.Sería lo más lógico, por supuesto_ respondió Riestra, sin comprender adónde Dortmund pretendía llegar.

_ Pero eso no ocurrió porque la señorita Bednet declaró, según usted, capitán Riestra; que no pudo ayudar a su amiga. Que esperó a que el asesino se fuese para llamar a la Policía.

_ Exacto. Fue lo que le dije que me parecía que no coincidía.

_ No coincide porque no pasó así, porque la señorita Bednet mató por accidente a Carla Ducano. Ella es la verdadera asesina.

El capitán Riestra adoptó una expresión de desconcierto.

_ Mírelo desde la misma perspectiva que lo veo yo_ continuó Sean Dortmund._ Soledad Bednet sabe lo del misterioso sujeto que acosa a Carla Ducano. Lo sabe muy bien y conoce a la perfección todas las denuncias que la señorita Ducano radicó. Sabe a su vez que la Policía nunca identificó al sospechoso y mejor que nadie el tormento por el que pasa su mejor amiga. Se siente impotente e irritada. Y sabe también mejor que nadie lo paranoica que está Carla Ducano, a tal punto que cuando volvió al vestuario para buscar la pieza faltante del collar, porque supuso que se le había caído ahí; se encontró con una compañera de equipo que se lo recuperó, que se acercó para devolvérselo,  y como ella emergió de la nada misma y entre tanta oscuridad, la señorita Ducano se sobre exaltó y salió corriendo,  porque en su mente creía que se trataba del acosador. Y como la señorita Bednet, a raíz de la misma oscuridad, sólo vio una sombra ir tras Carla Ducano de complexión física robusta, pensó que se trataba de un hombre y lo asoció inmediatamente con el acosador. Pero que en realidad era la arquera del conjunto que todavía tenía todo su equipo puesto porque aún no se había cambiado.

<En la huida, Ducano tropezó y se golpeó la cabeza, lo que le ocasionó un ligero desvanecimiento. La arquera se asustó y escapó. Y Soledad Bednet vio la oportunidad de achacarle el crimen al misterioso acosador, creyendo fehacientemente que fue él el verdadero responsable de su muerte. Así entonces obtendría la justicia que Carla Ducano no pudo obtener por vías legales. Sí, porque cuando la vio tirada la creyó muerta. Pero se equivocó. No lo constató, cometió un error profundamente grave. Tomó algún tipo de prenda para tomar el palo de hockey de Ducano para evitar dejar impregnadas sus huellas y la golpeó en la cabeza reiteradas veces hasta el hartazgo. Dejó el palo tirado al lado del cuerpo y lo siguiente que hizo fue dar intervención a la Policía. Por eso, capitán Riestra, cuando el médico forense examinó el cuerpo de la señorita Ducano, cercioró efectivamente que la causa del deceso fueron los golpes en la cabeza.>

A la mañana siguiente, el capitán Riestra confirmó la teoría de Dortmund cuando verificó los resultados de la autopsia e interrogó a la arquera del equipo de hockey de Obras, que se llamaba Angélica Baldrich, quien se quebró y confesó que se asustó y reconoció lo mal que actuó. Por su parte, Soledad Bednet fue arrestada e imputada por homicidio culposo en grado de tentativa. Estaba shockeada y no paraba de llorar ni de lamentarse. Y si aun así, su idea inicial hubiese tenido éxito, igualmente hubiese sido considerado un asesinato, porque su plan original era quebrantar la voluntad de una persona determinada para vengar a Carla Ducano. Eso también era considerado homicidio. Dortmund nunca paraba de repetirlo.  
 
 

lunes, 8 de mayo de 2017

Tragedia en Mesopotamia (Gabriel Zas)







 
_ ¿Qué tal su fin de semana, Dortmund?_ le dije a mi amigo con interés cuando traspasó el umbral de la puerta. Se había ido todo un fin de semana largo solo a la región mesopotámica argentina para descansar. Se fue un jueves a la tarde y volvió un lunes a la mañana temprano. Se lo veía cansado por el viaje pero enérgico y completamente renovado.

