Caso 9: Amnesia
Junto al caso Nievas, este incidente traumatizó de manera notoria la moral de las detectives Fraga y Ezcurra. Si bien fueron otras circunstancias, otro procedimiento y otro dinamismo, el impacto fue inclusive más duro que en el segundo caso que ellas enfrentaron.
Por primera vez en dos meses de servicio, les había tocado franco
el mismo día. Lo estaban disfrutando a pleno cuando Laberna las
interrumpió para convocarlas a la investigación de un homicidio que parecía no
tener demasiadas complicaciones, porque el asesino, en teoría, estaba
identificado. La escena del crimen era un muelle pesquero en la Dársena C de
Puerto Madero. Cuando las detectives arribaron a la escena, se encontraron con
el agresor que sostenía un arma calibre 32 en su mano izquierda y frente a él,
yacía muerto de un tiro en el pecho un prefecto de alrededor de unos
cuarenta y tres años, calvo y cejas pronunciadas. Fue positivamente
identificado como Manuel Teberlaun y el agresor, según su documento, respondía
al nombre de Sergio Omar Valete.
El arma que Valete sostenía firmemente entre sus dedos había sido
recientemente disparada y la bala que el forense recuperó del cuerpo de la
víctima se condecía un cien por ciento con el arma en cuestión. Estaba claro lo
que había ocurrido, aunque no quedaba del todo claro el motivo y
porqué Valete no se había deshecho del arma homicida. ¿No había tenido
tiempo quizás porque la Policía llegó a la escena de inmediato o su estado
emocional le había impedido una reacción inmediata y lo bloqueó mentalmente,
negándole toda posibilidad de escape? Sea lo que fuere, tanto Ailen Ezcurra
como Ivonne Fraga estaban definitivamente irritadas.
_ ¿Para eso nos llamó?_ confrontó Fraga a Laberna, con vehemencia.
_ Alguien tenía que hacer la inspección y el informe de rutina_ le
respondió el Comisario, sin reparos._ Ustedes dos son de las mejores que tengo
hasta ahora. El día se los compenso, tranquilas.
Ivonne suspiró resignada.
_ ¿Testigos?_ preguntó, todavía notablemente enojada.
_ No. Sólo escucharon el disparo. Nadie vio lo que pasó, excepto
uno que dice haber visto algo, el único testigo ocultar. Hablen primero con él,
después con el sospechoso y se van a casa. ¿Estamos? A trabajar.
_ ¿No podía haber llamado a otro, que nos tuvo que estropear el
día, Laberna?_ se quejaba con un vigoroso malestar, Ivonne Fraga, mientras
caminaban en busca del testigo en cuestión.
_ Por lo menos, hubiese llamado a alguna de las dos_ le contestó
Ezcurra._ Las dos juntas no tiene sentido.
_ Sí, te hubiese llamado a vos.
_ A vos, mejor.
_ Somos inseparables. Eso es lo que pasa.
_ Pasa que Laberna es un estúpido y un insensible.
Se encontraron con Gervasio Contreras, un prefecto que
trabajaba en el mismo muelle donde ocurrió todo y que presenció parte de lo
sucedido.
_ Sólo oí como un estallido fuerte_ empezó a explicar Contreras
frente a una pregunta que le realizó Ailen Ezcurra._ Dejé lo que estaba
haciendo y fui corriendo a ver qué había pasado. Para cuando llegué, Manuel
estaba tirado en el piso, desvanecido y todo ensangrentado. Intenté reanimarlo,
pero ya era muy tarde: estaba muerto.
_ ¿Escuchó alguna discusión previa entre Manuel y el señor
Valete?_ volvió a preguntar Ezcurra.
_ No. Nada más oí el disparo.
_ ¿El señor Valete era asiduo visitante del señor Teberlaun?_
intervino Ivonne Fraga.
_ Solía visitar a Manuel bastante seguido. Pero nunca nos habló de
él.
