Es de público conocimiento que Argentina firmó un acuerdo con
Rumania para la venta y exportación de hidrocarburos, y para la explotación de
unos yacimientos al norte de la Patagonia. Con tales propósitos, se esperaba
que el ministro de Relaciones Exteriores y anfitrión de honor en su visita
oficial al país, el rumano Aurel Bogdan, brindase una conferencia de prensa
abierta a las 12 del mediodía en el Salón Dorado del Congreso de la Nación,
explicando en profundidad los detalles del acuerdo bilateral.
Los protocolos de seguridad se respetaron con extrema seguridad
hasta el más mínimo detalles. Más de 300 agentes federales custodiaban el lugar
y el perímetro se cercó 500 metros a la redonda. Todo salió tal cual a lo
pactado y no se registraron incidentes de ninguna consideración. La exposición
comenzó puntual a las 12. Toda la atención de los presentes estaba ceñida en
cada palabra que salía de boca del diplomático rumano. Era un hombre
relativamente alto, piel semi oscura, de rostro imponente y de una complexión
física más bien atlética. Su cabello era canoso y estaba perfectamente peinado
con la raya hacia un costado. Vestía un elegante traje negro con una corbata
bordó y en apariencia ostentaba unos 57 años, ya que su edad verdadera nunca
trascendió. Poco se sabía de su vida personal ya que era una persona
herméticamente reservada porque no le gustaba mezclar su intimidad con la
política.
Hablaba en un español fluido y claro, aunque preservando su tonada
europea. A los pocos minutos de iniciada la exposición, el capitán Riestra,
quien fue encomendado como jefe general del operativo de seguridad, se aisló
discretamente de la multitud, se dirigió a una de las oficinas de planta baja y
pidió prestado un teléfono de línea. Los empleados se alarmaron, pero el
capitán les dijo que la llamada era de escrupuloso carácter personal y la
expresión de alarma de sus rostros se desvaneció al instante. Levantó el tubo,
discó y cuando del otro lado lo atendieron, procuró hablar en voz baja para que
nadie pudiese vislumbrar nada sobre el curso de la conversación.
_ No puedo hablar ahora. Lo veo en diez minutos en donde le
indiqué. Por favor, sea puntual. Algo grave está sucediendo y si no lo
descubrimos a tiempo, las consecuencias pueden ser irreversibles.
E inmediatamente, después de terminada la frase, colgó, agradeció
la gentileza de que le hayan permitido usar el teléfono y abandonó la oficina.
Exactamente, diez minutos más tarde, el capitán Riestra estaba
cara a cara con su amigo, el inspector Sean Dortmund.
_ Dígame qué puedo hacer por usted_ dijo el inspector._ Lo escuché
muy preocupado por teléfono.
_ Por mí no, por el país_ rectificó el capitán Riestra.
Dortmund se impacientó severamente. El capitán continuó.
_ No quiero hacer un escándalo público y masivo hasta no tener
alguna certeza sobre lo que realmente está sucediendo. Por eso lo llamé,
inspector Dortmund.
Y lo puso al tanto sobre la visita del señor Bogdan al país. Le
contó de principio a fin todo con lujo de detalle.
_ Estoy al tanto de este asunto_ comentó Sean Dortmund, después de
que Riestra terminara de hablar, _ pero no veo un problema claro en todo esto
que me acaba de exponer, capitán Riestra. ¿A dónde pretende llegar?
_ Lo escuché hablar hace un rato y maneja el español con un
dominio completo sobre el idioma. Pero sabemos muy bien que el señor Aurel Bogdan no habla ninguna otra
lengua extranjera. Y siempre que viaja al exterior, lo hace en compañía de
un intérprete. Acá no vino ninguno.
_ ¿Un impostor?_ sugirió Dortmund, paralizado.
_ Eso creo. Y creo también que el verdadero señor Bogdan fue
secuestrado junto a su intérprete para evitar que diera ése discurso. Quien
habla ahora en su lugar lo hace a exclusiva conveniencia de los verdaderos
intereses que hay detrás de ésta trama que debemos descifrar cuanto antes.
_ ¿Cuánto tiempo durará en total toda la exposición de nuestro
anfitrión rumano?
