Caso 10: Accidentada
Nada iba a arruinar ésa noche de
salida de amigas. Ailen e Ivonne se arreglaron y vistieron ropa de gala para ir
a ver un ballet a uno de los teatros más emblemáticos y ostentosos de la ciudad
de Buenos Aires. Llegaron puntual a las 19, una hora antes del arranque de la
función, y se sentaron en los asientos del medio de la tercera fila de
adelante. La sala se colmó de gente en cuestión de pocos minutos, lo que obligó
a que la función empezara a horario.
El despliegue de las veintiún
bailarinas en escena, el armado de la escenografía y la originalidad de la
coreografía hicieron del espectáculo un deleite para los ojos de los presentes,
inclusive para el de ambas mujeres, que no estaban habituadas a presenciar
eventos de semejante magnitud y lo disfrutaron como nunca en sus vidas.
Todo era glamour y perfección
hasta que Martina Lodeira, una de las artistas más prestigiosas y talentosas
que había en el país por esos días, y una de las más importantes y reconocidas
de Latinoamérica, en un salto básico que ejecutó cayó mal parada, trastabilló
al querer equilibrarse cuando apoyó su pie izquierdo sobre el suelo del
escenario y se deslizó precipitadamente de espalda como consecuencia de ése
intento desesperado por recuperar el ritmo. Ni bien se vino a menos, quedó absolutamente
inmóvil.
El público se impacientó
abruptamente porque no sabía con exactitud cuál era el estado de la bailarina.
Desde los asientos, se podía contemplar que la caída había afectado severamente
la salud de Martina Lodeira, y muchos supusieron casi al mismo tiempo, que
había quedado inválida porque quizás se rompió alguna vértebra vital de la
columna. Sus compañeras de elenco la rodearon con desesperación y estupor, y al
advertir que Martina no se movía ni respondía a ningún estímulo, bajaron las
luces del escenario y cerraron el telón en una misma secuencia. Ésa situación
generó más conmoción y desconcierto en el público presente, por lo que Ailen
Ezcurra e Ivonne Fraga decidieron intervenir con urgencia. Se levantaron de sus
respectivos lugares y fueron hacia el escenario a paso acelerado.
_ Es a propósito, ¿no?_ se quejó Ivonne
Fraga, en camino hacia la escena.
_ Presiento que no.va a ser algo
sencillo_ repuso Ailen Ezcurra.
_ ¿Qué querés decir? Se cayó, fue
un accidente. Fin de la cuestión.
_ Ése es el problema. Una
bailarina tan profesional como ella no se equivocaría en un movimiento tan
básico.
_ Hasta los más grandes cometen
errores en cuestiones simples. Y uno lo ve desde afuera y no lo cree. Pero se
olvida que es tan humano como cualquiera de todos nosotros.
Cuando subieron al escenario, se
identificaron como investigadoras y aislaron al instante al elenco del cuerpo
de Martina Lodeira. Ailen Ezcurra se puso de cuclillas y colocó sus dedos Mayor
e Índice en el cuello de la víctima por una fracción de segundos. Los retiró y
miró a Ivonne Fraga con una expresión de desconsuelo abrumadora, que su amiga
entendió enseguida: Martina Lodeira estaba muerta.
Ivonne Fraga se encargó de llamar
a la Comisaría para convocar al resto del equipo de investigaciones y al Cuerpo
de Criminalística, en tanto que Ailen Ezcurra aisló a las bailarinas fuera de
la escena, les dio la noticia y las contuvo. El llanto y la desolación por
parte de ellas fue inevitable. Nadie podía entender lo que había ocurrido.
En medio de un clima cargado de
dudas, de conmoción, de dolor y de emociones de todo tipo, las detectives
vetaron el ingreso y el egreso de cualquier persona ajena a la investigación
del caso. Nadie podía entrar ni salir hasta que la muerte de Martina Lodeira no
estuviera del todo esclarecida. Esto, indudablemente, generó malestar en la
audiencia presente, y muchos reclamaron el reembolso del dinero de la entrada.