_ ¿Sabe la razón?
_ No, ni idea.
_ ¿Nunca le preguntó por qué?_ volvió a indagar Ailen.
_ Era su vida privada. Todos acá tenemos códigos y uno esos
códigos es respetar la vida privada del otro. Venimos, cumplimos nuestro
horario y listo.
_ ¿No era llamativamente preocupante la insistencia de Valete para
con Teberlaun?
_.Como le dije recién, detective: yo no me metía en su vida
personal. Si era preocupante o no, no sé. Y tampoco era algo de mi incumbencia.
_ ¿Cómo era el aspecto de Manuel después de la visita de Valete?
_ El de siempre. Su presencia no lo perturbaba en absoluto.
_ Gracias por su tiempo.
_ Lo despediste antes de que pudiera preguntarle sobre sus
enemigos, su círculo íntimo, sobre su trabajo en sí..._ le reprochó Ivonne
Fraga a su amiga.
_ ¿Para qué, si te iba a responder que en su vida privada no se
metía?_ repuso con ironía, Ezcurra._ Entre Laberna y éste, no sé a quién
asesino primero.
_ Hay que hablar con este Valete. Lo vamos a hacer confesar sea de
la manera que sea.
Volvieron al centro de la escena e inmediatamente lo buscaron al
oficial ayudante, Fontán.
_ Fontán_ le dijo Fraga, cuando lo localizaron_ ¿los peritos le
hicieron al tipo este las pruebas para detectar residuos de pólvora en sus
manos?
Fontán las miró sorprendido.
_ ¿Qué hacen ustedes acá? ¿No tenían franco hoy?_ pregunto
confuso,_ ¿o soy un pelotudo que está perdiendo la memoria?
_ Sos pelotudo, Fontán_ le respondió Ezcurra, con una sonrisa
sutil._ Laberna nos hizo venir porque parece que nos extraña.
_ ¿Y, Fontán?_ lo apuró Ivonne Fraga.
_ Las pruebas dieron positivas. Tiene residuos de pólvora en la
mano izquierda, el arma fue efectivamente disparada, se recuperaron huellas,
que cuando las comparemos con las del tipo este, seguro van a coincidir; y la
bala extraída del cuerpo del occiso es del mismo calibre que el arma disparada.
Más clarito, echale agua. No me cierra porqué se quedó para que lo agarremos
con las manos en la masa con toda la evidencia incriminatoria en contra suya.
_ Sí, eso es lo curioso. Cuando hablemos con él, vamos a ver qué
nos dice.
_ Puro chamuyo, seguro. Y las va a querer tomar por boludas,
encima.
_ Justo a nosotras dos... ¿Qué pensás, Ailen, de lo que nos contó
el testigo?
_ Si Valete visitaba seguido a Manuel Teberlaun, posiblemente le
debía plata. Se cansó de reclamársela, y lisa y llanamente lo mató. Tan simple
como eso_ contestó con convicción la aludida.
_ ¿Y si le apuntó con el arma para amedrentarlo y se le escapó el
tiro por accidente?_ reflexionó Fraga.
_ Sí, claro. Y por mero accidente, la bala impactó certeramente en
el pecho. Un accidente
con demasiada mala suerte, diría yo.
_ ¿Necesitan algo más?_ preguntó Fontán.
_ Que Balística tenga listo los resultados de las pericias sobre
el arma y la bala recuperada del cuerpo lo más rápido posible. Y que los
peritos de huellas hagan lo propio. Que lo tengan listo para ya. Me quiero ir_
respondió Ezcurra.
_ ¿Vos sola?_ la increpó Fraga._ Vamos a hablar con el sospechoso
así terminamos, tenemos los resultados y a las miércoles todo.
_ Las veo después_ aclaró Fontán, y se retiró.