_ Se pactó para que durase una hora_ y el capitán Riestra consultó
su reloj.
_ Tenemos cuarenta minutos antes de que termine_ confirmó
enseguida.
_ Tiempo suficiente para mí_ afirmó con vanidad el inspector
Dortmund._ ¿Cuál es su hipótesis respecto al secuestro, capitán Riestra?
_ Que lo tuvieron que haber raptado en una zona muy concurrida. El
protocolo de seguridad de la Nación para casos así establece que en la mitad
del trayecto desde el punto de origen hasta el Congreso, el anfitrión debe
cambiar de vehículo para mayor resguardo. Así lo hicieron: uno de los coches oficiales
de la caravana traía al impostor mientras que en otro viajaban unos cómplices. Cuando
el verdadero señor Bogdan y su intérprete cambiaron de vehículo, lo hicieron al
infiltrado sin saberlo. Así entonces, desvió su marcha y el auto que traía al
falso señor Bogdan tomó su lugar. Además, no olvidemos que son autos con
vidrios polarizados. Muy bien pensado e inteligentemente perpetrado.
_ Una gran teoría que comparto, por cierto. Y la que implica que
irremediablemente hubo complicidad por parte de la Policía Federal.
_ Sin dudas, de otras fuerzas federales también.
_ Muéstreme el mapa del recorrido de la caravana y empecemos
rápido a trazar un plan de acción. No disponemos de mucho tiempo.
El capitán Riestra obedeció y extendió un enorme plano sobre una
pequeña mesa de caoba que se interponía entre ambos hombres.
_ Este es el punto del relevo_ dijo el capitán señalando con el
dedo un lugar específico del mapa._ La calle es mano sentido hacia el norte.
Sin dudas, tuvieron que haber doblado por ahí. Fíjese que no hay más
alternativa que ésa.
_ ¿En dónde desemboca?_ inquirió Dortmund.
_ En un barrio humilde de Barracas.
_ Un auto de alta gama en dichos suburbios llamaría enormemente la
atención. Definitivamente, no lo llevaron ahí.
Los dos hombres estuvieron alrededor de cinco minutos más
barajando diversas posibilidades y opciones, todas ellas con resultado negativo
y sin ninguna idea clara aparente.
_ ¡El tiempo se agota y estamos en cero!_ protestó el capitán
Riestra, perdiendo los estribos.
_ Pensemos con calma_ propuso Dortmund.
_ Ya estoy harto de pensar en vano.
_ El pensamiento es la mejor arma que tenemos a nuestro favor.
Usémosla con inteligencia.
El capitán Riestra, con gran sobre esfuerzo, recuperó la mesura.
_ No hay un lugar posible en donde lo puedan tener cautivo.
_ ¿Qué motivo tendrían para hacer esto?
_ Rumania se llevaría la mayor parte del capital y le pagaría a
Argentina un porcentaje muy inferior por la rentabilidad del negocio y por la
explotación de los yacimientos de la Patagonia.
_ Y su país, capitán Riestra, no quiere perder ni un solo centavo.
Su gobierno es ambicioso y quiere quedarse con todo el negocio para él solo.
Secuestran al señor Aurel Bogdan y un impostor toma su lugar. Modifica el
discurso original, el acuerdo original y adapta ambos a sus intereses como
Nación. El falso señor Bogdan se hace ver como si fuera el real trasformando su
apariencia por completo. Pero hay dos puntos que el plan no contempla.
_ El idioma y el intérprete.
_ Exacto, capitán Riestra. Y mientras
el doble está ahora dando un extenso y elocuente discurso en el Congreso, el
verdadero señor Bogdan está en su hotel creído que, por un problema de
protocolo, tuvo que suspender su exposición. Y como su rostro no es conocido por casi nadie acá en Argentina, el
engaño pasa desapercibido. Desde
luego, no sabe nada sobre un doble que tomó su lugar. Su habitación carece de radio
y televisión y no tiene forma de enterarse lo que está ocurriendo afuera. Cuando
la elocuencia finalice, le dirán que su país rompió todos los vínculos
diplomáticos con Argentina y todo habrá
resultado tal cual lo planearon. Sólo tienen que cuidar de mantenerlo alejado
de la prensa de ahí en más.
