viernes, 30 de junio de 2017

Las detectives (Gabriel Zas)






                                Caso 10: Accidentada

 



Nada iba a arruinar ésa noche de salida de amigas. Ailen e Ivonne se arreglaron y vistieron ropa de gala para ir a ver un ballet a uno de los teatros más emblemáticos y ostentosos de la ciudad de Buenos Aires. Llegaron puntual a las 19, una hora antes del arranque de la función, y se sentaron en los asientos del medio de la tercera fila de adelante. La sala se colmó de gente en cuestión de pocos minutos, lo que obligó a que la función empezara a horario.

El despliegue de las veintiún bailarinas en escena, el armado de la escenografía y la originalidad de la coreografía hicieron del espectáculo un deleite para los ojos de los presentes, inclusive para el de ambas mujeres, que no estaban habituadas a presenciar eventos de semejante magnitud y lo disfrutaron como nunca en sus vidas.

Todo era glamour y perfección hasta que Martina Lodeira, una de las artistas más prestigiosas y talentosas que había en el país por esos días, y una de las más importantes y reconocidas de Latinoamérica, en un salto básico que ejecutó cayó mal parada, trastabilló al querer equilibrarse cuando apoyó su pie izquierdo sobre el suelo del escenario y se deslizó precipitadamente de espalda como consecuencia de ése intento desesperado por recuperar el ritmo. Ni bien se vino a menos, quedó absolutamente inmóvil.

El público se impacientó abruptamente porque no sabía con exactitud cuál era el estado de la bailarina. Desde los asientos, se podía contemplar que la caída había afectado severamente la salud de Martina Lodeira, y muchos supusieron casi al mismo tiempo, que había quedado inválida porque quizás se rompió alguna vértebra vital de la columna. Sus compañeras de elenco la rodearon con desesperación y estupor, y al advertir que Martina no se movía ni respondía a ningún estímulo, bajaron las luces del escenario y cerraron el telón en una misma secuencia. Ésa situación generó más conmoción y desconcierto en el público presente, por lo que Ailen Ezcurra e Ivonne Fraga decidieron intervenir con urgencia. Se levantaron de sus respectivos lugares y fueron hacia el escenario a paso acelerado.

_ Es a propósito, ¿no?_ se quejó Ivonne Fraga, en camino hacia la escena.

_ Presiento que no.va a ser algo sencillo_ repuso Ailen Ezcurra.

_ ¿Qué querés decir? Se cayó, fue un accidente. Fin de la cuestión.

_ Ése es el problema. Una bailarina tan profesional como ella no se equivocaría en un movimiento tan básico.

_ Hasta los más grandes cometen errores en cuestiones simples. Y uno lo ve desde afuera y no lo cree. Pero se olvida que es tan humano como cualquiera de todos nosotros.

Cuando subieron al escenario, se identificaron como investigadoras y aislaron al instante al elenco del cuerpo de Martina Lodeira. Ailen Ezcurra se puso de cuclillas y colocó sus dedos Mayor e Índice en el cuello de la víctima por una fracción de segundos. Los retiró y miró a Ivonne Fraga con una expresión de desconsuelo abrumadora, que su amiga entendió enseguida: Martina Lodeira estaba muerta.

Ivonne Fraga se encargó de llamar a la Comisaría para convocar al resto del equipo de investigaciones y al Cuerpo de Criminalística, en tanto que Ailen Ezcurra aisló a las bailarinas fuera de la escena, les dio la noticia y las contuvo. El llanto y la desolación por parte de ellas fue inevitable. Nadie podía entender lo que había ocurrido.

En medio de un clima cargado de dudas, de conmoción, de dolor y de emociones de todo tipo, las detectives vetaron el ingreso y el egreso de cualquier persona ajena a la investigación del caso. Nadie podía entrar ni salir hasta que la muerte de Martina Lodeira no estuviera del todo esclarecida. Esto, indudablemente, generó malestar en la audiencia presente, y muchos reclamaron el reembolso del dinero de la entrada. Eso les importaba más, al parecer, que una vida humana. Entre ellas dos no pudieron controlar del todo la situación, pero el resto del equipo llegó enseguida y entre tres oficiales controlaron al público presente y lo hicieron entrar en razón.

