jueves, 23 de noviembre de 2017

La mujer que no pensaba casarse (Gabriel Zas)




 
 
_ Vos te vas a casar con Ramiro Reguera quieras o no, mocosa_ le decía Francisco Donaire a su hija Valentina, mientras la sostenía fuertemente de uno de sus brazos.

_ ¡Soltame, papá!_ suplicaba ella a gritos desesperados, toda vez que intentaba imponerse a los sometimientos de su padre.

_ Te voy a soltar cuando me digas que te vas a casar con Ramiro.

_ Ni loca me pienso casar con ése bueno para nada.

Francisco Denaire se precipitó bruscamente y casi de manera involuntaria soltó a Valentina. Ella no paraba de sujetarse el brazo mientras miraba a su padre con resentimiento y hostilidad.

_ Mirá, pendeja desubicada_ le advirtió su padre levantando un dedo._ Ramiro y su familia se preocuparon por nosotros y sobre todo por vos desde siempre. Cuando vos estuviste internada hace ocho años atrás, que te debatías entre la vida y la muerte, don Julio Reguera estuvo noche y día en el sanatorio y Ramiro hasta lloraba porque no sabía si ibas a sobrevivir, y no se movía de tu lado. ¿Quién te pensás que cubrió todos los gastos de internación, los copagos, los medicamentos, los traslados en ambulancia...?

_ ¿Y por eso me tengo que casar con él? ¡Estás muy equivocado!

_ ¡Te vas a casar con él porque yo soy tu padre y te ordeno que lo hagas!

_ ¿Desde cuándo existen los matrimonios arreglados en nuestro país?

_ A mí eso me importa un carajo. El 12 te casás por Civil y el 16 por Iglesia. Ya enviamos todas las invitaciones. No tenés opción. Vos y Ramiro se van a casar quieras o no.

_ No sos un padre, sos un tirano hijo de puta. Cómo se nota que serviste a los milicos en el `81.

Y antes de que él pudiera reaccionar, Valentina abandonó la habitación.

_ Quiere que me case con él por la plata y las propiedades que el Viejo le dejó a Ramiro_ le confesaba Valentina Denaire a Delfina, alguien muy cercana a ella, por teléfono._ Si él sigue soltero, todo es suyo. Pero si se casa, está obligado a cederme la mitad de sus bienes. Después, mi padre, como es abogado, va a buscar la manera de cagarme para sacarme ésas propiedades y quedárselas él desde la primera hasta la última.

_ Pero para que eso pase, te tendrías que divorciar legalmente de él_ le dijo Delfina con voz suave y compasiva.

_ Mi Viejo pensó en todo, no es boludo. Como Ramiro Reguera es un pobre infeliz que no sabe nada de la vida, está convencido de que a mí también puede manejarme a su antojo.

_ ¿Y qué vas a hacer, Negra? La fecha ya está puesta. No me estoy poniendo del lado de tu papá, pero...

_ Pero, nada. No me caso, ya está decidido. Fuera de esto, ni loca me fijaría nunca en alguien como Ramiro.

_ ¿Y qué vas a hacer, entonces?

Delfina parecía preocupada.

_ Tengo una idea que no puede fallar.

Valentina Denaire sonaba fuertemente convencida.

Al día siguiente, Valentina se encontró con Delfina en un bar para darle una noticia que la cambió por completo.

_ ¿A qué no sabés con quién me encontré?_ le peguntó Valentina a su confidente, llena de felicidad.

_ No sé. ¿Con quién?_ repuso Delfina.

_ ¡Con Emilio Tovar!

Ella la miró con cara de vacilación.

_ ¿Quién es?_ le preguntó al fin.

_ Mi antiguo amor de Secundaria. ¿Vos llegaste a conocerlo?

_ No, creo que no. Debe ser por eso que no me acuerdo de él.

_ Pobre, lo agarró la crisis del 2001 y lo dejó en la lona. Hace changas, se las rebusca como puede. ¡Pero está igual! ¡Sentimos una felicidad mutua cuando nos vimos!

_ Es lindo que digas eso, a pesar de que no tiene un peso partido a la mitad. Pero, acordate de tu matrimonio arreglado con el hijo de Julio Reguera. ¿Ya pensaste en algo al respecto?

_ Le conté todo a Emilio.

_ ¿Qué te dijo?

_ Que a mi Viejo lo quiere reventar a trompadas.

_ ¿Te dio una solución fiable para resolver el asunto, aparte de sus deseos de practicar boxeo con él?

_ Una que no va a fallar.

Valentina sonrió con perspicacia, Delfina le devolvió la sonrisa y ambas chocaron sus manos palma abierta en el aire.

Finalmente, el día de la boda por Civil llegó. Pese a que Valentina Denaire estaba desilusionada y profundamente dolida y angustiada, accedió a los deseos de su padre y contrajo matrimonio con Ramiro Reguera. Francisco Denaire sonrió con la misma satisfacción de un cazador después de atrapar a su presa más difícil. Cuatro días después, se llevó a cabo la ceremonia por Iglesia con la misma normalidad que el Civil.