_ Así lograron desviar la marcha y regresarlo al hotel. Y lo peor
del caso es que desconoce que en verdad
está secuestrado.
_ Por Handy, le anunciaron al chofer cómplice de todo el drama que
pusiera en marcha el plan y sólo tuvieron que notificarle al señor Bogdan que
debieron retornar al hotel por una cuestión protocolar y de formalidad surgida
a último minuto.
_ ¿Qué hacemos, Dortmund?
_ Darles en mano el queso a los ratones.
_ ¿Cuál es su idea?
_ Llame a sus hombres y dígales que la verdad, manteniendo el
asunto bajo la más estricta confidencialidad. Se dispondrán dos grupos en el
ingreso principal del Congreso como respaldo y preparados para afrontar
cualquier eventualidad y efectivizar algún inminente arresto. Por otro lado, cuando el falso señor Bogdan
baje del atril dispuesto a irse, será escoltado por dos oficiales que lo
arrestarán muy discretamente, fuera de la vista del público.
_ Perfecto. ¿Y usted, qué hará?
_ Desempeñaré mi papel en este drama, naturalmente. Traeré al
señor Bogdan aquí y lo haré ingresar por un lugar privado para evitar que sea visto. Allí sus hombres abordarán
a los impostores a mi llegada y a mi señal. En marcha.
Dortmund se dirigió al hotel a toda prisa. Fingió ser un
representante del Gobierno y así averiguó exitosamente cuál era el cuarto del
anfitrión rumano. Subió por el ascensor y simuló tener órdenes concretas de
culminar con el plan y trasladar de inmediato al ministro Aurel Bogdan al sitio
acordado. Su poder de convicción fue de un cien por ciento. Le brindaron al
diplomático las excusas pertinentes y lo subieron al auto que Sean Dortmund les
indicó. Subió primero uno de los secuestradores en el asiento trasero, luego lo
hizo el señor Bogdan junto a su intérprete y finalmente el segundo de los
secuestradores, quien cerró la puerta al subir. Dortmund viajó en el asiento
del acompañante. El chofer del vehículo era un comisario encubierto, pero esos
tipos lo ignoraban por completo. Una vez todos a bordo del coche, tapearon las
ventanas para evitar que se viera al exterior, más allá de que los vidrios eran
polarizados y la visibilidad de las ventanillas escasa. Pero no podían
permitirse correr ninguna clase de riesgos y eso implicaba desde luego no ver el
camino que seguían. Su vehículo iba escoltado adelante por otro idéntico que
transportaba a oficiales de la Policía, aunque también era otro detalle que los
captores desconocían por completo. Suponían, naturalmente, que era parte de su
equipo.
_ Sígalos. Nos llevarán a donde vamos_ le indicó Dortmund al
chofer.
_ ¿Son órdenes que vienen de arriba?_ preguntó el comisario,
encarnando una impecable actuación.
_ Cambios de última hora. Todo está bien. Créame.
Y así llegaron hasta el Congreso. Dortmund descendió del rodado,
abrió la puerta de atrás e hizo bajar al señor Bogdan junto a su intérprete.
Uno de los raptores reaccionó pero ya era demasiado tarde: ambos fueron
arrestados in situ tras un gesto que Sean Dortmund lanzó con la mano. Enseguida
ingresaron al señor Bogdan por atrás, mientras que con un pretexto hicieron
salir de escena al falso Aurel Bogdan arrestándolo segundos después. Se
persuadió inteligentemente a la audiencia, que no sospechó nada inusual, y el
genuino ministro de Relaciones Exteriores de Rumania, Aurel Bogdan, pudo dar su
disertación y presentar el proyecto, tal como estaba previsto por agenda.
_ Brillante, Dortmund, brillante_ le dijo el capitán Riestra al
inspector con un esbozo en sus labios y estrechándole la mano._ Le debo la
vida. No tiene una idea de todo lo que ha hecho.
_ Sólo seguí la pista que me proporcionó un gran capitán de la
Policía Federal y un gran amigo personal_ lo elogió Sean Dortmund.
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