lunes, 22 de mayo de 2017

Maldad en la cancha de hockey (Gabriel Zas)







Sean Dortmund estaba sentado frente al pequeño escritorio que tenía en su habitación, preparando las actividades del día, como lo hacía habitualmente, para organizar mejor su jornada. Aunque ése día en particular no lo atraía demasiado para hacer algo ya que estaba frío y muy lluvioso, y él prefería los días soleados y cálidos.  Su tranquilidad era digna de envidia. Pero fue interrumpida por unos golpecitos suaves y certeros que alguien propinó en su puerta de entrada. Se levantó de mala gana y fue a atender. Y no fue ninguna sorpresa para él ver que quien se tomó la imprudencia de molestarlo era el mismísimo capitán Riestra. Lo recibió de buena gana aunque un poco molesto. Si había algo que Dortmund no sabía esconder del todo eran sus estados de ánimo.

_ ¿A qué debo el honor, capitán Riestra?_ le preguntó Dortmund amargamente cuando se instalaron en la sala de estar.

El aludido respondió sin rodeos.

_ Hubo un homicidio ayer a la noche en una de las canchas de hockey del club Obras. Sabemos por una muy buena testigo presencial que la víctima, a la que identificamos como Carla Ducano, escapaba de un acosador que la acechaba incansablemente.

_ ¿Cómo es eso?_ lo interrumpió el inspector con diplomacia e interés.

_ Le contaré todo brevemente desde el principio_ le propuso el capitán Riestra.

Dortmund asintió con la cabeza.

_ Hace aproximadamente cinco meses atrás, la señorita Ducano realizó una denuncia formal en la Comisaría 51°, que tiene jurisdicción en la zona en la que ella residía, porque empezó a ser acosada por un desconocido que nunca fue identificado. La llamaba a su teléfono de línea y le decía obscenidades, la insultaba, le hacía sonidos desagradables... En fin. Se inició una investigación formal pero jamás se pudo comprobar nada.

_ ¿Intervinieron el teléfono de línea de la señorita Ducano para establecer desde qué terminal recibía ésas llamadas?

_ Fue lo primero que se hizo, Dortmund. Pero los técnicos determinaron que provenían de un teléfono público ubicado en avenida Libertador a metros de Manzanares. Era como una aguja específica en un pajar lleno de agujas. Eso nos pudo haber dado la idea de que el acosador era alguien de la zona, pero no era algo concluyente y definitivo. Un teléfono público es utilizado a diario por gente de paso. Pero lo cierto es que el acoso continuó y cada vez se hizo más complicado rastrearlo. Solía llamar desde diferentes puntos estratégicos dentro de la misma zona y de regiones linderas. Y todas las intervenciones y búsquedas culminaban en un callejón sin salida.

<Carla Ducano realizó dos denuncias más alegando que el desconocido la seguía por la calle. Pero, al igual que todo de lo que se disponía hasta ése momento, no condujo a nada. Fue por esto que Carla Ducano le pidió a su mejor amiga, Soledad Bednet, que no la dejase sola y que la fuese a buscar a cualquier sitio que ella frecuentara. Es así que ayer a la noche, alrededor de las 20:45, Bednet pasó por ella por el club Obras, donde entrenaba hockey dos veces a la semana y era titular del equipo.>

<Según el testimonio de Soledad Bednet, Carla Ducano terminó la práctica puntual a la hora de siempre. Estaban cruzando la cancha para salir directo por la entrada principal de Libertador, cuando Carla le pidió que la esperase porque se había olvidado algo en el vestuario. La señorita Bednet le preguntó si quería que la acompañara, pero Ducano le respondió que no era necesario. Dijo que estuvo menos de dos minutos esperándola en la zona de gradas cuando escuchó de repente un grito seco y ahogado que indudablemente se lo atribuyó a Carla Ducano. Según lo que Bednet nos contó, dijo que se desesperó y que intentó hacer algo para ayudar a su amiga. Y que cuando miró hacia el interior del pasillo que conecta la cancha con la zona de los vestuarios, notó que Ducano venía corriendo a toda velocidad al grito de "ayuda" escapando de alguien. Cuando pasó por al lado de ella, vio que la perseguía alguien, un hombre, declaró ella; que quiso detenerlo pero que no pudo. Lo siguiente que recuerda es que el extraño se abalanzó de lleno sobre Carla Ducano y que hubo un forcejeo intenso y reñido, que tuvo como resultado que el sospechoso le arrebatara a la víctima su palo de hockey de la mano y le propinara varios golpes en la cabeza hasta dejarla inconsciente. Él arrojó el palo al lado del cuerpo y se escapó a toda velocidad por donde vino. Soledad Bednet se escondió por miedo y cuando el asesino desapareció, ella llamó inmediatamente a la Policía.>

