lunes, 10 de abril de 2017

Las detectives (Gabriel Zas)





                                            Caso 5: Coartada dudosa



_ ¿Así que el viejo hizo todo un ardid para que nadie cobrara su herencia?_ le preguntó Ailen Ezcurra a su amiga, Ivonne Fraga, visiblemente sorprendida y con cierto halo de ironía.

_ La herencia del avaro, como le dije a Laberna_ replicó entre risas Fraga.

_ Te tocó un caso sencillo, divertido y atípico. Vamos a ver cuando me toque el franco a mí la otra semana a ver si tengo la misma suerte que vos.

_ Te va a tocar investigar un suicidio que no es tal y te vas a enloquecer intentando averiguar lo que realmente pasó_ e Ivonne Fraga dejó escapar una risa después de la última palabra.

_ Andá, guacha. Che, ¿Qué onda con lo de Nievas?

_ Dos posibilidades: o ya fue o discretamente nos está investigando Asuntos Internos. Y me inclino más por esto último.

_ ¿Qué querés que te diga? Yo también. Investigamos un caso cuando Laberna nos ordenó no hacerlo y encima el tipo nos embaucó, nos usó de carnada y encima que se escapó, lo busca Interpol intensamente, todavía sin novedades.

_ Seamos positivas, ¿querés?

Sonó el radio de Ailen Ezcurra.

_ Te copio, Fontán_ respondió la detective.

_ Homicidio en intento de robo en Paternal. El pesado de Laberna las quiere a las dos enseguida ahí_ repuso una voz gruesa masculina del otro lado de la línea.

_ Recibido. Vamos en camino. Pasame el domicilio.

_ Cucha Cucha al 1000. Nos van a ver en la entrada.

A la hora y media, las detectives estaban en la escena del crimen. La víctima se llamaba Eduardo Moreno y había recibido dos impactos de bala en el pecho, provenientes de una Magnum 38 que el asesino dejó abandonada a metros del cuerpo. Yacía a metros del ingreso a la casa, en una suerte de living.

_ ¿Qué hacés, Zarasola?_ le dijo Ivonne Fraga al forense._ Contanos qué hay hasta ahora.

_ El tipo murió claramente por los disparos de la 38_ confirmó el forense._ No tiene heridas defensivas ni ningún tipo de lesiones en el cuerpo.

_ No se defendió_ afirmó Ezcurra.

_ Pero lo intentó. Tenía una veintidós que recuperaron los peritos. Disparó tres veces al aire, lo que supone que intentó disuadir al asesino. Pero el otro lo remató con dos disparos certeros. Recuperé las balas del cuerpo de la víctima y son efectivamente de una 38.

_ No me cierra que haya disparado al aire, en vez de hacerlo directamente contra el atacante_ reflexionó Ezcurra.

_ A mí tampoco_ ratificó el forense, _ como tampoco me cierra que el asesino haya dejado el arma olvidada en la escena.

Ivonne Fraga buscó a un oficial para saber más detalles de lo que hasta el momento habían descubierto.

_ Fontán_ llamó la detective al oficial ayudante que estaba provisoriamente al frente del operativo._ ¿Qué hay del arma homicida?

_ Está limpia_ respondió el aludido._ La voy a mandar a Balística para que establezca más cosas y a ver si encuentra algo inusual o algún tipo de coincidencia que estemos pasando por alto.

_ En lo posible, trayectoria del disparo, número de serie para saber a nombre de quién estaba. Y si el arma de la víctima estaba en regla, para qué la tenía, dónde la consiguió...

_ El arma del asesino tiene el número de serie limado y gastado. La compró de contrabando en alguna villa. Ésas armas son irrastreables. Por eso no le importó dejarla tirada. Y sin huellas, olvidate.

_ ¿Y la veintidós?

_ Tenía las huellas propias de la víctima. Él disparó, no hay dudas sobre eso. Yo creo que el tipo se asustó y le erró. El otro entró en pánico y lo liquidó. Un típico caso de criminis causa.