Sergio Omar Valete estaba sentado en la vereda, apoyado contra una
pared y esposado. Estaba vigilado por tres oficiales, que lo abandonaron por
orden de las detectives cuando se acercaron para interrogarlo. Valete estaba
con la mirada perdida, callado, serio y no mostraba arrepentimiento por sus
actos. Ni siquiera se opuso ni a que lo arrestaran ni a ninguna de las
peticiones de la Policía. Las mujeres se presentaron ante
él formalmente.
_ ¿Por qué mató al Manuel Teberlaun, señor Valete?_ inició la
ronda de preguntas, Ivonne Fraga.
_ No sé_ respondió en seco el señor Valete._ No me acuerdo ni
siquiera del momento del disparo, ni mucho menos de lo que pasó antes ni cómo
llegué hasta acá.
_ ¿Perdón? No escuché bien_ repuso la detective Fraga,
destapándose con un gesto irónico, uno de sus oídos con el dedo.
_ Lo que escuchó. No me acuerdo de nada. Por más que hago un
esfuerzo muy grande por acordarme de algo de lo que pasó, no puedo.
_ Mirá, querido_ le dijo Ezcurra con soberbia y con ánimo de
perder la paciencia en cualquier momento._ Ése truquito barato y estúpido de
simular amnesia es más viejo que la escarapela. Así que, dejá de fingir,
ayudate un poquito y hablá: ¿Por qué asesinaste a Manuel Teberlaun?
Pero Sergio Omar Valete mantenía la misma postura. Y pese a que
las detectives no le creían y querían hacerlo hablar ya con casi nada de paciencia,
él no deponía su actitud. Entonces, fue ahí cuando las investigadoras empezaron
a considerar la posibilidad de que Valete realmente sufriera de amnesia,
aunque era algo que clínicamente no se podía corroborar con total exactitud.
¿Entonces, después de todo, se trataba de una farsa?
_ Toda la evidencia te incrimina, Valete_ le dijo Fraga, ya
visiblemente cansada y con poca paciencia._ Nos estás haciendo perder el tiempo
y eso me pone de muy mal humor. Y más en nuestro día de franco.
Pero el sospechoso de homicidio no declinaba su postura de ninguna
forma posible. Ailen Ezcurra se llevó a Ivonne a un lado para hablar a solas.
_ ¿Y si realmente tiene amnesia pobre tipo?_ planteó compasiva la
detective Ezcurra._ No se acuerda ni el nombre. Y realmente parece confundido y
bastante desorientado.
_ ¿Enserio le vas a creer?_ dudó con cierto escepticismo, Fraga._
Está jugando con nosotras. Se piensa que así va a zafar. Se cree que porque
somos mujeres, nos va a poder manipular como quiere.
_ No sé...
_ ¡No seas tarada, Ailen! No le podés creer nada a tipos como
este. Está jugando, hace tiempo no sé para qué. Es un enfermo y un psicópata.
Me extraña de vos, querida.
_ Si verdaderamente miente, los peritos psiquiátricos lo van
a determinar con certeza. No podés corroborar una amnesia, pero sí una mentira.
Y más aún, una mentira preparada y ensayada con anticipación.
_ Necesitamos la orden de un juez para eso. Y dudo que la expida
enseguida. Depende también de los argumentos que le dé el fiscal de turno. Es
mucho tiempo de espera y ya no quiero esperar más ni perder más el tiempo con
este Flaco.
_ Eso no es problema. Conozco a un juez de Instrucción que me debe
un favor. Un llamadito y tenemos la orden al toque_ e Ivonne Fraga guiñó el ojo
con cierta complicidad y una sonrisa que iba a tono con el guiño.
Pese a que Ailen Ezcurra se mostró media reticente al comienzo a
aceptar la idea, finalmente lo hizo.
_ Acepto porque sos vos_ aclaró._ Pero sabés que lo que estamos
haciendo va contra las reglas.
_ Confía en mí.
_ Eso hago. Pero...
_ ¿Pero, tenés miedo de que pase algo similar a lo de Nievas y que
se sean dos los cargos contra nosotras?