_ Un descanso típico que resultó no salir como imaginaba o esperaba. Usted me entiende, doctor_ me respondió el inspector guiñándome el ojo acompañando el gesto de una sonrisa perspicaz y reveladora.

_.¿Un asesinato?_ le pregunté con recelo.

Afirmó con una exclamación.

_ Cuénteme, por favor_ le sugerí impaciente.

Se terminó de instalar de nuevo en nuestra residencia, se acomodó plácidamente en una butaca que colocó justo frente a mí, se aclaró la garganta y comenzó.

_ El escenario fueron las ruinas jesuitas guaraníes, una estructura altamente imponente y de una belleza solemne_ introdujo el tema, Dortmund._ Es un gran atractivo turístico y como tal organiza varias visitas guiadas durante todo el día, en especial los sábados y domingos. Pero como el reciente fue un fin de semana largo y se incrementó arduamente el número de visitantes, incorporaron mayoritariamente franjas horarias excepcionales para concentrar el flujo de gente inusual para que nadie se quedase sin ver ni contemplar semejante maravilla arquitectónica.

El hecho puntual sucedió el sábado en horas de la tarde, alrededor de las 14:15. Y más que de un asesinato, se trató de una tragedia, de esas que tanto afectan al alma humana sin remordimientos ni culpas. Estábamos todos prestando especial atención a la explicación del guía, cuando el momento tan grato e instructivo que estábamos compartiendo fue interrumpido bruscamente por un disparo de arma de fuego que provino del lado norte. Seguí el eco del sonido hasta su origen y me encontré con una mujer tendida en el suelo, muerta por un impacto de bala recibida en su sien derecha. La pobre se llamaba Cristina Auyero y frente a ella, a una distancia relativamente corta, prudente y considerable; estaba parado su exmarido, identificado como Roque Siloci, quien sostenía el revólver entre sus manos, aún. Estaba tenso, shockeado, nervioso, paralizado, consternado y no paraba de llorar y preguntarse porqué hizo lo que hizo.

Cuando me acerqué hacia él, lo primero que hizo fue confesar el crimen, sus palabras sólo giraban en torno a su confesión. Sin embargo, había dos puntos contradictorios que percibí de inmediato. El primero fue que si realmente el señor Siloci hubiera asesinado a la señora Auyero, el impacto de bala tendría que haber sido en el pecho o en su defecto en la parte frontal de la cabeza. Pero la bala entró por el costado derecho de la cabeza. Y fue extremadamente extraño porque pude darme cuenta enseguida que el señor Siloci siempre estuvo parado en ésa misma posición todo el tiempo. Y el segundo detalle que advertí fue que Roque Siloci sostenía el arma con absoluta firmeza y seguridad. Y si él hubiera verdaderamente disparado el arma por accidente, se le tendría que haber caído de la mano y haber intentado socorrer de alguna forma a la señora Auyero y eso ni nada parecido ocurrió. Y si la hubiera asesinado premeditadamente, tendría que haber huido de la escena urgentemente, y es claro que eso tampoco sucedió. Entonces, ¿por qué Cristina Auyero tenía el orificio de entrada en el costado de la sien derecha y por qué el señor Siloci mantenía el arma consistente entre sus dedos y además parado de frente hacia ella?

_ ¿El disparo salió de ésa misma arma?_ le pregunté a Dortmund, reflexivamente.

_ Sí_ me respondió él con seguridad._ Y fueron estos dos pequeños pero significativos detalles los que me dieron la pronta solución del caso.

_ Por más que lo analizo, no logro ver nada claro en todo esto.