_ ¿Dónde tenía el señor Moreno guardada el arma?

_En ése cajón de allá_ dijo Fontán, señalando el tercer cajón abierto de un pequeño mueble de madera.

_ El cuerpo está de frente a la puerta de entrada a la casa_ vaciló Fraga._ El asesino entonces entró por ahí. El señor Moreno corrió a buscar el arma, lo que no le demoró más que unos segundos de tiempo en hacerlo; disparó nervioso al aire, el asesino repele el ataque, lo mata y se escapa.

_ ¿Por qué el asesino permitió que el señor Moreno hiciese todo eso? ¿Por qué no lo mató a la primera que pudo, cuando vio que Moreno iba a sacar algo del cajón?

_ Exacto, Fontán. ¿Estaba la cerradura forzada?

_ No, ya lo verificamos. Y ahora que lo mencionás, te anticipo que en la casa no falta nada. Error, Fraga. Es lo primero que tenés que preguntar en una situación así.

_ No me vengás con reproches, Fontán. Pero el asesino buscaba algo, entonces.

_.No, Chiquita. Está todo en orden, todo en su lugar.

_ Entonces, esto fue un asesinato premeditado_ acotó vivamente Ivonne Fraga._ ¿Cuántas personas viven en ésta casa?

_ Cuatro y estaban todas afuera al momento del crimen. Vienen todos para acá, ya los contactamos. La víctima esperaba a alguien, le abrió y pasó lo que pasó. Es claro.

_ Fue uno de los cuatro.

_ ¿Cómo podés estar tan segura de eso, Fraga?

_ Mirá. El asesino usó dos armas: la propia del señor Moreno y otra suya que compró ilegalmente para que no la podamos rastrear. Entra, comete el homicidio, va al cajón en donde sabe que la víctima guarda su arma, la agarra, tira un par de tiros al aire para aparentar que hubo un tiroteo y que intentó defenderse, la empuña en la mano del señor Moreno para dejar impresas sus huellas, limpia la suya, la deja y se va tranquilo como si nada.

_ Supongamos que lo que decís sea cierto. También pudo ser alguien de afuera, un conocido, amigo, qué sé yo. Toca el timbre, Moreno abre, el tipo le apunta, Moreno retrocede unos pasos por la amenaza con el arma, el tipo lo mata y después pasa todo como vos decís.

_ Si hubiese sido alguien externo y basándonos en la teoría del falso intento de robo, el tipo hubiese abierto cajones, revoleado cosas por el piso... Hubiese provocado un desastre de primera. Pasa siempre. Pero no es este el caso. Me dijiste, Fontán, que está todo en orden. Además, el arma estaba guardada en un cajón en particular. Y solamente las personas que viven con la víctima pueden saber eso.

_ Es imposible. Las cuatro personas que convivían con él tienen coartada, estaban afuera. Te reitero que nosotros mismos las contactamos y ya vienen para acá. Tienen que llegar en cualquier momento.

_ Bueno, entonces es claro que una de ésas coartadas es dudosa. Quiero entrevistar a los cuatro de a uno y a solas con Ailen. Quiero saber motivos, conflictos personales, la rutina habitual de cada uno, sobre todo los días jueves; cambios de comportamiento, etcétera.

_ Como quieras. Son tuyos.

_ Quiero el nombre de los cuatro sospechosos. Voy a hablar con Ailen.

_ Enseguida te paso la data.

Ivonne Fraga le expuso sus conclusiones a Ailen Ezcurra, que estuvo completamente de acuerdo con ella.

_ Es claro que la víctima estaba, ponele que en la cocina._ explicaba Ezcurra._ Escucha la puerta de entrada, se sorprende porque le parece raro, va a ver quién es y ¡puf! ¿Coincidís con mi postura?

_ Sí, es lógico tu planteo. Además, la posición del cuerpo lo confirma. ¿Qué averiguaste?