_ ¿Te parece poca cosa lo que nos hizo el tipo ése? Por ese asunto
nos tienen bajo investigación. Y ahora ir con un juez amigo para que expida una
orden a espaldas del fiscal, de Laberna y de todos. Y si nos descubren, no sólo
desestiman el informe, sino que además desestiman el caso, y por si eso fuera
poco, nos matan a las dos también.
_ No seas paranoica, Aile de mi corazón. Ahí hablo con este
juez que te digo y te aviso.
La idea de Ivonne Fraga dio sus frutos. El juez en cuestión emitió
sin rodeos la solicitud para practicarle pericias psiquiátricas a Sergio Omar
Valete. Había quedado formalmente detenido en la Comisaría a la espera de una
pronta decisión judicial. El abogado defensor asignado por el Ministerio
Público de la Defensa no pudo hacer casi nada en beneficio de su cliente porque
también adujo padecer de amnesia y no recordar absolutamente nada.
Dos peritos psiquiátricos se presentaron en la Comisaría de manera
espontánea, lo que despertó el alerta de Hipólito Laberna, como era de
esperarse.
_ ¿Quién mandó a ésta gente?_ protestó con énfasis el Comisario.
_ Nos mandó el juez a cargo. Dadas las complejas circunstancias
del crimen y de la presunta patología que afecta al sospechoso, el juez
consideró que era necesario un examen psiquiátrico cuanto antes_ respondió
acaloradamente, uno de los profesionales._ Por cierto, soy el doctor Andrés
Barzuco y ella mi compañera, la doctora Eliana Domenech.
Ambos médicos estrecharon la mano de Laberna.
_ ¿Por qué el juez no me avisó nada a mí? ¿Ni el juez ni el fiscal
me avisaron absolutamente nada?_ puso en duda el Comisario.
_ Le reitero, que dadas las circunstancias del hecho en sí...
_ Sí, sí, está bien. Está por ahí, Valete_ y señaló una puerta
blanca aislada de la sala central de la Comisaría, en un pasillo exclusivo de
oficinas. Los peritos ingresaron a la habitación, se entrevistaron a solas con
Sergio Omar Valete y salieron a la media hora. Buscaron a Laberna y hablaron
dos palabras con él en privado.
_ Le voy a ser sincero, Comisario_ le dijo el doctor Barzuco con
frustración._ Si este Valete está fingiendo, es un excelente actor.
Y le cedió la palabra a la doctora Domenech.
_ No percibimos señales ni patrones de ningún tipo_comentó
aquélla_ que a nosotros nos indicaran que está simulando. Sí, en cambio,
pudimos advertir que sufre alguna clase de trastorno previo. Quizás el sonido
del disparo despertó en él algo indeterminado y la amnesia es una forma que
tiene el cerebro de rechazarlo y de defenderse contra un recuerdo negativo, por
decirlo de una manera simple.
_ La pérdida de memoria responde a múltiples factores. Su memoria
es como un rompecabezas que el sospechoso va a ir armando conforme a que su
mente se reponga favorablemente de ése recuerdo que la atacó. Por el
momento, no puedo decirle más, Comisario.
_ ¿Cuánto tiempo va a permanecer en este estado?
_ Horas, días, semanas, meses, años, incluso toda la vida,
¿quién sabe?. Cada cerebro es único, por eso la ciencia puede resultar incierta
e imprecisa en muchas ocasiones.
_ ¿Me están diciendo que no puedo hacer nada y que este tipo va a
quedar libre?
_ No es lo que el doctor le está puntualmente diciendo_ salió en
apoyo de aquél, la doctora Domenech._ Para tener una idea más aproximada sobre
su estado, necesitamos hacerle una serie de estudios complementarios, que
tienen que ser autorizados por orden del juez interviniente dado el carácter de
detenido del señor Valete.