Eso les importaba más, al parecer, que una vida humana. Entre ellas dos no
pudieron controlar del todo la situación, pero el resto del equipo llegó
enseguida y entre tres oficiales controlaron al público presente y lo hicieron
entrar en razón.
_ Ustedes no pegan una_ les dijo
Fontán a las detectives, una vez los tres sobre el escenario.
_ ¿Te comiste un payaso, Fontán? ¿Te
dedicás al humor, ahora?_ le preguntó Ezcurra, con ironía y algo enojada.
_ Me dedico a resolver casos.
¿Qué pasó?_ replicó Fontán, en tono más serio.
_ Trastabilló haciendo una
pirueta, pisó mal y se desnucó_ declaró Fraga ,_ aunque a Ailen le resulte
sospechoso eso.
_ Soy policía, dudo de todo_ se
defendió, Ezcurra.
_ ¿Qué dijo Laberna, Fontán?_
quiso saber Ivonne Fraga.
_ Sencillamente, no quiere que
los medios sepan demasiados detalles sobre el caso. Dijo que no quiere a los
periodistas adentro del teatro. Ya hay oficiales entrevistándose con las
personas del público y Criminalística procesará la escena en breve.
_ Ni que le hubiera pasado algo a
Paloma Herrera_ ironizó Ezcurra.
_ Reconozcamos que Martina
Lodeira era alguien importante dentro del mundo artístico_ dijo Fraga.
_ Sí, no lo niego. Pero no para
que hagan un espectáculo mediático de todo esto, como si fuese una personalidad
más importante de lo que realmente era.
_ Ése es el negocio de los
medios_ opinó Fontán.
_ Igual, no tienen mucho sobre lo
que puedan presumir. Fue un accidente con desgracia_ ratificó fehacientemente
Ivonne Fraga.
_ Todavía tengo mis dudas_ la
contradijo su amiga.
Ailen Ezcurra hizo una pequeña
simulación de los últimos movimientos previos a la fatal caída que hizo la
víctima. Fraga y Fontán la miraban con simpatía y hacían un sobre esfuerzo por
contener la risa.
_ ¿Te traigo un tutu, Ezcurra?_
la cargó Fontán, y se rió a la par de Ivonne Fraga. Pero ella hizo oídos sordos
al chascarrillo y siguió concentrada con lo que estaba haciendo. Después de
reiterados intentos, Ailen cayó exactamente igual a como lo hizo la propia
víctima antes de morir.
_ No era una caída difícil ni
mucho menos, imposible_ concluyó la detective Ezcurra._ Si yo que soy novata la
ejecuté sin mayores dificultades, ella tuvo que hacerlo con los ojos cerrados.
Es extraño.
_ ¿ Qué pensás?_ le preguntó
Fontán.
_ Nada en concreto, por ahora.
Que el forense se apure con el examen así Criminalística recaba evidencia. Y
que la Fiscalía ordene liberar el cuerpo cuanto antes, si puede ser, así
estamos más tranquilos.
_ ¿No querés que te abanique y te
haga masajes en los pies, también?_ le dijo Fontán con zozobra.
_ Andá a buscar al forense, en
vez de hacer chistecitos.
Fontán obedeció y volvió con el
doctor Aguirre, el médico legista de la circunscripción jurisdiccional de la
Comisaría. Se presentó ante las mujeres y procedió con el examen del cuerpo.
Cinco minutos fue lo que tardó en hacer un análisis rápido del cadáver.
_ Murió por una fractura de
cuello, producto de la caída misma_ confirmó el doctor Aguirre.
_ ¿Muerte accidental, doctor?_
preguntó Fraga.
_ Sí. Voy a elevar el informe
preliminar a la Fiscalía para que autoricen liberar el cuerpo cuanto antes.
_ Gracias, doctor.
Y el forense se retiró.
_ Si el médico lo dice..._ dijo
Ezcurra, aceptando finalmente la idea de la muerte accidental.
_ Era lógico. Nosotras lo vimos ,
igual que toda la gente_ agregó Ivonne Fraga con premura.
_ ¿Qué hacemos con todas las
personas del público que se quieren ir y nos están puteando?_ indagó Fontán.