_ El cuerpo lo descubrió la vecina de al lado, cuando vino a verlo a Moreno y no respondía. Miró por la ventana que da a la calle y lo vio tirado, e inmediatamente nos avisó a nosotros. No escuchó nada: ni disparos ni ninguna discusión ni nada por el estilo.

_ ¿Más de cuatro impactos y no escuchó nada?

_ Dijo que estuvo toda la mañana en su cuarto, que está en el altillo, ordenando un par de cosas y con la música a volumen fuerte. Entre sus cosas, encontró algo que Eduardo Moreno le prestó hace algún tiempo y fue a devolvérselo.

_ ¿Te dijo si lo notó cambiado o si percibió algo fuera de lo común en su comportamiento, en su forma de hablar o quizás en su forma de mirarla durante estos últimos días?

_ No, me dijo que estaba como siempre. No notó nada extraño. Dijo que siempre se mostró amable, tranquilo, solidario.

_ ¿Amable como solía ser siempre o en exceso?

_ Como siempre.

_ ¿Y el resto de los vecinos?

_ Algunos no están, así que se enterarán de todo cuando vuelvan y los otros ni vieron ni escucharon nada. Lo típico de siempre, en ése sentido. Ya estoy curada de espanto contra eso.

_ Ya le dije a Fontán que vos y yo vamos a entrevistar a los cuatro que vivían en ésta casa junto a la víctima. Ahora me va a pasar los datos bien de quiénes son, pero ya están avisados y están en camino para acá.

_ Todos tienen coartada, por lo visto.

_ Sí, pero como le dije a Fontán, hay una coartada de ésas que es dudosa. Vamos a descubrirla y quien resulte ser su portador, es también el asesino.

El resto de los habitantes de la casa eran Marina Moreno, de treinta y ocho años de edad, hija de la víctima. Vivía ahí mismo con quien era su pareja de entonces, Víctor Acevedo. El tercer habitante era Lorenzo Moreno, hermano de la víctima. Y Juana Moreno, sobrina de la víctima e hija de su hermano.

Los cuatro llegaron a la casa consternados y conmovidos por lo ocurrido. Pues debían estar convencidos de que en realidad se trató de un homicidio en intento de robo y no un asesinato premeditado por alguno de ellos cuatro. Así evitarían que entorpecieran la investigación y se pusieran de acuerdo entre ellos para convenir una historia que los desvinculase del crimen.

Las detectives entrevistaron en primer término al hermano de la víctima, Lorenzo Moreno. Estaba realmente trastornado y afectado por la pérdida de su hermano. Lo llevaron a cabo en una de las habitaciones de la casa, en donde no dispusieron más que cuatro sillas y una mesa de por medio.

_ ¿Cuándo fue la última vez que vio a su hermano con vida?_ empezó preguntándole Ailen Ezcurra.

_ Hoy a la mañana, antes de irme al trabajo_ respondió Lorenzo Moreno afligido._ Desayuné con él, hablamos como siempre y me fui. Fue una mañana como cualquier otra.

_ ¿Dónde trabaja?

_ Soy abogado, trabajo en un estudio en Recoleta.

_ ¿Eduardo los mantenía o cada uno hacía su propio aporte para llevar la economía de la casa?

_ Cada uno aporta lo suyo. Somos una familia. Jamás permitiríamos que uno mantenga al resto.

_ ¿Era casado Eduardo, señor Moreno?

_ Quedó viudo hace catorce años. Se apoyó mucho en mí desde que su esposa falleció de cáncer. Yo nunca me casé por culpa de mi trabajo. Éramos bastantes diferentes con mi hermano, pero muy allegados.

_ ¿Se llevaban bien?_ intervino Ivonne Fraga.

_ Sí. Teníamos nuestras diferencias como hermanos y como familia, como todo el mundo, pero nada importante.

_ ¿Su trabajo como abogado se interpuso entre ustedes dos alguna vez?