_ Ustedes no pegan una_ les dijo Fontán a las detectives, una vez los tres sobre el escenario.

_ ¿Te comiste un payaso, Fontán? ¿Te dedicás al humor, ahora?_ le preguntó Ezcurra, con ironía y algo enojada.

_ Me dedico a resolver casos. ¿Qué pasó?_ replicó Fontán, en tono más serio.

_ Trastabilló haciendo una pirueta, pisó mal y se desnucó_ declaró Fraga ,_ aunque a Ailen le resulte sospechoso eso.

_ Soy policía, dudo de todo_ se defendió, Ezcurra.

_ ¿Qué dijo Laberna, Fontán?_ quiso saber Ivonne Fraga.

_ Sencillamente, no quiere que los medios sepan demasiados detalles sobre el caso. Dijo que no quiere a los periodistas adentro del teatro. Ya hay oficiales entrevistándose con las personas del público y Criminalística procesará la escena en breve.

_ Ni que le hubiera pasado algo a Paloma Herrera_ ironizó Ezcurra.

_ Reconozcamos que Martina Lodeira era alguien importante dentro del mundo artístico_ dijo Fraga.

_ Sí, no lo niego. Pero no para que hagan un espectáculo mediático de todo esto, como si fuese una personalidad más importante de lo que realmente era.

_ Ése es el negocio de los medios_ opinó Fontán.

_ Igual, no tienen mucho sobre lo que puedan presumir. Fue un accidente con desgracia_ ratificó fehacientemente Ivonne Fraga.

_ Todavía tengo mis dudas_ la contradijo su amiga.

Ailen Ezcurra hizo una pequeña simulación de los últimos movimientos previos a la fatal caída que hizo la víctima. Fraga y Fontán la miraban con simpatía y hacían un sobre esfuerzo por contener la risa.

_ ¿Te traigo un tutu, Ezcurra?_ la cargó Fontán, y se rió a la par de Ivonne Fraga. Pero ella hizo oídos sordos al chascarrillo y siguió concentrada con lo que estaba haciendo. Después de reiterados intentos, Ailen cayó exactamente igual a como lo hizo la propia víctima antes de morir.

_ No era una caída difícil ni mucho menos, imposible_ concluyó la detective Ezcurra._ Si yo que soy novata la ejecuté sin mayores dificultades, ella tuvo que hacerlo con los ojos cerrados. Es extraño.

_ ¿ Qué pensás?_ le preguntó Fontán.

_ Nada en concreto, por ahora. Que el forense se apure con el examen así Criminalística recaba evidencia. Y que la Fiscalía ordene liberar el cuerpo cuanto antes, si puede ser, así estamos más tranquilos.

_ ¿No querés que te abanique y te haga masajes en los pies, también?_ le dijo Fontán con zozobra.

_ Andá a buscar al forense, en vez de hacer chistecitos.

Fontán obedeció y volvió con el doctor Aguirre, el médico legista de la circunscripción jurisdiccional de la Comisaría. Se presentó ante las mujeres y procedió con el examen del cuerpo. Cinco minutos fue lo que tardó en hacer un análisis rápido del cadáver.

_ Murió por una fractura de cuello, producto de la caída misma_ confirmó el doctor Aguirre.

_ ¿Muerte accidental, doctor?_ preguntó Fraga.

_ Sí. Voy a elevar el informe preliminar a la Fiscalía para que autoricen liberar el cuerpo cuanto antes.

_ Gracias, doctor.

Y el forense se retiró.

_ Si el médico lo dice..._ dijo Ezcurra, aceptando finalmente la idea de la muerte accidental.

_ Era lógico. Nosotras lo vimos , igual que toda la gente_ agregó Ivonne Fraga con premura.