_ Pues, todo es más claro de lo que parece. Mientras estaba disfrutando de la visita guiada, escuché de lejos una discusión subida de tono entre dos personas pero el hecho fue ignorado por mí en esos momentos. Más tarde, con la aparición del cuerpo de la señora Auyero, atribuí la discusión a ella y al señor Roque Siloci. Y no me equivoqué en ese aspecto.

Las cosas entre ellos no estaban bien desde hacía varios meses. Su matrimonio estaba en una etapa de erosión constante y prácticamente irreversible. Roque Siloci empezó a verse con otra mujer con la que mantenía una relación intensa y dinámica. El señor Siloci solía decirle a la señora Auyero que iba a llegar tarde a casa por cuestiones de trabajo, la vieja excusa que jamás va a pasar de moda. Pero ella empezó a sospechar que algo no andaba bien. Y aunque todas las veces que la señora Auyero confrontó a su esposo por este tema él le negara todo, ella ya lo presentía. Cristina Auyero estaba completamente enamorada de Roque Siloci, pero el amor no era recíproco y se había terminado hacía rato ya. Él llegó a hacer de todo para alejarla, pero para Cristina Auyero el señor Siloci era todo su mundo y no existía nadie por fuera de él. Y más de una vez, puedo asegurarle doctor, que la tercera mujer en discordia le propuso al señor Siloci deshacerse definitivamente de la señora Auyero porque era un obstáculo entre ellos dos. Así funciona la psicología de ésta clase de mujeres. Siempre ven a la esposa de su amante como un impedimento y persuaden perversamente a aquél para hacer cualquier cosa que permita sacarla del medio.

El señor Siloci y su amante aprovecharon este fin de semana para escaparse juntos, eligiendo como destino turístico la Mesopotamia argentina. Pero ninguno de los dos contaba con que Cristina Auyero los iba a seguir. Debió ser en el hotel donde ella lo agarró a su esposo in fraganti y el señor Siloci, evitando que su amante interfiriera, llevó a la señora Auyero a conversar e intentar calmar las aguas a un lugar más tranquilo. Ella hizo todo lo permitido para disuadir al señor Siloci de volver con ella y ser una pareja feliz otra vez, pero cuando vio que él no iba a cambiar de decisión, se alejó unos pasos y extrajo el arma de su cartera. Roque Siloci se habrá asustado porque habrá imaginado en ése momento que las únicas intenciones de la señora Auyero eran matarlo. Pero, para sorpresa suya, ella amenazó con quitarse la vida si no podía recuperarlo, porque ya no podía vivir rodeada de tanto dolor, y menos aún, siendo consciente de que su esposo tenía una doble vida con otra mujer.

Roque Siloci no hizo nada para evitar el suicidio de su esposa. Dejó que ella lentamente se apoyara el revólver en la sien y segundos después apretara del gatillo. Inclusive, la alentó a que lo hiciera. Era la solución que tanto deseaba, la que él no quiso ejecutar. Tuvo la ocasión de arreglar las cosas y no la desaprovechó. Pensó quizás que lo de Cristina Auyero era de palabra solamente, pero no, porque cumplió su promesa y se mató delante de suyo. Y cuando ella se desplomó sobre el suelo, él cayó en la inevitable y dura realidad. Se dio cuenta que amaba a su esposa más de lo que admitía, que era el amor de su vida y que jamás podría perdonarse el no haber evitado la tragedia. Y fue ésa culpa insoportable la que lo motivó a tomar el revólver y mentir respecto a que la había asesinado. Su dolor fue tan real como la pérdida sufrida.

_ ¿Simuló un asesinato sólo por amor?

_ Tal como usted lo plantea, doctor. Una tragedia más del alma humana atormentada por los celos, la ira y la culpa.

_ ¿Las pruebas son concluyentes? No es que dude de su capacidad, Dortmund...

_ Las pruebas son tan sólidas como la historia misma.

Me quedé pensativo por un largo rato.