_ Hace unos meses, una pavada. Eduardo salió a comprar acá cerca y presenció casualmente un accidente de tránsito. Habló con la persona afectada y me recomendó. Como favor, él le salió a la chica de testigo. Era un juicio absolutamente ganado. Pero Eduardo fue amenazado y cambió la versión de los hechos en beneficio del infractor, del que provocó el accidente. Por ende, yo perdí el juicio, mi prestigio y el estudio también perdió el suyo, además de la plata. Pero era mi hermano y lo apoyé. No hubo jamás rencores por eso. La Fiscalía investigó las amenazas pero sin mucho éxito.

_ Vamos a necesitar la dirección de donde trabaja para confirmar su coartada.

_ Claro, por supuesto. Se las daré a sus oficiales.

_.Gracias, señor Moreno. Queremos hablar ahora con su sobrina, Marina Moreno_ expresó sin emoción Ailen Ezcurra.

A los pocos minutos, la mujer estaba sentada frente a las investigadoras, igualmente consternada como su tío. Apoyó las dos manos entrelazadas sobre la mesa y se mostró dispuesta a contestar cualquier clase de pregunta.

_ ¿Dónde estaba hoy a la mañana cuando mataron a su padre?_ empezó indagando Ivonne Fraga.

_ Estaba en terapia con mi pareja. No nos llevábamos bien últimamente y decidimos empezar a hacer terapia para intentar saldar nuestras diferencias y ser una pareja feliz otra vez.

_ ¿Cómo tomó su padre esto?_ se metió a preguntar, Ailen Ezcurra.

_ Mal. Me vio un par de veces llorar, lo vio a Víctor indiferente frente a la situación, como si yo no le importara. Mi padre lo increpó varias veces y hasta lo amenazó con echarlo de la casa si no se comportaba como un caballero conmigo. A Víctor no le cayó nada bien eso. Y para calmar las aguas, supedité la permanencia de Víctor en casa a cambio de empezar a hacer terapia de pareja. Mi padre aceptó. Empezamos hace dos jueves atrás y mejoró la relación un montón, tanto entre nosotros como entre Víctor y mi padre.

_ ¿Sabe de alguien que quisiera lastimar a su padre?

_ No, nadie. Se me hace imposible imaginar quien pudiera quererlo muerto. ¿Por qué me lo pregunta? ¿Acaso no se trató de un asalto que salió mal?

_ Sí, así fue. Pero entienda que nuestro trabajo es descartar todas las posibilidades posibles.

_ ¿Usted se llevaba bien con su padre?_ disparó la detective Fraga.

_ Sí. Teníamos una relación muy linda. Todavía no puedo creer que esto haya pasado_ y Marina Moreno se largó a llorar compulsivamente.

_ Nuestro más sentido pésame, señora Moreno. Necesitamos que nos facilite la dirección de su psicólogo para confirmar su coartada. Es una cuestión de rutina, nada más.

_ Está bien.

_ Gracias. Puede retirarse.

_ ¿Creés que pudo haber sido ella?_ le preguntó Ailen Ezcurra a su amiga, después de que Marina Moreno abandonara el cuarto.

_ Yo creo que tiene más motivos Acevedo, su pareja, que ella misma_ opinó Fraga.

_ Estaban en terapia los dos juntos. No te olvides de eso.

_ Vamos a hablar con Acevedo, y cuando terminemos con todos los interrogatorios, te digo lo que pienso.

_ Quizás pensemos lo mismo las dos.

Víctor Acevedo era un hombre indiferente y que no mostraba ni emociones ni resentimientos. Su rostro era de una facción tenebrosa y áspera, pero su personalidad demostró todo lo contrario. Era un hombre sensible y compasivo.

_ Estaba con mi mujer en terapia_ declaró haciendo un sobreesfuerzo por no quebrarse._ Tenía unas diferencias con Eduardo. Pero supongo que Marina ya les habrá contado sobre eso.

_ Sí, ya nos los dijo_ afirmó la detective Ezcurra._ ¿Por qué vivían acá en vez de tener su propia casa con la señora Moreno?

