lunes, 22 de julio de 2019

El León de Nemea (Gabriel Zas)




Claudio se levantó a las siete y media de la mañana, y prendió la radio mientras calentaba el agua para tomar unos mates.
"Susana Spak, quien fuera secuestrada anoche cuando regresaba a su domicilio en la localidad bonaerense de San Miguel, fue liberada hoy a la madrugada a la vera de un descampado situado a un costado de la Ruta Provincial N°8, a la altura del barrio Altimpergher de José C. Paz, sana y salva. Fue encontrada por un particular que pasaba de casualidad por la zona. Detuvo su marcha, la asistió, la llevó al hospital municipal y se le dio rápida intervención a la Justicia. Se espera que Susana Spak dé su testimonio frente al fiscal del caso, el dr. Leónidas Roca, en los próximos días para esclarecer lo que le sucedió y dar con el o los responsables de su desaparición.
Sin embargo, la Policía trabaja con la hipótesis de que Susana Spak fue una víctima más del temido León de Nemea.
Así apodaron las autoridades a este sujeto desconocido hasta el momento porque su modus operandi consiste en secuestrar mujeres casadas, previa investigación de inteligencia; obligarlas a contactar a sus maridos por teléfono para darles cita en un punto específico, y una vez consumado el encuentro, las amenaza frente a ellos. Les pide algo a cambio, ellos acceden coaccionados por la situación, se retiran y él las libera horas después en un lugar solitario, como hizo con Susana Spak, su víctima número 15.
Por eso, la Justicia espera dar con su esposo cuanto antes para que brinde su versión de lo sucedido, aunque estiman que no arroje ningún dato de interés para la causa como ocurrió en los casos anteriores.
Seguimos con más información en esta mañana fría...".
Claudio recorrió con el dial otras frecuencias mientras se cebaba unos mates. Luego apagó el aparato, se terminó de vestir y fue a su oficina.
_ Viniste más temprano hoy, ¿qué pasó? ¿Dejaste a tu Jermu con el amante?_ le dijo un compañero de oficina, con sarcasmo.
_ No seas imbécil_ respondió Claudio, en un tono de voz entre indignado y desinteresado._ Viajó ayer a la noche para Formosa. Fue a ver a la madre, que está internada. Los hermanos, bien gracias.
_ ¿Te vas a ir para allá?
_ Voy en coche este fin de semana. Después, voy a llamarla para avisarle y preguntarle cómo está todo.
_ Y mientras tanto..._ dijo el otro, con picardía y cambiando su actitud severamente.
_ Y sí_ repuso Claudio con una sonrisa cómplice._ Le dije a Patricia que se venga a casa. Que le meta una excusa al marido y chau. Se traga todas las excusas el tipo ése. Encima, le conté a mi terapeuta sobre mi relación prohibida con ella. No sé si hice bien o no en decírselo.
_ Está bien. Vas para desahogarte de los problemas que te asfixian y contarle lo que te pasa y te preocupa. Es un profesional. No puede violar la confidencialidad paciente y licenciado. Tranquilo. Todo queda entre las cuatro paredes del consultorio.
Claudio recibió una llamada de su psicólogo, que le había adelantado la sesión de ése día dos horas antes por un inconveniente personal surgido a último minuto. Le pareció bien, inclusive más cómodo, y aceptó gustoso.
Salió antes del trabajo para llegar a horario. Hizo diez cuadras con su coche y se le quedó. Pidió asistencia a la aseguradora y le enviaron un mecánico enseguida. Le dio propina al personal que se trasladó hasta allá para que le cuiden y le guarden el  vehículo, y él se tomó un taxi hasta el consultorio del licenciado Morales. Llegó a horario, pese a los retrasos sufridos. Claudio no toleraba la impuntualidad.
La sesión duró un poco más de una hora, y el psicólogo se ofreció alcanzarlo con su coche.
_ Gracias, licenciado_ agradeció gentilmente Claudio._ Voy a casa a cambiarme y me voy a la aseguradora a ver qué pasó con mi auto. Es un misterio. Andaba perfecto y de repente, se paró y no arrancó más.
_ La mecánica es así. Igual, despreocúpese que lo dejó en buenas manos. ¿Vamos?
Durante el trayecto, hablaron de temas variados, de manera más abierta y sociable. Luego, se callaron abruptamente y Morales encendió la AM. Seguían hablando del León de Nemea.
_ Qué cosa el tipo ése_ comentó Claudio._ Secuestra mujeres, engaña a los maridos, les roba, las libera y no lo agarran. Así estamos.
_ ¿Quién sabe? La mentalidad de estos tipos es muy compleja. Es muy interesante estudiar la mente de los criminales. Cómo piensan, cómo sienten, cómo viven... La mente humana ya de por sí es un enigma encerrado en sí mismo.
_ Usted absorbió un poco de todas las doctrinas.
_ Leí Freud, Lacan, Keynes, tomé un poco de cada uno y entiendo la psicología desde un punto de vista propio.
_ ¿Cuál es su diagnóstico, entonces, sobre este tipo?
_ Busca venganza, eso es claro. Lo curioso es que no lastima físicamente a sus víctimas, y es porque experimenta y distrae la atención a su vez. Digo, él busca llegar a alguien en particular. Alguien muy cercano que lo traicionó.
Miró a Claudio con frivolidad y no dijo más nada. Cuando aquél se dio cuenta que se había desviado del camino y había enfilado para un destino completamente diferente y distante del principal, ya era demasiado tarde para hacer algo.
Pensó en intentar reaccionar, pero un impulso espontáneo lo detuvo y le hizo entender que cualquier clase de resistencia sería inútil. Lo mejor era esperar. Y francamente, ésa idea lo asustó demasiado. ¿Pero, acaso podía hacer otra cosa? Lo único evidente era que el licenciado Morales lo había raptado aún sin saber porqué. Y comprendió con la misma rapidez que lo que sucedió con su coche no fue ningún accidente. Mantener la calma era lo mejor que podía hacer.
El vehículo frenó frente a un enorme galpón abandonado, situado en medio de la nada. Claudio no sabía con exactitud dónde estaba y tampoco se arriesgó a preguntar. Sólo iba a limitarse a seguir las directrices del licenciado Morales.
Entraron al galpón. Era un ambiente sucio, hacinado y desvencijado, y sin ventanas que diesen al exterior. Estaba además completamente en penumbras.
Morales extrajo una linterna para alumbrar el espacio. Lo invitó a Claudio a interponerse delante suyo para liderar la marcha y a punta de pistola lo guió hasta una pequeña habitación cerrada con candado.
Al ingresar, un bulto macizo atado a una silla de madera captó la atención inmediata de Claudio. Se desesperó considerablemente al reconocer en ésa imagen a Patricia. Estaba muy asustada. Sus ojos eran un testimonio locuaz de sus más profundas emociones.
Claudio lo miró al licenciado Morales con ingenuidad. No podía entender que quien lo trató por más de dos años fuera en verdad un criminal.
_ ¿Usted? ¿Usted es el León...?_ balbuceó Claudio tartamudeando. Y contuvo sus palabras de golpe.
_ ¿Quién iba a sospecharlo, no?_ respondió el terapeuta con arrogancia._ Esto le pasa por hablar de más. No le tiene que contar absolutamente todo lo que le pasa a su psicoanalista. Siempre necesita guardarse algo para usted. Pero ya es tarde para que acepte mi recomendación, ¿no? Demasiado tarde.
Señaló a la prisionera.
_ Perdón, no los presenté_ ironizó Morales con soberbia._ Ella es Patricia, su amante... Y también mi esposa.

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