_ ¿Qué hacemos con todas las personas del público que se quieren ir y nos están puteando?_ indagó Fontán.

_ Que se vayan, ya está_ ordenó Fraga.

_ ¿Declararon, no?_ quiso estar segura, Ailen.

_ Sí.

_.Sí, que vayan, ya no es necesario que sigan acá.

_ ¿Y con las bailarinas, qué hacemos? Directora, productores, coreógrafos...

_ Que den testimonio de lo que vieron y se vayan yendo, a medida que presten declaración.

_ Ustedes dos también van a tener que dar testimonio.

_ Lo hacemos tranquilas mañana en la Comisaría. Nuestras declaraciones van a estar asentadas como las del resto de la gente. Despreocupate, Fontán_ repuso Ivonne Fraga.

Fontán se retiró, mientras que un grupo de investigadores interrogaba al resto del elenco y parte del equipo de Criminalística recolectaba elementos de la escena como indicaba el protocolo de procedimientos ante cualquier caso de muerte. Revisaron minuciosamente las condiciones del piso del escenario para descartar homicidio culposo por negligencia, al igual que cada una de las instalaciones habilitadas. Todo estaba normal hasta que una perito revisó debajo del escenario y alertó a las detectives al encontrar un dispositivo cuadrado, de tamaño medio, de proporciones inusuales y pesado. Tanto Ezcurra como Fraga lo analizaron azoradas.

_ ¿Dónde lo encontró, oficial?_ le preguntó Ezcurra, con sumo interés, a la técnico.

_ Ahí abajo, señora_ respondió la perito y señaló el lugar del hallazgo con el dedo._ Cómo ve, justo debajo del cuerpo.

Ailen lo revisó a conciencia y desvió su mirada para encontrarse visualmente con la de su compañera.

_ ¿Qué es ésa cosa rara?_ preguntó Fraga con curiosidad.

_ Parece como una especie de campo magnético en miniatura. Y si el zapato tenía un imán escondido en la suela o en la plantilla...

_ Parece que se activa remotamente desde un celular conectado a su circuito.

_ ¡Fue un asesinato! ¡Yo tenía razón! Cuando Martina Lodeira se posicionó justo debajo de este artefacto, el asesino lo activó y la fuerza magnética la derribó, matándola en el acto. Y cualquiera que lo viese desde afuera, diría sin dudas que se trató de un accidente.

_ Ingeniosa forma de sacarse a alguien del medio.

_ ¿Tiene huellas el aparato este?

_ Seguramente tenga. Permítame extraerlas_ dijo la perito.

_ ¿Lo activaron desde el público?_ reflexionó Fraga en voz alta.

_ A una distancia no superior a los treinta metros, señora. Por sus características y formas, este dispositivo es de corto alcance.

_ El asesino tuvo que estar cerca de nosotras, Ailen.

_ Y la autora intelectual es alguien del elenco. La mató una de sus compañeras_ dedujo Ailen Ezcurra.

_ No necesariamente_ vaciló su amiga.

E Ivonne Fraga corrió urgentemente a buscar a Fontán.

_ ¿Cuál es la urgencia, Fraga?_ le objetó Fontán, cuando lo interceptó.

_ Que los peritos le tomen las huellas a todas y cada una de las integrantes del elenco, incluyendo a la directora y resto del personal. Que los interroguen más a fondo y que el resto del equipo hable con las demás bailarinas. Busquen conflictos, motivos, diferencias... Y avisá cuando estén listas todas las muestras de las huellas y los testimonios más relevantes. Pero no tienen que saber que investigamos un homicidio, ¿está claro? Discreción, Fontán.

_ ¿Qué pasa? ¿No era que lo de Lodeira fue un accidente?

_ La mataron. Ahora no te puedo explicar. Hacé lo que te ordeno. Y requisá también todos los celulares de todas las personas del público.

_ Algunas ya se fueron y las que quedan, que están saliendo de a poco, me van a linchar.

_ No importa. Hacelo.

_ ¿Qué le digo a ésa gente, si me pregunta?