_ Porque no está a nuestro alcance comprarnos una vivienda propia. Inclusive intentamos solicitar alguna hipoteca, algún préstamo, pero nos rechazaron en todos lados por unas viejas deudas de familia. Así que empezamos a juntar plata de a poco para poder comprar una casa y mudarnos solos.

_ ¿De qué trabaja, señor Acevedo?

_ Soy mecánico en un taller sobre la avenida Warnes. Se imaginarán que no gano una fortuna.

_ Y con la muerte del señor Moreno, imagino que la casa quedaba para su hija, ya que de todos los que viven en ésta casa, ella es su vínculo más directo. La casa pasa del padre a la hija de forma directa, así es la sucesión en nuestro país. El problema de un hogar para ustedes dos quedaría subsanado. Echan a Lorenzo y a su hija con cualquier pretexto y asunto resuelto.

_ ¡No me gusta lo que está insinuando!_.Víctor Acevedo se puso de pie violentamente.

_ Mi compañera sólo descarta posibilidades_ la defendió Ivonne Fraga.

_ Pudieron haber contratado a alguien de afuera_ siguió Ezcurra, prepotente._ Le dieron la llave de la casa, el tipo entró, cometió el homicidio y usted y su esposa tienen la coartada ideal.

_ ¡Me ofende! Eso es todo. Terminamos. Si quieren volver a hablar con alguno de los dos, van a tener que contactar primero a mi abogado_ repuso frenético.

Y el señor Acevedo dio un fuerte portazo a la puerta cuando abandonó la habitación. Ivonne Fraga le dirigió una mirada frívola y hostigante a su amiga.

_ ¿Qué fue eso?_ le reprochó asombrada.

_ Quería asegurar una idea que tengo desde que interrogamos a alguien en particular.

_ ¿Y ésta es tu manera de conseguirlo? Te felicito, Genia. Nos pueden hacer un sumario por esto. Acusaste prácticamente de asesinato al tipo sin ninguna evidencia que te respalde. ¿En qué estabas pensando, Ailen?

_ Por ahí me exacerbé, lo admito. Perdoname. Pero no fue en vano.

La detective Fraga exhaló un suspiro de impaciencia e hicieron pasar finalmente a la última persona que restaba por interrogar: Juana Moreno. Era una mujer de unos veintipico de años, de complexión atlética y modales refinados.

_ ¿Dónde estaba hoy a la mañana?_ quiso saber Fraga.

_ Corriendo, haciendo ejercicios por el barrio. Me gusta más hacer ejercicios al aire libre que estando encerrada adentro de un gimnasio y que te cobren una fortuna por eso_ respondió la muchacha amablemente.

_ ¿Algún conocido la vio? ¿Se cruzó con alguien y estuvieron hablando?

_ No, detective.

_ Entonces, nos está diciendo que no tiene coartada al momento del crimen_ lanzó Ailen Ezcurra sin piedad.

Ivonne Fraga le dirigió una mirada de advertencia.

_ Sólo les digo la verdad. Y yo no quería muerto a mi tío_ respondió Juana Moreno con calma y conteniéndose para no estallar.

_ Su verdad no es la verdad en sí_ la confrontó con aticismo, Ezcurra.

_ ¿Todos los jueves tiene la misma rutina por la mañana?_ preguntó más cordialmente, la detective Fraga.

_ Sí. Aprovecho que es mi día libre_ contestó Juana Moreno._ Después, corro los sábados por la tarde y los domingos un rato a la mañana.

_ ¿Cómo era su relación con su tío?

_ Buena. Era más que eso. Vivía con él porque él mismo me lo pidió. Le encantaba estar conmigo. Mi padre no estuvo muy de acuerdo, pero logró convencerlo para que me quedara. Vivo en Saladillo en realidad yo,  pero estoy en Buenos Aires por el estudio y el trabajo. Y mi tío prefirió que me quede en su casa a tener que pagar un alquiler en alguna casa o departamento en donde sea.

_ ¿Tuvieron alguna pelea en los últimos meses?