_ Pese a que el caso fue resuelto y aclarado_ dije luego con un tono de voz persuasivo, _ ¿no pudiera darse el caso de que la amante los haya seguido, haya matado a la señora Auyero y el señor Siloci se haya achacado el crimen para protegerla?

Sean Dortmund me miró extrañado y su expresión no fue nada convencional. ¿Había considerado ésa posibilidad y la descartó más tarde con las investigaciones que efectuó o jamás la tomó en cuenta y había dejado a una asesina en libertad? Me desesperada la sola idea de que Dortmund, por primera vez en su vida, se hubiera equivocado.
 

martes, 2 de mayo de 2017

Un robo perfecto (Gabriel Zas)








_ ¿911?_ dijo una voz masculina gruesa, articulada y de buena entonación.

_ ¿En qué lo puedo ayudar, señor?_ respondió una voz femenina al otro lado de la línea.

_ Me llamo Gregorio Irala y quiero denunciar un robo.

_ Dígame, si es tan amable señor Irala, qué le robaron.

_ Yo robé un cheque por cien mil pesos de casa de un amigo.

_ Es una confesión seria la que me está brindando. ¿Está seguro de lo que me está diciendo?

_ Sí. Es más, tengo el cheque en la mano. Estoy dispuesto a devolverlo y a entregarme.

La voz de Gregorio Irala sonaba convincente y segura, y la interlocutora no dudó de que su declaración era verídica.

_ ¿Puede precisarme los detalles del robo, señor Irala?

_ Con dos amigos más vinimos desde Chascomús a pasar el fin de semana en casa de otro amigo que tenemos en común que vive en un complejo departamental en Retiro. Es banquero y el banco le confió el cuidado de un cheque por ése importe. Estoy falto de plata, vi la oportunidad y lo tomé. Y ahora me arrepentí y quiero devolverlo.

_ ¿Cómo fue el robo?

_Me levanté a la madrugada y me lo apropié sin que el resto se diera cuenta. Usé guantes para no dejar impresas mis huellas, tomé una pertenencia de cada uno de ellos tres y las coloqué en la escena para inculparlos y entorpecer a su vez una eventual investigación del caso. Pero pensé en lo que hice y decidí entregarme antes de que ellos lo descubran. Aproveché que salieron cada uno por su cuenta para llamarlos a ustedes.

Gregorio Irala le pasó el domicilio a la empleada del 911 y enseguida se acercó un patrullero hasta el lugar, donde los oficiales constataron la escena. Irala devolvió el cheque y fue arrestado in situ.

Una hora más tarde, se registró un llamado extraordinariamente curioso al 911. Una persona que se identificó como Walter Janner denunció exactamente lo mismo que Gregorio Irala, su declaración fue exactamente igual en todo aspecto. Ante este nuevo llamado, la Policía dudó de su relato y lo desestimó. Pero cuarenta minutos más tarde, el señor Janner se presentó espontáneamente en la Seccional y devolvió el cheque, el que claramente era falso porque el genuino había sido devuelto por el señor Irala, y Walter Janner fue arrestado por falsificación de documento y fraude. Pero las sorpresas no cesaban: ahora Irala sa declaró inocente por consejo de su abogado, aunque igualmente siguió en prisión. Pero lo insólito del episodio no dejó de asombrar a la Policía ni para bien ni para mal, era algo que escapaba de lo habitual y había captado el interés de la mayoría por igual.

Para ponerlo un poco más en claro,  Gregorio Irala robó el cheque y dejó evidencia para inculpar a sus supuestos tres amigos, pero también (intencionalmente o no) dejó evidencia que lo involucraba a él directamente. Esto fue algo altamente sospechoso. Y el caso de Walter Janner fue exactamente igual al de Irala. ¿Acaso los cuatro supuestos amigos se habían puesto de acuerdo en esto? Y si era así, ¿por qué? ¿Llamarían los otros dos que restaban? Porque era claro que si alguien pretendiera desvincularse de un hecho direccionando los indicios alevosamente hacia otras personas, no dejaría jamás nada que lo relacionase al propio autor con el mismo hecho en sí. Y por como estaba dispuesta la escena, daba la impresión de todo lo contrario. Sin embargo, estaba todo carente de huellas. ¿Qué estaba pasando en realidad?