_ Secreto de sumario. Sin explicaciones.

El desconcierto de Fontán fue total, pero cumplió con las directivas impuestas por la detective Fraga.

El trabajo de la perito sobre el artefacto rindió sus frutos: recuperó un juego de huellas parcial. Sólo había que compararla con el resto. El asesino no fue nada precavido. Quizás, porque pensó que a nadie se le ocurriría buscar en un lugar tan recóndito como debajo del escenario, y cuando la Policía abandonara el teatro, podría recuperar el dispositivo sin inconvenientes. Pero claramente, sus pensamientos estaban definitivamente alejados de la realidad.

_ ¿Tiene algún número de serie o de lote, que nos diga dónde lo compraron?_ la interrogó Ezcurra a la perito.

_ No. Este tipo de artefacto es de fabricación casera_ respondió ella._ Se hace con imanes extraídos del interior de una PC o de cualquier otro electrodoméstico. Se le instala un software análogo programable desde cualquier dispositivo y listo. Armar, además, un circuito cerrado de éstas características no es nada difícil. Las conexiones son básicas y lo puede armar cualquiera que tenga mínimos conocimientos de electrónica.

_ Lo que prueba que la asesina tenía un cómplice.

_ Voy a llevarle las huellas al resto del equipo para que las compare. Permiso.

Y la técnico se retiró con autorización de Ailen Ezcurra.

_ ¿Cómo Lodeira no notó que el zapato tenía algo raro?_ se cuestionó Ivonne Fraga, cuando volvió a la escena.

_ Si era una lámina fina... Lo dudo. Parece que no se necesita mucho esfuerzo para producir una caída como ésa_ respondió Ezcurra._ ¿Ya le avisaste a Fontán?

_ Sí. Cuando haya resultados positivos, nos lo va a decir. Por ahora, no le digamos nada a Laberna. Que crea que fue un accidente. Cuando tengamos el caso resuelto, se lo decimos y listo.

_ Coincido, amiga. Es muy pesado.

_ ¿Más que los medios? Lo dudo.

_ ¿Están afuera, no?

_ Todo bajo control, por el momento. Manejan la información oficial del accidente. Hay que conservarlo así. Tienen órdenes directas de mantenerse al margen para evitar entorpecer la investigación en curso.

_ Pero cuando saquemos a la asesina por la puerta principal del teatro...

_ Ahí lo sabrán... Igual que Laberna.

Y ambas amigas se rieron discretamente. Volvieron adonde yacía el cuerpo de Martina Lodeira e hicieron una segunda revisión ocular. Enfocaron su atención en los zapatos de la víctima, pero no encontraron nada inusual en ninguno de los dos.

_ Cuando las luces bajaron y el telón cayó, la asesina tuvo tiempo suficiente para cambiar el zapato con el imán por uno común exactamente igual a ése y esconderlo en cualquier otro lugar_ dedujo Ivonne Fraga con suspicacia.

_.Coincido con vos_ la apoyó Ezcurra._ Y entre tanta conmoción junta, nadie fue capaz de advertir la maniobra.

_ Y no podemos examinar los camarines, porque sospecharían que investigamos un homicidio.

_ Esperemos a que los peritos hagan su trabajo. Es nuestro día de franco arruinado. Que trabajen los demás.

_ ¡Esto es un atropello y una absoluta falta de respeto!_ dijo una silueta femenina que emergió de la nada e interrumpió descaradamente la conversación que mantenían ambas mujeres.

_ No puede estar acá, señora_ le indicó Ailen Ezcurra._ Es la escena de una investigación en curso.  A usted y al resto de los presentes se les dio estrictas órdenes de permanecer en el lugar hasta que concluya la investigación.

_ ¡Fue un accidente! No nos pueden seguir teniendo acá contra nuestra voluntad, sin una justificación razonable.

_ Investigación en curso. ¿No le parece una justificación razonable ésa? Respete los parámetros y el espacio delimitado para la permanencia, indicados por efectivos policiales inherentes al caso.