_ Le repito comisario, que nos da toda la impresión de que el
sospechoso no está fingiendo, pero no podemos dar plena certeza sobre ése
criterio. Nuestra opinión profesional es ésa. Vamos a elevarle el informe al
juez. Que tenga buenas tardes.
Y ambos médicos se retiraron, dejando a Laberna con la palabra en
la boca. Y sin embargo, su preocupación no pasó desapercibida, que fue
advertida enseguida por las detectives Fraga y Ezcurra.
_ ¿Qué dijeron los peritos, señor?_ se animó a preguntarle, Ailen
Ezcurra.
_ Que parece que Valete no miente, después de todo. Su amnesia es
genuina_ respondió vacilante Laberna._ Para colmo, ni el juez ni el fiscal ni
nadie me avisó que iban a venir los psiquiatras.
_ Estimo que actuaron de oficio, Comisario_ apuntó Fraga.
_ ¡Me tienen que notificar igual, no caer de sopetón! ¿Volvieron a
hablar con el sospechoso?
_ Sí, pero no hay forma de que nos diga algo. Repite
constantemente que no se acuerda de nada, que ojalá pudiera recordar qué pasó,
que nos quiere ayudar y bla, bla, bla.
_ ¡Háganlo confesar como sea! Si es necesario, recurran a engaños.
Pero lo quiero preso. Y que Balística se apure con los resultados. Lo quiero
para hace dos semanas. Los tienen y me avisan inmediatamente, ¿quedó claro?
E Hipólito Laberna abandonó a las detectives con impotencia.
_ Espero que no se entere que al juez lo pusiste vos..._ le
advirtió precavidamente Ailen Ezcurra a su amiga.
_ No se va a enterar de nada. Tranquila_ le replicó Ivonne Fraga
en tono tranquilizador.
_ Esperá que los peritos eleven el informe.
_ No va a ser nada oficial. Dejá de perseguirte, ¿querés?
Buscaron a Fontán para saber si Balística ya tenía listos los
resultados de las pericias practicadas tanto sobre la bala como sobre el arma.
Y él, casualmente, las estaba buscando a ellas.
_ ¿Novedades, Fontán?_ le preguntó Ezcurra, cuando se cruzaron.
_ Tengo los resultados de Balística_ repuso aquél en señal de
alarma._ No les va a gustar nada.
_ Queremos verlos.
Fontán respondió a la solicitud de las detectives. Les extendió un
papel plegado, que ellas abrieron y leyeron con total interés. Ambas mujeres se
quedaron atónitas y enmudecidas cuando vieron las conclusiones alcanzadas.
_ ¿Esto está chequeado, Fontán?_ preguntó Fraga, casi sin aire.
_ Sí. Repitieron la prueba tres veces y en todas se abordaron los
mismos resultados. No hay error.
Las dos amigas se miraron asustadas. ¿Qué determinó Balística?
¿Qué era tan grave?
_ Hay que decírselo a Laberna, urgentemente_ propuso Fraga, sin
otra alternativa.
_ ¿De qué manera?_ preguntó Ezcurra con incertidumbre.
_ Así como viene.
_ ¿Y los peritos se Huellas, qué dijeron?_ preguntó Fraga,
dirigiéndose a Fontán.
_ Coinciden en un cien por ciento. Todo encajaría perfectamente,
si no fuera por este detalle no menor_ confirmó aquél.
_ Fontán: andá con el equipo a la escena otra vez y hagan
rastrillajes de campo, cuadrícula, reloj, y busquen algo, no sé, lo que sea que
nos ayude, cualquier cosa. Hasta fibras, sangre, huellas, pisadas, ADN, cosas
que pudimos pasar por alto por habernos confiado demasiado. Movete_
le ordenó Ezcurra
El oficial ayudante Fontán obedeció y ambas mujeres enfrentaron a
Laberna, que se enardeció desmedidamente después que evaluó el informe de
Balística.
_ ¿Cómo que el arma recuperada de la escena no es el arma
homicida?_ dijo casi en un alarido el Comisario.