Por recomendación indiscutible de nuestro buen amigo, el capitán Riestra, el jefe de la División Robos y Hurtos de la Policía Federal, el capitán Aldo Ortiz, le consultó en una primera entrevista sobre el caso al inspector Sean Dortmund. Ortiz era un hombre escéptico, de mal carácter y con un temperamento elevadamente arrogante, al que tuve el honor de conocer unos pocos días después.

_ Tomé una decisión al respecto de su planteo_ le dijo el capitán Ortiz a Dortmund, de malas maneras._ No me complace en lo más mínimo consultarle a un investigador privado y mucho menos europeo. Pero dada su intachable repercusión que logró alcanzar ayudando a Homicidios a resolver casos intrincados, decidí dejar de lado mis opiniones y acatar sus sugerencias de la otra vez.

Dortmund se sintió halagado por las palabras de Aldo Ortiz, aunque era claro que desaprobaba los malos tratos de aquél en todas sus formas. De todas maneras, dejó ésa perspectiva de lado y se metió de lleno en las novedades del caso que requerían su intervención.

_ Celebro su decisión_ afirmó mi amigo._ Dígame una cosa, capitán Ortiz: ¿ya habló con la sucursal del banco en la que trabaja el señor Arzeno?

_ Veo que no me mintiò respecto a que conoce los pormenores del robo_ expresó el capitán Ortiz secamente y sin sorprenderse.

_ Sólo hago mi trabajo, como usted hace el suyo. Ahora, si es tan amable...

_ Sí. Y confirmaron que le dieron un cheque por cien mil pesos a Gervasio Arzeno.

_ ¿Con qué finalidad, capitán Ortiz?

_ Debía depositarlo en una cuenta corriente en otra sucursal porque ése dinero era parte de un plan de inversión a futuro en un micro emprendimiento que involucraba la compra de acciones en la Bolsa y toda la mar en coche.

_ Constataron que el cheque que devolvió el señor Janner era falso. Una fotocopia a color muy bien hecha y muy bien ensamblada, perfectamente diseñada y estructurada, adosada en un papel de una calidad muy alta, extremadamente similar a la calidad del papel original del cheque original, ¿correcto?

_.Sí, correcto.

_ ¿Y el primero? ¿El que devolvió el señor Irala? Porque si el segundo resultó ser falso, es altamente probable que el primero también lo sea. Pero ustedes asumieron que se trataba del cheque verdadero y...

_ Está guardado como evidencia. En cuanto el juez lo disponga, será librado y restituido a quien corresponda.

_ Asumieron que es auténtico, comprendo.

_ ¿Usted cree lo contrario? ¿Está cuestionando la idoneidad con la que trabajamos?

_ Sólo me pregunto que si el segundo cheque es efectivamente falso, porqué no podría también serlo el primero. La calidad de la copia y del papel es tan buena, que no percibieron nada raro. Recomiendo una segunda revisión y una posterior comparación del segundo con el primer cheque.

_ Perdone, pero eso es ridículo.

_ Al contrario, es muy posible, capitán Ortiz. Suponiendo que sea un plan que Janner, Irala y el tercer hombre idearon inteligentemente, en donde los tres son culpables del robo, en donde los tres dejan evidencia suya para auto incriminarse, en donde los tres llaman a la Policía en forma separada y en donde los tres luego se declaran inocentes, ¿por qué aparecerían indicios también del propio señor Arzeno?

_ Siguiendo su lógica de que cada uno culpa al otro para, digamos, entorpecer la investigación y desviar las sospechas sobre sus personas, entonces me parece que no es algo tan complicado de deducir.