_ ¿Y si yo y el resto nos negamos a cumplir sus órdenes, qué pasa?

Y se plantó con prepotencia haciéndole frente a ambas detectives.

_ Identifíquese, por favor_ le exigió Ivonne Fraga, anteponiéndose a la situación.

_ Soy Imelda Clerga, profesora de danzas clásicas y directora del ballet.

_ ¿Desde hace cuánto?

_ Desde que estrenamos en 2003, hace siete años ya.

_ Imagino que usted debe tener los contactos de todas y cada una de sus bailarinas, como así el de cada familiar más cercano a ellas.

_ ¿Por qué habría de brindarle ésa información? Es confidencial.

_ La confidencialidad desaparece cuando hay una investigación en curso_ intervino Ezcurra.

_ Eso es cuando hay un homicidio_ retrucó la señora Clerga.

_ Eso es cuando hay una muerte, sea de las características que sea_ redobló la apuesta, Ivonne Fraga._ Y cuando los testigos se niegan a proporcionarle a los investigadores alguna clase de información vinculada al caso, incurre en un delito y puede ir a prisión. ¿Eso es lo que usted quiere, Imelda? ¿La cárcel?

_ No, por supuesto que no.

_ Entonces, responda la pregunta que le formuló antes mi compañera_ ordenó con autoridad la detective Ezcurra.

La señora Clerga tragó saliva, respiró hondo y contestó.

_ Sí, tengo todos los contactos que usted mencionó antes. Son datos que necesitamos saber por el seguro del elenco.

_ Y supongo que nadie se beneficiaba con ése seguro…

La directora miró a Ailen Ezcurra con el ceño fruncido y una expresión de desconcierto absoluto.

_ Imagino que todas sus artistas están aseguradas por el mismo importe, al igual que sus familiares_ subsanó Ivonne Fraga el tropiezo de su amiga._ Pero la detective Ezcurra se lo preguntó para poder contactar por algún medio fehaciente a los padres o a algún hermano o a algún pariente próximo de Martina Lodeira, para notificarles lo ocurrido con ella.

_ Toda su familia está en Italia. Creo que su hermano, Gonzalo Lodeira, está de vacaciones en Costa Rica. Pero no estoy segura. Se mudaron a Europa después de la crisis del 2001. Martina volvió al año, la incluí al elenco y desde entonces que permanecía fija en el staff_ y la señora Clerga se tomó la frente con pesar.

_ ¿Dónde vivía Martina?_ siguió preguntando Ivonne Fraga.

_ En un cuarto que alquilaba por Colegiales, ahí por Lacroze, a unas cuadras de la estación del tren.

_ ¿Sola?

_ Sí, vivía sola.

_ ¿Estaba de novia?

_ No, su trabajo le impedía mantener una pareja estable.

_ ¿Tuvo problemas alguna vez con alguna de las demás bailarinas?

_ No. Todas son como una familia. Los problemas entre ellas no existen. Siempre tratan de ayudarse en todo lo que puedan y llevarse de la mejor manera posible.

_ ¿Nunca le tuvo que llamar la atención por nada en especial?_ indagó Ezcurra.

_ No, para nada. Ni a ella ni al resto de las chicas.

_ ¿Era la más antigua de la compañía?

_ Técnicamente, sí. La única que estuvo desde los inicios, como les comenté antes. El resto de las chicas están hace tiempo también, pero se sumaron después de Martina.

_ ¿Cómo la contrató?

_ Ella estudió en la escuela de danzas que yo tenía en su momento en Boedo. La crisis del 2001 me obligó a cerrarla y no supe nada más de Martina hasta que me la encontré de casualidad caminando por la calle un año después, le hablé sobre la propuesta de armar un ballet y bueno, acá estamos.

_ ¿Alguna vez había tenido una caída semejante en los ensayos como la que sufrió sobre el escenario?

_ No, nunca. Ella era muy cautelosa y muy cuidadosa. Miraba muy bien antes de poner un pie sobre el piso. No entiendo cómo pasó.