_ Hace tres semanas. Yo estaba buscando trabajo pero no conseguía nada porque, para serles sincera, mi currículum era muy pobre. Hablando así con una compañera de Facultad, vi que su currículum era sobresaliente, era realmente un lujo. Me lo mostró como ejemplo para que yo armara el mío propio basado en el suyo. Pero no disponía ni de las cualidades ni de la experiencia que tenía ella. Así que... Lo robé sin que se diera cuenta, lo fotocopié y se lo repuse con la misma discreción con la que se lo saqué. Solamente tuve que cambiar el nombre de ella por el mío, algunos datos básicos y listo. Pero cuando lo estaba por hacer, mi tío me agarró in fraganti. Me dijo que desistiera de la idea, porque sino me delataría. Que hacer una cosa así me traería muchos problemas a corto plazo. Le dije que tenía razón. Pero le mentí y seguí adelante con la iniciativa_ e hizo una pausa repentina.

_ Y el señor Eduardo Moreno la descubrió_ continuó la detective Ezcurra._ Tuvo motivo y oportunidad para el crimen.

_ Yo no lo maté. Quería mucho a mi tío.

_ Eso es todo. Puede retirarse. Gracias por su tiempo.

_ ¿Otra vez?_ la increpó Ivonne a Ailen, cuando la joven dejó el cuarto.

_ Ella no fue_ respondió Ezcurra con seguridad._ Sería obvio que ella lo hiciese porque tiene una coartada que nadie puede verificar, según su declaración. Y fijate que es una mujer flaca y menuda. La creo incapaz de sostener un arma tan pesada como una Magnum 38, apuntar directo al pecho y disparar, a falta de uno, dos tiros.

_Coincido con vos_ convino Ivonne Fraga._ ¿Entonces? Porque todos tenían motivo para el asesinato. Eso no me lo esperaba.

_ Verifiquemos las otras coartadas. Te sugiero empezar por...

Y le susurró unas palabras al oído.

_ Estoy de acuerdo. También sospecho de ésa persona.

Balística determinó que el arma que le quitó la vida a Eduardo Moreno fue la Magnum 38 encontrada en la escena, sobre la que no se establecieron muchos parámetros clarificadores ya que no pudieron recuperar el número de serie ni huellas dactilares. Pero sabían que de la Comisaría 24 había desaparecido un arma de las mismas características, evidencia de un asalto a mano armada a un banco hacía dos meses y medio. Los registros fueros modificados, por lo que no se sabía con certeza quién la había retirado del depósito y se estaba trabajando para averiguarlo cuanto antes, aunque todavía sin pistas firmes. Por último, se determinó que la trayectoria del disparo era consistente con la posición del cuerpo, lo que le daba solidez y verosimilitud a la teoría invocada por las detectives.

En cuanto a la otra arma, la de calibre veintidós, tenía las huellas propias de la víctima y estaban todos los papeles en regla.

Tanto Ailen Ezcurra como Ivonne Fraga se interiorizaron de estos descubrimientos después de que hubieron terminado de corroborar todas las coartadas proporcionadas por los cuatro sospechosos, que estaban reunidos todos juntos en el comedor. Las investigadoras los enfrentaron a solas, fuera de la presencia del resto de los oficiales y del equipo de investigación.

_ Juana Moreno_ dijo Ailen Ezcurra._ Sabemos que usted no lo hizo. Es verdad que no dispone de una coartada muy sólida que digamos, pero ciertos detalles de su historia nos confirman su cargo de no culpabilidad en la muerte de su tío.

La muchacha sonrió calurosamente, sintiéndose profundamente aliviada.

_ ¿Acaso no fue un asalto que salió mal?_ protestó Marina Moreno, absolutamente sorprendida.

_ Eso quiso que pensáramos quien lo hizo, pero cometió una serie de errores que nos llevaron a concluir que en realidad se trató de un deliberado asesinato a sangre fría. Y tales errores nos llevaron a la irremediable conclusión de que quien mató al señor Eduardo Moreno fue uno de ustedes cuatro.