_ Sí, porque es la primera deducción que se desprende de los hechos en sí, lo que no la hace necesariamente la verdadera.

Ortiz abrió los ojos enormemente y miró a Dortmund con el entrecejo fruncido.

_ ¿Piensa usted que fue al revés, eh? ¿Que Arzeno se quedó con el cheque y dejó evidencia para inculpar a tres inocentes samaritanos? Admito que es una posibilidad que no habíamos considerado.

_ Porque es claramente falsa. Porque de ser cierta, no habría motivo para que tanto los señores Janner como Irala se auto inculparan por el robo_ respondió mi amigo con arrogancia y altivez.

_ ¿Fueron los cuatro? Oiga, Dortmund...

_ Ésta opción es la más fiable de todas hasta ahora. Pero no implica que sea la verdadera. ¿Qué pasó con el señor Arzeno?

_ Declaró y lo dejamos ir. No vimos razones suficientes para aprehenderlo dadas las circunstancias del caso.

_ Más allá de eso, ¿sonó convincente en sus palabras?

_ Absolutamente.

_ ¿Y en su actitud?

_ También.

_ ¿Se mostró  sorprendido o consternado en relación a las actitudes adoptadas por dos de sus tres amigos?

_ Claramente. ¿A dónde quiere llegar?

_ A la verdad, igual que usted. Deje que el tercero se comunique. Hablaremos entonces, capitán Ortiz.

Y Sean Dortmund le estrechó la mano a nuestro visitante.

_ ¿Cree realmente que el tercero va a seguir el juego de los otros dos?_ preguntó Ortiz, con absoluta incredulidad.

_ Lo hará, sé por experiencia que lo hará. Y ahí será cuando atrape al ladrón.

_ ¿Ya sabe todo?_ le pregunté a Dortmund sorprendido, después de que el capitán Ortiz se retirara. Aunque no sé de qué me sorprendí si ya estaba acostumbrado a estos desenlaces inesperados.

_ Tengo una idea, doctor_ me respondió seguro de sí mismo._ Pero me falta un elemento clave para confirmarla.

_ ¿Cuál?

_ Lo sabrá llegado el momento. Estuvo muy callado en presencia de nuestro consultor.

_ Sus deducciones fueron inteligentes y acertadas. ¿Por qué iba a arruinarlo con aportes incoherentes e inexactos?

_ Sus aportes son útiles. No menoscabe su talento, doctor.

Ciertamente, él solía quebrantar mis habilidades a través de su insoportable petulancia, aunque hubo veces en las que realmente valoró mis apreciaciones. Pero no pretendo irme de tema.

_ ¿Cómo fue la secuencia del supuesto robo, Dortmund?_ le pregunté al inspector con denotado interés.

_ El señor Arzeno llegó a su casa alrededor de las cinco de la tarde hace una semana atrás_ comenzó a explicarme,_ sacó el cheque del bolsillo interior de su saco, lo guardó adentro de un sobre y así como estaba lo colocó en el primer cajón del escritorio que tiene en su dormitorio.

_ ¿La Policía revisó allí?

_ Naturalmente, pero el sobre estaba vacío.

_ A simple vista, nadie pensaría que el sobre contendría algo de valor en el interior. Puede pensarse en una carta, en una citación, en un documento de cualquier índole, pero no en un cheque. Al menos, eso es lo que pienso yo.

_ Tiene un poder de deducción superficial, pero interesante. Continuando con la cronología de los hechos que antecedieron y prosiguieron al incidente del robo, cuando el señor Arzeno guardó el sobre con el cheque adentro de donde le mencioné anteriormente, nadie más estaba en la casa. Al menos, eso fue lo que el señor Gervasio Arzeno testificó ante la Policía. De modo que no cabía posibilidad alguna de que nadie más supiese sobre su existencia. Sin embargo, durante la cena, le comentó a sus amigos sobre el cheque aunque sin revelar el lugar de su escondite.