_ ¿Por qué la señorita Bednet no intentó evitar que el desconocido asesinara a su mejor amiga?_ inquirió Dortmund, reflexivo.

_ A eso quería llegar_ ratificó con euforia el capitán Riestra, _ y por eso me tomé el atrevimiento de venir a consultarle. Hay algo en su versión de los hechos que no cuadra con la escena. Y no puedo descubrir qué es.

_ ¿Alguien más, aparte de la señorita Bednet, sabía del acoso?

_ No, nadie más. La familia dijo desconocer por completo el asunto.

_ ¿Investigaron a fanáticos del equipo, amigos de la señorita Ducano, familiares, conocidos?

_ Sí. La Policía siguió el protocolo al pie de la letra. Nada de nada. La identidad del acosador sigue siendo un profundo misterio.

_ ¿Y los peritos hallaron alguna huella en el mango del arma homicida?

_ No. De todos modos, lo van a procesar para ver qué pistas pueden obtener a partir de su análisis.

_ ¿Y el forense, qué dijo, capitán Riestra?

_ Su primera impresión fue que Carla Ducano falleció como consecuencia de los golpes recibidos en la cabeza. Pero va a hacer la autopsia porque quiere tener un panorama más minucioso sobre la causa de muerte y los últimos minutos con vida de Carla Ducano. Dijo que espera concluirla lo antes posible para disponer de los resultados mañana a primera hora del día.

_ ¿No encontraron nada más en la escena?

_ No. Nada que nos pudiera decir quién lo hizo. El único faltante que hubo fue un amuleto que se desprendió del collar que la víctima traía puesto. Debió caérsele mientras jugaba y no se dio cuenta. Los peritos no lo tomaron como nada relevante.

_ Se lo pudo haber arrancado el asesino.

_ Sin embargo, el análisis dejó en claro que se desprendió por accidente.

_ ¿La señorita Bednet no vio el rostro del misterioso asesino?

_ No. Dijo que entre la oscuridad y los nervios, le fue imposible verle la cara. Y menos aún, algún rasgo distintivo que permitiera identificarlo.

_ ¿Interrogaron al resto de las personas? ¿Qué declararon?

_ Que no notaron nada inusual. Tanto el entrenador del equipo, Diego Mornelli, como el resto de las jugadoras declararon que Carla Ducano estaba como siempre y que su actitud no les hizo pensar nunca que corría alguna clase de peligro.

_ ¿Me dice, capitán Riestra, que nadie notó ninguna presencia extraña durante el entrenamiento?

_ Exacto. Este personaje parece un fantasma.

_ ¿Nadie más, aparte de Soledad Bednet, presenció lo sucedido? ¿Ningún portero, nadie más?

_ El portero atestiguó que estaba en el cuarto de limpieza cuando pasó todo. Es una sala diminuta que está en el subsuelo.

_.Pero, alguien debió haber visto a este hombre. Entró en algún momento y alguien seguro que lo vio.

_ No es lo que declaró la gente.

_ Suponiendo que realmente se trate del acosador misterioso, porque creen que es él en base a circunstancias muy claras. Pero no hay ninguna evidencia clara al respecto_ y un destello resplandeciente invadió el rostro de Dortmund intempestivamente. Sonrió triunfante y miró al capitán Riestra con brillo en sus ojos.

_ Le haré una pregunta trascendental. ¿La señorita Ducano tropezó y el asesino aprovechó su caída para atacarla?