_ Así como lo leyó, señor_ dijo Fraga._ No encontraron
compatibilidad con las estrías de la bala. El calibre es el mismo, pero la bala
salió de otra arma.
_ ¿Estos resultados están bien?
_ Fontán dijo que Balística hizo tres veces las mismas pruebas. No
hay margen de equivocación_ respondió Ezcurra.
_ ¿El tipo tiene residuos de pólvora en la mano, se corroboró
que el revólver había sido recientemente disparado, la bala es del mismo
calibre pero no es el arma homicida?_ musitó Laberna.
_ Y para colmo, el equipo de Huellas comparó las muestras que le
tomaron a Valete in situ en la escena con las recuperadas del arma y coinciden_
agregó Fraga con cierto pudor por la reacción de su superior.
_ ¿Cómo explico yo esto? ¿¡Cómo lo explico!? ¿Se puede saber?
¡Díganme cómo explico yo algo así!_ protestó Laberna, dándole un golpe seco a
su escritorio.
_ Fontán volvió a la escena con el resto del equipo a revisar todo
otra vez, a ver si encuentran otra arma oculta, no sé, cualquier cosa_ aclaró
algo avergonzada, Ivonne Fraga.
_ ¡Hablen con el sospechoso, ya! Si él tiene amnesia, yo sufro de
Parkinson.
_ Por eso está muy tranquilo y por eso engañó a los peritos
psiquiátricos tan bien_ comentó Ezcurra, vivamente, después de abandonar el
despacho de Hipólito Laberna._ Sabía que los resultados de Balística lo iban a
favorecer. ¿Cómo lo consiguió el desgraciado este?
_ Está jugando con nosotras_ agregó Fraga.
_ El juego se termina ahora mismo.
_ Hay que seguírselo. No conviene que sepa que estamos un paso por
delante suyo. Tiene que convencerse de que le creemos, que no sospeche nada
extraño.
Pero Ailen hizo caso omiso a la petición de su amiga. Entró con
violencia a la sala en donde Valete estaba detenido e incomunicado y cerró la
puerta tras de sí con la misma violencia que con la que entró.
_ ¿Conoce sus derechos, señor Valete?_ le preguntó con
determinación y contundencia.
El sospechoso miró a las mujeres con recelo.
_ No se haga el desentendido_ continuó Ezcurra._ Lo sabemos todo.
Sabía que las estrías de la bala no iban a coincidir con el arma. Generaría así
una duda razonable y fingiendo tener amnesia, todo le saldría redondo. Pero los
psiquiatras lo descubrieron y bueno, todo su brillante plan se desmoronó. Ahora
un equipo nuestro está requisando la escena otra vez y es inminente que
encuentren la verdadera arma homicida.
_ No miento. De verdad que no recuerdo nada_ intentó defenderse
inútilmente el señor Valete.
_ Qué irónico que no se acuerde de los hechos, pero sí de
nosotras_ interpeló Ivonne, inteligentemente,_ ¿También se acuerda cómo lo
trajimos hasta acá, no?
_ Les juro que no sé nada. Mi memoria está débil.
_ Un testigo nos dijo que usted visitaba a Teberlaun con mucha
frecuencia. ¿Le debía plata, se cansó de que no le pague y lo asesinó? Disparó
un arma, mató al Manuel Teberlaun, la escondió en alguna parte, tomó una
segunda arma, la disparó y dejó que lo encontráramos con ella en la mano. La
idea de la amnesia culminaría un plan fabulosamente planeado.
_ ¿Que yo le presté plata a quién? Sólo me confunden.
_ ¡Deje de fingir!_ gritó Ailen Ezcurra._ El testigo lo vio y
habló. Vio cuando disparó. Se terminó todo para usted. Lo mejor es que se
consiga un buen abogado.
_ Les juro que no estoy simulando.
_.¡Colmó nuestra paciencia!_ arremetió con impotencia Ivonne
Fraga.