Y la vista de Imelda Clerga se desvió hacia el escenario. Entonces vio el cuerpo y no pudo contener el llanto.

_ ¿Por qué no se la llevan de una vez?_ preguntó conmovida.

_ No podemos tocar el cuerpo hasta que nos llegue la orden directa del juez de removerlo y los peritos terminen de procesar el teatro y todas las evidencias que encuentren. Es el protocolo a seguir en cualquier caso_ respondió Ivonne Fraga.

_ Vaya con el resto de las personas. Cuando tengamos las novedades definitivas, se las vamos a hacer saber y ya ahí van a poder irse a sus casas a descansar_ complementó Ailen Ezcurra.

_ Cuando el juez autorice la liberación del cuerpo de Martina, va a poder iniciar todos los trámites legales para el velatorio y el sepelio.

_ ¿Y cómo le van a decir a su familia, que está en Italia?_ preguntó Clerga, algo compungida y apenada.

_ Nosotras nos vamos a encargar personalmente de eso_ le aseguró Ivonne Fraga.

Ailen Ezcurra acompañó a la directora del ballet con el resto de las bailarinas, muchas de ellas irritadas, confundidas y malhumoradas; y volvió minutos más tarde a reunirse otra vez con su amiga a la escena.

_ ¿Qué pensás?_ le preguntó a Ivonne Fraga al regresar.

_ Prefiero no pensar. No quiero conjeturar nada sin tener ninguna base sobre la que fundarme.

_ ¿Estás diciendo que no creés que la directora lo haya hecho?

_ Estoy diciendo que lo pudo planear cualquiera y ejecutar cualquiera. Afortunadamente, la asesina nos regaló sus huellas en el artefacto que usó para el homicidio.

Fontán apareció desde atrás del escenario.

_ No pude hablar con todas las bailarinas_ confesó frustrado._ Todas prestaron sus huellas, pero declararon algunas, nada más. Otras se negaron a hablar.

_ Tenían que declarar todas por igual, Fontán_ le recriminó la detective Ezcurra.

_ ¿Qué querés que hiciera? Muchas me putearon, porque se quieren ir y porque no entienden porqué hacemos esto y porque dicen que es una falta de respeto por parte nuestra…

_ Sí, sí, Fontán. Está bien. A nosotras vino a increparnos la directora del ballet por ese asunto. Contame qué pudiste rescatar de las pocas declaraciones obtenidas.

_ No había conflictos aparentes. Se llevaban bien con Martina Lodeira. Parece que era muy querida. Y las pocas peleas a las que me hicieron alusión, resultaron ser por una boludez.

_ ¿Y el resto del equipo requisó los teléfonos de las personas del público?_ curioseó la detective Fraga.

_ De las que estaban, sí. Nos costó un huevo y la mitad del otro porque no querían entregar sus celulares. Pero ya los tenemos. Y por cierto, va a demorar algunos días determinar de cuál de todos se activó el dispositivo que mató a Martina Lodeira. Acuérdense también que muchas personas se rajaron cuando les ordenamos, antes que ustedes averiguaran lo del asesinato. La orden pudo también provenir de alguno de esos teléfonos.

_ O sea que dependemos pura y exclusivamente del resultado que arrojen las huellas dactilares.

_ A eso iba: los peritos hallaron una coincidencia.

Ambas mujeres miraron a Fontán con brillo en sus ojos. La expresión de ambas cambió radicalmente.

_ A ver. Quiero ver los resultados ya mismo_ adujo Fraga con desesperación, y arrancó de las manos de Fontán el papel que aquél les extendió.

Después de leer las derivaciones de las muestras, las detectives se reunieron con algunas bailarinas en un camarín a solas. Después de exponerle los hechos y explayarles las disculpas correspondientes por la demora y todo el hermetismo de la investigación, una de ellas tomó la palabra.