_ Y aun así, alguien a la madrugada se levantó, penetró en la habitación del señor Arzeno, abrió sutilmente el cajón, extrajo el cheque de adentro del sobre, dejó el sobre vacío adentro del cajón tal como estaba, lo cerró y se retiró tal como entró. Pero al día siguiente al ladrón le remuerde la consciencia, llama al 911, confiesa, se entrega y devuelve el cheque. Pero por consejo de su abogado, y así y todo con la mayor parte de los indicios en contra suya, se declara inocente aunque la Justicia decide que continúe en prisión. Y a falta de uno, dos de tres hicieron exactamente lo mismo, todo mecánicamente igual. Y la evidencia en la escena los vincula a los cuatro por igual. Es extraordinario este caso. A eso sumémosle que los cheques devueltos son falsos... Porque coincido con usted, Dortmund, en que ambos lo son.

_ No es para menos. Dejan evidencia plantada, con todo lo que eso implica, penetran en su habitación; abren el cajón, sustraen el cheque y el señor Arzeno no escuchó nada.

_ Pudieron haber amortiguado el sonido del cajón de alguna forma efectiva. Pero, ¿el resto, qué? ¿Ninguno de los otros ruidos los despertó? Lo dudo. Acá hay gato encerrado.

_ ¿Ve cuán interesantes y valiosos son sus aportes, doctor? Caben dos posibilidades en este punto: o el cheque estaba guardado en otro cajón de otra habitación o en el bolsillo de su saco, de donde nunca salió.

_ ¿Él con los amigos orquestaron todo este circo? Digo, porque entonces implica que el señor Arzeno siempre mantuvo el cheque adentro de su saco y que nunca lo sacó de ahí.

_ Yo pienso en algo diferente. Por eso necesito que el tercer hombre también confiese el robo al igual que lo hicieron los otros dos.

_ ¿Es algún tipo de broma extraña? Porque realmente todo esto parece una broma de pésimo sentido del humor.

_ Es algo más elaborado aún, si mi teoría no es equivocada. Pero claro que a toda la Policía, dadas las curiosas circunstancias del hecho, se le cruzó por la cabeza la idea de alguna clase de broma perversa. Pero el robo fue tan real como lo es ésta conversación ahora.

A los cinco minutos sonó el teléfono y Dortmund lanzó una exclamación al aire. Yo lo miré con recelo y desconcierto. Levantó el tubo, habló apenas un minuto y cortó.

_ Adivine qué, doctor_ dijo, dirigiéndose de nuevo a mi persona con el mismo entusiasmo de un chico cuando le obsequian un globo.

_ Nunca voy a lograr descifrarlo_ le respondí obstinadamente.

_ El tercer amigo llamó hace menos de diez minutos al 911 y confesó el robo exactamente igual a como lo hicieron los señores Janner e Irala. Nicolás Krausen dijo que robó el cheque porque necesitaba el dinero, que se arrepintió, que tenía el cheque consigo y que iba a entregarlo y a entregarse él. Sabemos que después lo asistirá un abogado, porque es su derecho, se declarará inocente pero igual seguirá bajo arresto hasta que el juez resuelva la situación procesal de los tres.

Y no dijo ni una sola palabra más. Tomó un libro, se sentó en su sillón de siempre y se puso a leer absolutamente relajado.

_ ¿Eso es todo?_ musité._ Vamos, Dortmund, ¿quién robó el cheque genuino y dónde está oculto?

_ La respuesta a su segunda pregunta es en el banco al que estaba destinado. Fue depositado en tiempo y forma. Caso cerrado_ y me dirigió una mirada impertinente.

_ ¿Siempre lo supo y dejó que dos inocentes permanecieran presos?_ protesté eufórico.

_ Sí, porque ellos también lo sabían y fueron parte de esto.

_ Dortmund, voy a enloquecer. ¿Quiere explicarme ya mismo y sin rodeos lo que está sucediendo?