_ Que se vayan, ya está_ ordenó
Fraga.
_ ¿Declararon, no?_ quiso estar
segura, Ailen.
_ Sí.
_.Sí, que vayan, ya no es
necesario que sigan acá.
_ ¿Y con las bailarinas, qué
hacemos? Directora, productores, coreógrafos...
_ Que den testimonio de lo que
vieron y se vayan yendo, a medida que presten declaración.
_ Ustedes dos también van a tener
que dar testimonio.
_ Lo hacemos tranquilas mañana en
la Comisaría. Nuestras declaraciones van a estar asentadas como las del resto
de la gente. Despreocupate, Fontán_ repuso Ivonne Fraga.
Fontán se retiró, mientras que un
grupo de investigadores interrogaba al resto del elenco y parte del equipo de
Criminalística recolectaba elementos de la escena como indicaba el protocolo de
procedimientos ante cualquier caso de muerte. Revisaron minuciosamente las
condiciones del piso del escenario para descartar homicidio culposo por
negligencia, al igual que cada una de las instalaciones habilitadas. Todo estaba
normal hasta que una perito revisó debajo del escenario y alertó a las
detectives al encontrar un dispositivo cuadrado, de tamaño medio, de proporciones
inusuales y pesado. Tanto Ezcurra como Fraga lo analizaron azoradas.
_ ¿Dónde lo encontró, oficial?_
le preguntó Ezcurra, con sumo interés, a la técnico.
_ Ahí abajo, señora_ respondió la
perito y señaló el lugar del hallazgo con el dedo._ Cómo ve, justo debajo del
cuerpo.
Ailen lo revisó a conciencia y
desvió su mirada para encontrarse visualmente con la de su compañera.
_ ¿Qué es ésa cosa rara?_
preguntó Fraga con curiosidad.
_ Parece como una especie de
campo magnético en miniatura. Y si el zapato tenía un imán escondido en la
suela o en la plantilla...
_ Parece que se activa
remotamente desde un celular conectado a su circuito.
_ ¡Fue un asesinato! ¡Yo tenía
razón! Cuando Martina Lodeira se posicionó justo debajo de este artefacto, el
asesino lo activó y la fuerza magnética la derribó, matándola en el acto. Y
cualquiera que lo viese desde afuera, diría sin dudas que se trató de un
accidente.
_ Ingeniosa forma de sacarse a
alguien del medio.
_ ¿Tiene huellas el aparato este?
_ Seguramente tenga. Permítame
extraerlas_ dijo la perito.
_ ¿Lo activaron desde el
público?_ reflexionó Fraga en voz alta.
_ A una distancia no superior a
los treinta metros, señora. Por sus características y formas, este dispositivo
es de corto alcance.
_ El asesino tuvo que estar cerca
de nosotras, Ailen.
_ Y la autora intelectual es
alguien del elenco. La mató una de sus compañeras_ dedujo Ailen Ezcurra.
_ No necesariamente_ vaciló su
amiga.
E Ivonne Fraga corrió
urgentemente a buscar a Fontán.
_ ¿Cuál es la urgencia, Fraga?_
le objetó Fontán, cuando lo interceptó.
_ Que los peritos le tomen las
huellas a todas y cada una de las integrantes del elenco, incluyendo a la
directora y resto del personal. Que los interroguen más a fondo y que el resto
del equipo hable con las demás bailarinas. Busquen conflictos, motivos,
diferencias... Y avisá cuando estén listas todas las muestras de las huellas y
los testimonios más relevantes. Pero no tienen que saber que investigamos un
homicidio, ¿está claro? Discreción, Fontán.
_ ¿Qué pasa? ¿No era que lo de
Lodeira fue un accidente?
_ La mataron. Ahora no te puedo
explicar. Hacé lo que te ordeno. Y requisá también todos los celulares de todas
las personas del público.
_ Algunas ya se fueron y las que
quedan, que están saliendo de a poco, me van a linchar.
_ No importa. Hacelo.
_ ¿Qué le digo a ésa gente, si me
pregunta?
_ Secreto de sumario. Sin
explicaciones.
El desconcierto de Fontán fue
total, pero cumplió con las directivas impuestas por la detective Fraga.
El trabajo de la perito sobre el
artefacto rindió sus frutos: recuperó un juego de huellas parcial. Sólo había
que compararla con el resto. El asesino no fue nada precavido. Quizás, porque
pensó que a nadie se le ocurriría buscar en un lugar tan recóndito como debajo
del escenario, y cuando la Policía abandonara el teatro, podría recuperar el
dispositivo sin inconvenientes. Pero claramente, sus pensamientos estaban
definitivamente alejados de la realidad.
_ ¿Tiene algún número de serie o
de lote, que nos diga dónde lo compraron?_ la interrogó Ezcurra a la perito.
_ No. Este tipo de artefacto es
de fabricación casera_ respondió ella._ Se hace con imanes extraídos del
interior de una PC o de cualquier otro electrodoméstico. Se le instala un
software análogo programable desde cualquier dispositivo y listo. Armar,
además, un circuito cerrado de éstas características no es nada difícil. Las conexiones
son básicas y lo puede armar cualquiera que tenga mínimos conocimientos de
electrónica.
_ Lo que prueba que la asesina
tenía un cómplice.
_ Voy a llevarle las huellas al
resto del equipo para que las compare. Permiso.
Y la técnico se retiró con autorización
de Ailen Ezcurra.
_ ¿Cómo Lodeira no notó que el
zapato tenía algo raro?_ se cuestionó Ivonne Fraga, cuando volvió a la escena.
_ Si era una lámina fina... Lo
dudo. Parece que no se necesita mucho esfuerzo para producir una caída como
ésa_ respondió Ezcurra._ ¿Ya le avisaste a Fontán?
_ Sí. Cuando haya resultados
positivos, nos lo va a decir. Por ahora, no le digamos nada a Laberna. Que crea
que fue un accidente. Cuando tengamos el caso resuelto, se lo decimos y listo.
_ Coincido, amiga. Es muy pesado.
_ ¿Más que los medios? Lo dudo.
_ ¿Están afuera, no?
_ Todo bajo control, por el
momento. Manejan la información oficial del accidente. Hay que conservarlo así.
Tienen órdenes directas de mantenerse al margen para evitar entorpecer la
investigación en curso.
_ Pero cuando saquemos a la
asesina por la puerta principal del teatro...
_ Ahí lo sabrán... Igual que
Laberna.
Y ambas amigas se rieron
discretamente. Volvieron adonde yacía el cuerpo de Martina Lodeira e hicieron
una segunda revisión ocular. Enfocaron su atención en los zapatos de la
víctima, pero no encontraron nada inusual en ninguno de los dos.
_ Cuando las luces bajaron y el
telón cayó, la asesina tuvo tiempo suficiente para cambiar el zapato con el
imán por uno común exactamente igual a ése y esconderlo en cualquier otro
lugar_ dedujo Ivonne Fraga con suspicacia.
_.Coincido con vos_ la apoyó
Ezcurra._ Y entre tanta conmoción junta, nadie fue capaz de advertir la
maniobra.
_ Y no podemos examinar los
camarines, porque sospecharían que investigamos un homicidio.
_ Esperemos a que los peritos
hagan su trabajo. Es nuestro día de franco arruinado. Que trabajen los demás.
_ ¡Esto es un atropello y una
absoluta falta de respeto!_ dijo una silueta femenina que emergió de la nada e
interrumpió descaradamente la conversación que mantenían ambas mujeres.
_ No puede estar acá, señora_ le
indicó Ailen Ezcurra._ Es la escena de una investigación en curso. A usted y al resto de los presentes se les
dio estrictas órdenes de permanecer en el lugar hasta que concluya la
investigación.
_ ¡Fue un accidente! No nos
pueden seguir teniendo acá contra nuestra voluntad, sin una justificación
razonable.
_ Investigación en curso. ¿No le
parece una justificación razonable ésa? Respete los parámetros y el espacio
delimitado para la permanencia, indicados por efectivos policiales inherentes al caso.
_ ¿Y si yo y el resto nos negamos
a cumplir sus órdenes, qué pasa?
Y se plantó con prepotencia
haciéndole frente a ambas detectives.
_ Identifíquese, por favor_ le
exigió Ivonne Fraga, anteponiéndose a la situación.
_ Soy Imelda Clerga, profesora de
danzas clásicas y directora del ballet.
_
¿Desde hace cuánto?
_
Desde que estrenamos en 2003, hace siete años ya.
_
Imagino que usted debe tener los contactos de todas y cada una de sus
bailarinas, como así el de cada familiar más cercano a ellas.
_
¿Por qué habría de brindarle ésa información? Es confidencial.
_
La confidencialidad desaparece cuando hay una investigación en curso_ intervino
Ezcurra.
_
Eso es cuando hay un homicidio_ retrucó la señora Clerga.
_
Eso es cuando hay una muerte, sea de las características que sea_ redobló la
apuesta, Ivonne Fraga._ Y cuando los testigos se niegan a proporcionarle a los
investigadores alguna clase de información vinculada al caso, incurre en un
delito y puede ir a prisión. ¿Eso es lo que usted quiere, Imelda? ¿La cárcel?
_
No, por supuesto que no.
_
Entonces, responda la pregunta que le formuló antes mi compañera_ ordenó con
autoridad la detective Ezcurra.
La
señora Clerga tragó saliva, respiró hondo y contestó.
_
Sí, tengo todos los contactos que usted mencionó antes. Son datos que
necesitamos saber por el seguro del elenco.
_
Y supongo que nadie se beneficiaba con ése seguro…
La
directora miró a Ailen Ezcurra con el ceño fruncido y una expresión de
desconcierto absoluto.
_
Imagino que todas sus artistas están aseguradas por el mismo importe, al igual
que sus familiares_ subsanó Ivonne Fraga el tropiezo de su amiga._ Pero la
detective Ezcurra se lo preguntó para poder contactar por algún medio
fehaciente a los padres o a algún hermano o a algún pariente próximo de Martina
Lodeira, para notificarles lo ocurrido con ella.
_
Toda su familia está en Italia. Creo que su hermano, Gonzalo Lodeira, está de
vacaciones en Costa Rica. Pero no estoy segura. Se mudaron a Europa después de
la crisis del 2001. Martina volvió al año, la incluí al elenco y desde entonces
que permanecía fija en el staff_ y la señora Clerga se tomó la frente con
pesar.
_
¿Dónde vivía Martina?_ siguió preguntando Ivonne Fraga.
_
En un cuarto que alquilaba por Colegiales, ahí por Lacroze, a unas cuadras de
la estación del tren.
_
¿Sola?
_
Sí, vivía sola.
_
¿Estaba de novia?
_
No, su trabajo le impedía mantener una pareja estable.
_
¿Tuvo problemas alguna vez con alguna de las demás bailarinas?
_
No. Todas son como una familia. Los problemas entre ellas no existen. Siempre
tratan de ayudarse en todo lo que puedan y llevarse de la mejor manera posible.
_
¿Nunca le tuvo que llamar la atención por nada en especial?_ indagó Ezcurra.
_
No, para nada. Ni a ella ni al resto de las chicas.
_
¿Era la más antigua de la compañía?
_
Técnicamente, sí. La única que estuvo desde los inicios, como les comenté
antes. El resto de las chicas están hace tiempo también, pero se sumaron
después de Martina.
_
¿Cómo la contrató?
_
Ella estudió en la escuela de danzas que yo tenía en su momento en Boedo. La crisis
del 2001 me obligó a cerrarla y no supe nada más de Martina hasta que me la
encontré de casualidad caminando por la calle un año después, le hablé sobre la
propuesta de armar un ballet y bueno, acá estamos.
_
¿Alguna vez había tenido una caída semejante en los ensayos como la que sufrió
sobre el escenario?
_
No, nunca. Ella era muy cautelosa y muy cuidadosa. Miraba muy bien antes de
poner un pie sobre el piso. No entiendo cómo pasó.
Y
la vista de Imelda Clerga se desvió hacia el escenario. Entonces vio el cuerpo
y no pudo contener el llanto.
_
¿Por qué no se la llevan de una vez?_ preguntó conmovida.
_
No podemos tocar el cuerpo hasta que nos llegue la orden directa del juez de
removerlo y los peritos terminen de procesar el teatro y todas las evidencias
que encuentren. Es el protocolo a seguir en cualquier caso_ respondió Ivonne
Fraga.
_
Vaya con el resto de las personas. Cuando tengamos las novedades definitivas,
se las vamos a hacer saber y ya ahí van a poder irse a sus casas a descansar_ complementó
Ailen Ezcurra.
_
Cuando el juez autorice la liberación del cuerpo de Martina, va a poder iniciar
todos los trámites legales para el velatorio y el sepelio.
_
¿Y cómo le van a decir a su familia, que está en Italia?_ preguntó Clerga, algo
compungida y apenada.
_
Nosotras nos vamos a encargar personalmente de eso_ le aseguró Ivonne Fraga.
Ailen
Ezcurra acompañó a la directora del ballet con el resto de las bailarinas,
muchas de ellas irritadas, confundidas y malhumoradas; y volvió minutos más tarde
a reunirse otra vez con su amiga a la escena.
_
¿Qué pensás?_ le preguntó a Ivonne Fraga al regresar.
_
Prefiero no pensar. No quiero conjeturar nada sin tener ninguna base sobre la
que fundarme.
_
¿Estás diciendo que no creés que la directora lo haya hecho?
_
Estoy diciendo que lo pudo planear cualquiera y ejecutar cualquiera.
Afortunadamente, la asesina nos regaló sus huellas en el artefacto que usó para
el homicidio.
Fontán apareció desde atrás del
escenario.
_ No pude hablar con todas las
bailarinas_ confesó frustrado._ Todas prestaron sus huellas, pero declararon
algunas, nada más. Otras se negaron a hablar.
_ Tenían que declarar todas por
igual, Fontán_ le recriminó la detective Ezcurra.
_ ¿Qué querés que hiciera? Muchas
me putearon, porque se quieren ir y porque no entienden porqué hacemos esto y
porque dicen que es una falta de respeto por parte nuestra…
_ Sí, sí, Fontán. Está bien. A
nosotras vino a increparnos la directora del ballet por ese asunto. Contame qué
pudiste rescatar de las pocas declaraciones obtenidas.
_ No había conflictos aparentes.
Se llevaban bien con Martina Lodeira. Parece que era muy querida. Y las pocas
peleas a las que me hicieron alusión, resultaron ser por una boludez.
_ ¿Y el resto del equipo requisó
los teléfonos de las personas del público?_ curioseó la detective Fraga.
_ De las que estaban, sí. Nos
costó un huevo y la mitad del otro porque no querían entregar sus celulares.
Pero ya los tenemos. Y por cierto, va a demorar algunos días determinar de cuál
de todos se activó el dispositivo que mató a Martina Lodeira. Acuérdense
también que muchas personas se rajaron cuando les ordenamos, antes que ustedes
averiguaran lo del asesinato. La orden pudo también provenir de alguno de esos
teléfonos.
_ O sea que dependemos pura y
exclusivamente del resultado que arrojen las huellas dactilares.
_ A eso iba: los peritos hallaron
una coincidencia.
Ambas mujeres miraron a Fontán
con brillo en sus ojos. La expresión de ambas cambió radicalmente.
_ A ver. Quiero ver los
resultados ya mismo_ adujo Fraga con desesperación, y arrancó de las manos de
Fontán el papel que aquél les extendió.
Después de leer las derivaciones
de las muestras, las detectives se reunieron con algunas bailarinas en un
camarín a solas. Después de exponerle los hechos y explayarles las disculpas
correspondientes por la demora y todo el hermetismo de la investigación, una de
ellas tomó la palabra.
_ Parece un delirio lo que me
están diciendo_ confesó, aturdida._ Poner un imán debajo del escenario, otro en
su zapato y activarlo remotamente para provocarle una caída y que pareciera un
accidente. ¡Pobrecita! ¿Quién tuvo el descaro de cometer semejante atrocidad
contra una de las mejores personas que conocí en mi vida?
_ Lo que había debajo del
escenario era una suerte de campo magnético, si se quiere decir así_ aclaró
Ivonne Fraga._ Después del accidente,
cuando las luces se apagaron y el telón se cerró, la asesina aprovechó ése
momento de conmoción para cambiar el zapato con el imán por uno normal, por lo
que ésa persona tuvo que tener el otro zapato a la vista todo el tiempo durante
la función, oculto en un lugar donde nadie lo notase o donde fuese natural
verlo y que no levantara sospechas de ninguna naturaleza, porque después de
todo, algunas de ustedes se cambian hasta tres veces durante la función. Así
que la utilería está en un tipo perchero justo atrás del escenario.
_ Ustedes no estuvieron nunca
atrás del escenario_ comentó otra de las bailarinas presentes.
_ Le contó alguno de los otros
policías, seguro_ dedujo otra de las chicas.
_ Créase o no, lo dedujimos_ tomó
la palabra, Ailen Ezcurra._ Dadas las circunstancias del caso, teníamos que
imaginarnos que tener vestuario justo detrás del escenario era menester indispensable
para cambiar un zapato por otro sin que nadie sospechara nada. Después, una vez
finalizada la función, personal de utilería lleva eso de nuevo al depósito y lo
guarda todo ahí, porque estimo que todas ustedes dejan los tutus acá en lugar
de llevárselos. Y es claro, por otra parte, que la asesina no podía ni llevarse
el zapato a su camarín ni plantarlo en el camarín de ninguna otra de ustedes.
La solución expuesta entonces resultó la más certera y la más obvia, por
supuesto.
Y hubo unos segundos de silencio,
donde las miradas de las detectives recorrieron cada una de las miradas de las
bailarinas.
_ Pero la asesina cometió un
error de principiante_ retomó Ezcurra._ No usó guantes y dejó sus huellas
impregnadas en el artilugio usado para matar a Martina Lodeira.
_ Por eso les pedimos a los
peritos que les tomen sus huellas a cada una de ustedes_ continuó Fraga._ Y ya
tenemos a una ganadora. Por eso las reunimos a todas acá.
_ ¿Quién fue?_ dijo una de las
bailarinas pegando un salto desde su silla.
_ Su profesora y directora,
Imelda Clerga.
Y todas las miradas de odio,
rencor, dudas, estupor, confusión y desolación, se dirigieron a ella en un
parpadeo.
_ Deme haber un error_ disparó la
señora Clerga, como queriendo zafar de la situación. Pero claramente no logró
su cometido.
_ Las evidencias no mienten_ le
dijo Fraga sin rodeos._ ¿Por qué? ¿Por qué la mató?
_ ¡Porque me robó la
coreografía!_ se quebró._ Yo la armé, la pensé, la modifiqué, le hice arreglos…
Y ella no paraba de decirle a todo el mundo que fue su idea. Intenté
persuadirla varias veces, pero ella no hizo caso a mis advertencias. Todos
creían que ésa estúpida engreída era el cerebro del ballet. Se llevaba todo el
crédito y el reconocimiento a costas mía. Tenía que hacer algo. Puse la excusa que
tenía que mandar un mensaje de texto. No fue complicado.
Ivonne Fraga hizo arrestar a Imelda Clerga
delante de sus bailarinas. Fue sacada por la puerta principal del teatro, donde
los medios dieron la primicia de su detención y de la verdadera causa de la
muerte de Martina Lodeira, aunque las declaraciones que dieron a la prensa eran
muy escuetas y resumidas.
Laberna, desde su oficina en la
Comisaría, apagó la televisión.
_ Nunca me avisaron nada de todo esto. Me vengo a enterar de todo por el
noticiero_ se quejó._ A mí, definitivamente, los de arriba me van a colgar de
las pelotas por éstas dos que hacen lo que quieren a espaldas mía.