A las dos semanas, Francisco enfrentó a su hija en la casa que compartía con su marido con un papel en mano y absolutamente sacado y fuera de sí.

_ ¿Qué significa todo esto?_ le preguntó él, fervientemente irascible.

_ No sé qué es ése papel_ le respondió Valentina, sugerentemente.

_ Es una notificación del Registro Civil que anula tu matrimonio con Ramiro y una citación judicial. ¿Qué hiciste?

_ Lo que vos dijiste que hiciera: casarme con Ramiro.

Dijo eso último con ironía y disciplencia, lo que puso a su padre en alerta de que algo más estaba sucediendo, algo que él desconocía por completo.

_ ¡No me tomés por estúpido, Valentina! ¿Qué hiciste?

_ Vos estabas ahí en el casamiento. Me viste despojarme en los brazos de Ramiro. Y yo te vi que se te caía la baba, imaginando mi ruina con él en unos meses y vos gozando de todas las propiedades que el Viejo le heredó a Ramiro antes de morir, no sin antes sacarme del medio a mí.

_ ¿Qué clase de barbaridades estás insinuando? ¡No te lo voy a permitir!

Valentina Denaire se rió a carcajadas con soberbia.

_ ¿Te creés que no sé que mataste a Julio Reguera, papá?_ le retrucó unos segundos después, con seriedad._ Con Julio muerto, todas sus empresas, propiedades y fortuna pasaban inmediatamente al dominio de Ramiro Reguera, con quien casualmente insististe en que me casara todos estos meses, porque antes de eso nunca se te hubiera ocurrido involucrarme en una locura de semejante envergadura. Tus insistencias comenzaron exactamente después del fallecimiento de tu gran amigo, como lo llamabas vos. Y fue tan lamentable verte fingir en el velatorio llorando su muerte... Sos patético, papá.

_ No sabés lo que decís. Julio murió de un infarto y eso quedó establecido en la autopsia. Estás enojada conmigo y descargás tu bronca inventando este tipo de pavadas, que además no tienen fundamento de nada.

_ Vos le indujiste el infarto al inyectarle aire en las venas con una jeringa. Y cuando lo hiciste, cambiaste la posición del cuerpo para que el rigor mortis cubriera la marca del pinchazo y la hiciera desaparecer por completo. Te admiro, papá. Lo pensaste bien. Pero admito que estoy orgullosa de haber heredado de vos al menos tu inteligencia.

Francisco Denaire no despegaba los ojos del rostro de su hija. La miraba de un modo muy peculiar, un modo que no se puede describir con palabras. No expresaba odio pero tampoco reflejaba afecto.

_ Faltaba que yo me casara con el único hijo de Julio Reguera_ continuó explayándose ella_ para culminar tu segunda parte del plan y apropiarte de todo lo suyo sin rodeos. Pero acá viene la parte en que yo te decepciono a vos al confesarte que nunca me casé con Ramiro.

La cara del padre cambió radicalmente, tornándose su piel blanca como el papel.

_ Eso es imposible bajo todo punto de vista_ agregó enseguida con una risita nerviosa y demasiado confuso.

_ Sí, es posible porque se casó con mi hermana gemela. ¿Ya te olvidaste de la hija que echaste de tu casa cuando discutiste fuertemente con ella porque te rehusaste a reconocerla como legítima hija tuya? Qué mal padre sos. Pero para mi fortuna, yo la seguí viendo a espaldas tuya y sabía al dedillo que estaba felizmente casada y contaba además con la ventaja de que Ramiro Reguera no sabía de su existencia porque vos jamás le hablaste de ella. Así que, ella fue al altar en reemplazo mío y nadie, pero absolutamente ninguno de los presentes de la ceremonia, incluyéndote vos; advirtió la diferencia. Y como mi hermana ya estaba casada de antes, el matrimonio con Ramiro queda sin efecto. Y yo me casé en secreto, sin que vos ni nadie supiera, con Emilio Tovar. ¿Te acordás de él, papá? No lo querías ni un poquito.

_ Vos no sos capaz de hacerme una cosa así a mí. No, a vos nunca se te ocurriría algo así que pudiera perjudicarme.

_ ¿Estás admitiendo que asesinaste a Julio Reguera de la manera y por los motivos que te expuse?

_ ¿Y si lo hice, qué? No lo podés probar. Es sólo una conjetura tuya dictada por tu intuición.

_ Tomo eso como un sí. Y me deja muy tranquila que apruebes el matrimonio de Ramiro con Delfina.

Francisco Denaire se desvaneció cuando oyó aquéllas últimas palabras y despertó a las pocas horas con la idea de que ése intercambio de palabras que mantuvo con Valentina fuera solamente producto de su imaginación.  

 

 
 

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