_ Bueno..._ y Riestra se quedó en silencio, con la vista atónita clavada en el inspector._ ¿Qué ocurre?

La voz de Riestra resonó con un halo de impaciencia.

_ Si la señorita Ducano tropezó accidentalmente, imaginemos eso por un momento, y el asesino aprovechó ése incidente para atacarla, ¿no cree sensato suponer que Soledad Bednet se hubiese abalanzado sin pensarlo ni por un segundo sobre el atacante para disuadirlo y ayudar a su mejor amiga?

_.Sería lo más lógico, por supuesto_ respondió Riestra, sin comprender adónde Dortmund pretendía llegar.

_ Pero eso no ocurrió porque la señorita Bednet declaró, según usted, capitán Riestra; que no pudo ayudar a su amiga. Que esperó a que el asesino se fuese para llamar a la Policía.

_ Exacto. Fue lo que le dije que me parecía que no coincidía.

_ No coincide porque no pasó así, porque la señorita Bednet mató por accidente a Carla Ducano. Ella es la verdadera asesina.

El capitán Riestra adoptó una expresión de desconcierto.

_ Mírelo desde la misma perspectiva que lo veo yo_ continuó Sean Dortmund._ Soledad Bednet sabe lo del misterioso sujeto que acosa a Carla Ducano. Lo sabe muy bien y conoce a la perfección todas las denuncias que la señorita Ducano radicó. Sabe a su vez que la Policía nunca identificó al sospechoso y mejor que nadie el tormento por el que pasa su mejor amiga. Se siente impotente e irritada. Y sabe también mejor que nadie lo paranoica que está Carla Ducano, a tal punto que cuando volvió al vestuario para buscar la pieza faltante del collar, porque supuso que se le había caído ahí; se encontró con una compañera de equipo que se lo recuperó, que se acercó para devolvérselo,  y como ella emergió de la nada misma y entre tanta oscuridad, la señorita Ducano se sobre exaltó y salió corriendo,  porque en su mente creía que se trataba del acosador. Y como la señorita Bednet, a raíz de la misma oscuridad, sólo vio una sombra ir tras Carla Ducano de complexión física robusta, pensó que se trataba de un hombre y lo asoció inmediatamente con el acosador. Pero que en realidad era la arquera del conjunto que todavía tenía todo su equipo puesto porque aún no se había cambiado.

<En la huida, Ducano tropezó y se golpeó la cabeza, lo que le ocasionó un ligero desvanecimiento. La arquera se asustó y escapó. Y Soledad Bednet vio la oportunidad de achacarle el crimen al misterioso acosador, creyendo fehacientemente que fue él el verdadero responsable de su muerte. Así entonces obtendría la justicia que Carla Ducano no pudo obtener por vías legales. Sí, porque cuando la vio tirada la creyó muerta. Pero se equivocó. No lo constató, cometió un error profundamente grave. Tomó algún tipo de prenda para tomar el palo de hockey de Ducano para evitar dejar impregnadas sus huellas y la golpeó en la cabeza reiteradas veces hasta el hartazgo. Dejó el palo tirado al lado del cuerpo y lo siguiente que hizo fue dar intervención a la Policía. Por eso, capitán Riestra, cuando el médico forense examinó el cuerpo de la señorita Ducano, cercioró efectivamente que la causa del deceso fueron los golpes en la cabeza.>

A la mañana siguiente, el capitán Riestra confirmó la teoría de Dortmund cuando verificó los resultados de la autopsia e interrogó a la arquera del equipo de hockey de Obras, que se llamaba Angélica Baldrich, quien se quebró y confesó que se asustó y reconoció lo mal que actuó. Por su parte, Soledad Bednet fue arrestada e imputada por homicidio culposo en grado de tentativa. Estaba shockeada y no paraba de llorar ni de lamentarse. Y si aun así, su idea inicial hubiese tenido éxito, igualmente hubiese sido considerado un asesinato, porque su plan original era quebrantar la voluntad de una persona determinada para vengar a Carla Ducano. Eso también era considerado homicidio. Dortmund nunca paraba de repetirlo.  
 
 

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