_ Hace seis días atrás, el capitán Riestra me comentó por teléfono que Asuntos Internos tenía bajo investigación al capitán Ortiz por estar vinculado a una serie de robos y estafas importantes en diferentes bancos durante los últimos ocho meses. Cada vez que pasaba algo extraño, Ortiz aparecía involucrado de por medio. Fue ahí cuando decidieron investigarlo y lo empezaron a seguir. Descubrieron que tenía diversos contactos en varias sucursales bancarias que le pasaban información jugosa y confidencial al capitán Ortiz sobre múltiples transacciones y operaciones que tenían lugar dentro de la propia entidad. Así fue como le pasaron la data del cheque de cien mil pesos que le iban a dar al señor Arzeno para depositar en otra sucursal como parte de una inversión millonaria en acciones de la Bolsa porteña. Para que los cheques los pueda transferir cualquier empleado que la sucursal en cuestión designe, no lo hacen al portador. Fue la presa perfecta para el capitán Aldo Ortiz.

Cuando los expertos de Asuntos Internos anticiparon la jugada, se contactaron inmediatamente con el señor Arzeno para ponerlo en alerta. Habían averiguado que él había sido designado para llevar a cabo la operación. Al día siguiente, cuando le pidió a su superior el cheque en cuestión, aquél le dijo que había decidido encomendarle la diligencia a otro empleado. Y claro que no tardaron en darse cuenta que ése otro empleado era el mismísimo Aldo Ortiz. El jefe del señor Arzeno resultó ser su cómplice.

Gervasio Arzeno notificó el hecho a la Policía, quien por intermedio del capitán Riestra, me contactaron a mí y yo le tendí una ingeniosa trampa a nuestro ladrón y honorable jefe de la División Robos y hurtos de la Policía Federal, el capitán Aldo Ortiz. No fue difícil deducir que no iba a arriesgarse a esconder el cheque en cualquier lado porque podían encontrarlo por accidente. El mejor lugar para preservarlo fue en el bolsillo de su uniforme. Pacté un encuentro con él con la excusa de que la Policía había requerido mi intervención para que me pusiese al tanto de los detalles y avances del caso, y le quité el cheque sigilosamente de ahí mismo cuando le estreché la mano. Lo devolví a quien correspondía y todos salimos ganando. En este preciso instante, el capitán Ortiz debe estar siendo arrestado junto a sus cómplices.

Me quedé sin aliento. Pues me costaba procesar lo que había oído.

_ ¿Toda la idea ésa de que los tres se incriminaran, llamaran al 911, apareciese en la escena evidencia de los cuatro inclusive y todo el resto de la farsa fue idea suya?_ le pregunté mentalmente aturdido a Dortmund.

_ En efecto_ me respondió._ Lo hubiese adivinado desde un comienzo si se hubiese percatado que la evidencia de la propia víctima era lo único que no encajaba en la escena. Ni usted lo percibió ni la Policía misma, tampoco. Se lo propuse al señor Arzeno cuando me enteré de todo y aunque me costó un poco convencerlo, aceptó. Asimismo, el capitán Riestra convenció a la Policía para que hiciese su parte en este drama. Eso fue esencial. Y como ve, el ahora excapitán Aldo Ortiz mordió el anzuelo. Nunca sospechó que ya lo habían descubierto y que todo el caso fue un ardid para generarle una confusión mental y atraparlo.

_ Los cheques falsos...

_ Todo, doctor, incluida la historia y la declaración de los testigos. Y el sobre vacío lo plantó el propio señor Arzeno en el cajón por expresa orden mía. Admítalo: fue un robo perfecto acarreado por un plan perfecto.

_ ¿Por parte de quién?_ le pregunté, mirándolo con sarcasmo_ ¿Por parte del señor Ortiz o por parte suya?

_ Usted ya conoce la respuesta, doctor_ y me dio unos golpecitos en el brazo.