Pero antes que pudiera hacer algo, la presencia en la Comisaría de
Gervasio Contreras, el testigo que interrogaron al comienzo, escoltado por un
oficial de guardia, las sorprendió por completo.
_ Este caballero solicitó hablar de forma urgente con alguna de
las dos. ¿Alguna lo conoce?_ dijo el oficial.
_ Sí, está bien. Gracias_ repuso Ivonne Fraga y le hizo una seña
al oficial para que se retirara.
¿Qué hace acá, señor Contreras?_ inquirió la detective
Ezcurra.
_ Vengo a confesar_ admitió, y miró a Sergio Omar Valete,
haciéndole un gesto con la cabeza. El detenido se puso blanco como el papel.
_ ¿Qué hacés acá, traidor? Teníamos un trato, ¿o te olvidaste?_ se
quejó, súbitamente.
_ Bueno, bueno_ ironizó Ailen Ezcurra._ Y de repente, Sergio Omar
Valete recupera la memoria. ¿A quién le atribuimos este pequeño milagro? ¿Al
Manosanta, a Dios...? Usted dirá.
Valete miró con rencor a ambas mujeres e inmediatamente agachó la
mirada.
_ Perdoname, Sergio_ alegó Contreras._ Pero no voy a seguir con
esto. No voy a arruinar más todavía mi vida y mi carrera por esta absurda idea
tuya.
_ Al menos, reconoce que está arruinado. Me conmueve_ dijo Fraga,
en un tono sobrante y sobre actuando la situación._ Vamos a ver quién
tiene más para decir y menos ganas de pasar unas vacaciones
placenteras en la cárcel.
_ Sabía que ibas a mariconear. Esto me pasa por confiar en un
pelotudo sin los huevos suficientes_ enfatizó Valete.
_ Yo tengo mucho más que perder que vos. Lo lamento, es mi
decisión. No sé porqué me involucré en una locura así_ aclaró Contreras, con
voz arrepentida.
_ Los dos sabemos muy bien porqué te involucraste. Rompiste
soberanamente los quinotos para deshacernos de Manuel y ahora te echás atrás.
_ ¿Qué yo insistí? Cuando dije que había que sacarlo del medio, no
me refería precisamente a matarlo. Eso se te ocurrió a vos solo, hacete
cargo.
_ Me pediste sacarlo del medio y fue lo que hice. Bah, lo que
hicimos.
_ No era necesario matarlo.
_ ¿Y cómo pensabas hacer para que dejase de molestar a tu mujer?
_ Sedarlo con alguna droga cualquiera e incriminarlo de
que se involucró con alguien más para que fuese ella la que lo dejase
a él, tan simple como eso. Además, también se acostó con tu esposa, ¿no,
Valete?
_ Te hice un favor y así es como me pagás:
traicionándome.
_ ¡Basta, señores!_ expresó Ivonne Fraga con fervor._ Hablen de
una vez.
_ Manuel Teberlaun era un mujeriego de renombre_ empezó a explicar
Contreras._ Le empezó a mandar cartas, mensajes, flores y todo ése tipo de
cosas a nuestras esposas a nuestra propia casa y bajo nuestras propias narices.
Al principio, cuando lo increpamos, nos dijo que las había conocido en un
boliche y que ellas le dijeron que eran solteras, que desconocía en absoluto
que estaban casadas con nosotros. Mucho no le creímos porque nuestras
respectivas mujeres lo negaron, pero pasó. Y sin embargo, el estúpido no se
detuvo, nos tomó por pelotudos a los dos. Cada vez se volvió más arrogante, más
desafiante y nuestras mujeres ya no nos daban tanta bolilla como antes. Después
de varias discusiones que mantuvimos con ellas, terminaron confesando todo,
todos los detalles de lo que hacían juntos en la intimidad.