_ Parece un delirio lo que me están diciendo_ confesó, aturdida._ Poner un imán debajo del escenario, otro en su zapato y activarlo remotamente para provocarle una caída y que pareciera un accidente. ¡Pobrecita! ¿Quién tuvo el descaro de cometer semejante atrocidad contra una de las mejores personas que conocí en mi vida?

_ Lo que había debajo del escenario era una suerte de campo magnético, si se quiere decir así_ aclaró Ivonne Fraga._ Después del accidente, cuando las luces se apagaron y el telón se cerró, la asesina aprovechó ése momento de conmoción para cambiar el zapato con el imán por uno normal, por lo que ésa persona tuvo que tener el otro zapato a la vista todo el tiempo durante la función, oculto en un lugar donde nadie lo notase o donde fuese natural verlo y que no levantara sospechas de ninguna naturaleza, porque después de todo, algunas de ustedes se cambian hasta tres veces durante la función. Así que la utilería está en un tipo perchero justo atrás del escenario.

_ Ustedes no estuvieron nunca atrás del escenario_ comentó otra de las bailarinas presentes.

_ Le contó alguno de los otros policías, seguro_ dedujo otra de las chicas.

_ Créase o no, lo dedujimos_ tomó la palabra, Ailen Ezcurra._ Dadas las circunstancias del caso, teníamos que imaginarnos que tener vestuario justo detrás del escenario era menester indispensable para cambiar un zapato por otro sin que nadie sospechara nada. Después, una vez finalizada la función, personal de utilería lleva eso de nuevo al depósito y lo guarda todo ahí, porque estimo que todas ustedes dejan los tutus acá en lugar de llevárselos. Y es claro, por otra parte, que la asesina no podía ni llevarse el zapato a su camarín ni plantarlo en el camarín de ninguna otra de ustedes. La solución expuesta entonces resultó la más certera y la más obvia, por supuesto.

Y hubo unos segundos de silencio, donde las miradas de las detectives recorrieron cada una de las miradas de las bailarinas.

_ Pero la asesina cometió un error de principiante_ retomó Ezcurra._ No usó guantes y dejó sus huellas impregnadas en el artilugio usado para matar a Martina Lodeira.

_ Por eso les pedimos a los peritos que les tomen sus huellas a cada una de ustedes_ continuó Fraga._ Y ya tenemos a una ganadora. Por eso las reunimos a todas acá.

_ ¿Quién fue?_ dijo una de las bailarinas pegando un salto desde su silla.

_ Su profesora y directora, Imelda Clerga.

Y todas las miradas de odio, rencor, dudas, estupor, confusión y desolación, se dirigieron a ella en un parpadeo.

_ Deme haber un error_ disparó la señora Clerga, como queriendo zafar de la situación. Pero claramente no logró su cometido.

_ Las evidencias no mienten_ le dijo Fraga sin rodeos._ ¿Por qué? ¿Por qué la mató?

_ ¡Porque me robó la coreografía!_ se quebró._ Yo la armé, la pensé, la modifiqué, le hice arreglos… Y ella no paraba de decirle a todo el mundo que fue su idea. Intenté persuadirla varias veces, pero ella no hizo caso a mis advertencias. Todos creían que ésa estúpida engreída era el cerebro del ballet. Se llevaba todo el crédito y el reconocimiento a costas mía. Tenía que hacer algo. Puse la excusa que tenía que mandar un mensaje de texto. No fue complicado.

Ivonne Fraga hizo arrestar a Imelda Clerga delante de sus bailarinas. Fue sacada por la puerta principal del teatro, donde los medios dieron la primicia de su detención y de la verdadera causa de la muerte de Martina Lodeira, aunque las declaraciones que dieron a la prensa eran muy escuetas y resumidas.

Laberna, desde su oficina en la Comisaría, apagó la televisión.

_ Nunca me avisaron nada de todo esto. Me vengo a enterar de todo por el noticiero_ se quejó._ A mí, definitivamente, los de arriba me van a colgar de las pelotas por éstas dos que hacen lo que quieren a espaldas mía.  
 
 

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