_ Juana Moreno ya quedó descartada_ prosiguió Fraga._ Quedan tres. Y sabemos que pese a que todos tienen coartadas al momento del asesinato, una es dudosa y débil, y se cae por su propio peso. Fue armada exclusivamente por el culpable para cubrir sus rastros. Mal hecho, por cierto.

Todos se miraron entre sí consternados, asustados, nerviosos y confundidos.

_ Debe haber un error_ se quejó Víctor Acevedo.

_ Es una locura_ opinó Lorenzo Moreno.

_ Ningún error_ afirmó Ezcurra.

_ Hablamos con el licenciado Ravena, señor Acevedo, y él y su secretaria confirmaron que tanto usted como la señora Marina Moreno estuvieron ateniéndose hoy a la mañana en su consultorio_ agregó la detective Fraga.

_ Y el ganador es Lorenzo Moreno_ dijo con ironía Ailen Ezcurra.

El acusado se rió nerviosamente. Todas las miradas estaban puestas en él. Nadie salía de su asombro, nadie podía creerlo.

_ ¿Qué pavadas están diciendo? ¡Por favor!_ intentó defenderse Lorenzo Moreno, pero cualquier intento de parte suya por querer demostrar lo contrario resultó en vano.

_ Hablamos con sus compañeros de trabajo, sus colegas del estudio_ continuó Fraga_ y nos dijeron que usted no iba a trabajar los días martes, porque era su día de franco fijo. Pero pidió que ésta semana se lo cambiasen para hoy jueves. Raro, ¿no? No, a decir verdad, no es extraño, porque hoy jueves no había nadie en la casa a la mañana, su hermano estaba solo, era el momento ideal. Y como el resto de la familia tenía coartadas sólidas, usted tuvo que crearse la suya propia. Pero la idea de matar a Eduardo Moreno, apuesto lo que quiera a que fue toda de algunos de sus compañeros del estudio.

_ Ellos le sugirieron el cambio del franco propuesto sin dudas por usted mismo. Vino a matar a su hermano y ellos lo cubrirían diciendo que nunca se fue de la oficina para nada. Hasta le proporcionaron el arma. Son abogados y como tales tienen contactos muy pesados dentro de la Policía. Así les fue fácil conseguir el arma. La sacaron de la Comisaría con un nombre falso, le borraron el número de serie y así pensaríamos que fue comprada en forma particular a un vendedor ilegal y que de ése modo nunca podríamos rastrearla. Pero la gente de Balística hizo muy bien su trabajo.

_ Usted sabía que su hermano guardaba un arma, así que se la apropió para simular un tiroteo entre él y el supuesto ladrón por un robo que salió mal. Así desviaría la investigación hacia una pista falsa y nunca sabríamos que en realidad usted asesinó a Eduardo Moreno. Lástima que no tuvo en cuenta ciertos detalles trascendentales.

_ ¿Y por qué lo maté?_ preguntó con disciplencia Lorenzo Moreno.

_ Usted mismo nos lo dijo antes cuando lo interrogamos: la puesta en juego de su prestigio como abogado y el del estudio por el caso que su hermano arruinó cuando cambió la declaración a última hora bajo coacción de terceros_ contestó Ailen Ezcurra con convicción.

_ La millonaria suma que perdieron en pesos por su culpa es secundaria, ¿no?_ escarneció Ivonne Fraga.

Unos oficiales esposaron y apresaron a Lorenzo Moreno, en tanto que el resto de la familia estaba traumada por lo sucedido. Todavía no caían en la realidad de la naturaleza de lo acaecido.

_ ¿Sabés qué es lo más traumático de todo?_ le dijo Ailen a Ivonne, de vuelta en la Comisaría.

Su amiga negó con la cabeza.

_ Todo el tema del papeleo y la elevación del informe del caso.

_ La última vez estuve sola me tocó hacerlo a mí. Ahora bancatela vos, querida.

Ailen Ezcurra le dirigió una mirada poco amistosa a su compañera.

 

 

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