Exploté, Sergio también. El tipo se volvió imparable y nuestras esposas
ya no se interesaban demasiado en nosotros. Hasta llegó a decirnos que él
era mejor amante que nosotros dos juntos. Quise hacer algo al respecto. Quería
recuperar mi vida marital, quería recuperar a mi señora. Sergio también quería
lo mismo. Y se me ocurrió dejar a Manuel fuera de juego. En realidad, Sergio me
visitaba a mí, porque queríamos sacarnos de encima a Manuel. Y él estaba atento
porque nos vio cuchichear varias veces y sabía que estábamos planificando algo.
Pero no sabía que era un asesinato. Sergio lo planeó todo solo por su cuenta y
me confesó a mí lo que había hecho cuando vino a verme ayer para ultimar
detalles. Cuando escuché la detonación ayer, presentí lo peor. Y no
me equivoqué.
_ Fue la gota que derramó el vaso_ dedujo Ailen._ Pero, no
entiendo cómo se conocían usted con el señor Valete y cómo se conocen las
esposas de ustedes dos entre sí.
_ Del barrio, por una casualidad del destino. Fue por azar que nos enterábamos de lo que estaba pasando. Sergio pensó que Manuel coqueteaba sólo con su mujer. Pero cuando fortuitamente me conoció a mí, supo que había más de una mujer en el medio. Dos, tres, cuatro... ¿Quién sabe cuántas más habrán caído en su juego de seducción?
_ Y se hicieron socios para sacar del medio a Teberlaun para que
deje tranquilas a sus esposas porque estaba desestabilizando sus matrimonios.
_ Exacto_ continuó Contreras._ Yo soy prefecto y si le hacía
algo directamente a otro prefecto, estaba arruinado. Pero a Sergio no lo
conocía nadie. Él era un tipo que venía a verme a mí. No fuimos muy discretos
en ése sentido, igual. Valete averigüó mediante varios contactos personales
dónde podía comprar un arma ilegal y la consiguió sin muchas vueltas. Me
confesó que ni bien la adquiríió lo primero que hizo fue, con un destornillador, limarle el caño.
Así alteraría la estructura interna y generaría inconsistencias con las estrías
específicas que deja la bala cuando se dispara. Después se encargó
de disparar sin que yo lo supiera y fingir que sufría amnesia. Y como
venía a verme bastante seguido, dos veces por semana más o menos, sabía
perfectamente cuál el momento justo para hacerlo. Y yo sería sólo un
testigo ocasional para desvincularme de ésta locura que fue todo idea de
él.
_ Usted, señor Contreras, es igualmente responsable como el señor
Valete por el homicidio calificado de Manuel Teberlaun.
Los dos hombres se miraron con odio entre sí y fueron arrestados
en el momento y puestos a disposición de la Justicia.
_ Laberna nos debe el franco de hoy_ protestó Fraga, cuando se
llevaron arrestados a los dos hombres.
_ Dijo que nos iba a compensar_ replicó Ailen._ Le voy a pedir que
nos deje libre mañana y vamos a ir a ver un buen ballet a un teatro en el
Centro.
_ Prefiero ver una obra de teatro. Sin ofender, ¿no? El
ballet me duerme.
_ Tiremos la moneda.
Ivonne la miró a Ailen con rencor.
_ Hay que avisarle a Fontán que confesaron los dos. Está en la
Dársena C buscando evidencia._ reaccionó Ezcurra enseguida._ Ya no es
necesario.
_ Yo me encargo_ se ofreció voluntariamente Ivonne Fraga. Tomó el
radio y lo contactó a Fontán.
_ Valete no dijo nada, y por su amnesia, no podemos hacer mucho_
le dijo, cuando aquél respondió al llamado._ Seguí procesando la escena y quedate
toda la noche, si es preciso.
_ Enterado_ se escuchó una voz masculina salir del otro lado del
radio.
Ezcurra miró ofuscada a su amiga, quien finalmente no pudo
contener la risa y la expresó en coro y a carcajadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario